Los buenos entendedores sabrán de sobra que cuando los grupos criminales «levantan» o reciben la «orden» de «desaparecer» a alguien, la orden es precisa: «matar», «ejecutar», «no dejar rastros ni testigos», y que las órdenes de esta índoles se cumplen «¡al instante!»… y no hay marchas, consignas, lágrimas ni exigencias que impidan estrellarnos contra esta cruda realidad.
* Ojalá los sobrevivientes de la abominable «masacre de Iguala» (que existen, y algunos están ya en otros estados, donde los enviaron sus padres para seguridad de sus vidas), aprendan la lección y busquen una mejor vida y una mejor escuela para cristalizar sus sueños de convertirse en maestros.
* Ojalá Enrique Peña Nieto se equipe de mejores asesores que le indiquen que lo correcto hubiera sido prometer a los padres de los 43 normalistas desaparecidos que haría lo «posible» por devolvérselos con vida, «en caso» de que estuvieran con vida», en lugar de ofrecerles «falsas espectativas» de que se los devolvería con vida, con la seguridad que caracteriza solo a Dios hacer una promesa de esa índole.
Hace casi un mes pidió licencia Aguirre…
Ya capturaron a los presuntos autores intelectuales de la masacre de Iguala (José Luis Abarca Velázquez y María de los Ángeles Pineda Villa), pero nadie sabe qué declararon ni por qué la PGR no ha informado nada, al respecto, lo que hace más sospechoso el «caso»…
Guerrero «ya se cansó» también de tantas medias mentiras y medias verdades…
¿Y… ahora qué?
Nuestra solidaridad con el dolor de los padres de los muchachos «desaparecidos»… creo que solo resta aprender de los errores, dar un paso atrás y tratar de hacer lo mejor que se pueda para no tropezar con la misma piedra.
Es Quanto.
Que «Ayotzinapa viva»… pero como recuerdo de algo que no debe volver a pasar.
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