Aunque no es un secreto que su gobierno está copado y cooptado por las decisiones de Manuel Añorve y René Juárez Cisneros, a Héctor Astudillo corresponde todo el crédito de sus torpezas, inoperancias y omisiones o negligencias de poder, mejor dicho, su inconstitucionalidad como gobernante.
Y es que sin poder solidificar su investidura ni convencer con sus discursos y promesas, durante estos meses a Héctor no le ha quedado más que hacer gala de sus mejores dotes políticos: su egolatría bodria y su extravagante autocracia.
Continuará…