] SAN SALVADOR * 26 de agosto de 2016. La primera imagen de la pandilla Mara Salvatrucha suele ser de un grupo de jóvenes con tatuajes, mirada hostil y un historial de violencia.
Pero también es algo más: la MS 13, como también se conoce a la banda, tiene en El Salvador una extensa red financiera en la que participan empresas legales de transporte público, hoteles, restaurantes y negocios de venta de automóviles.
Se trata de una operación similar a la de grandes grupos de delincuencia organizada que deja grandes ganancias a la pandilla, afirman autoridades.
«La variabilidad de las formas de manejo es inmensa», asegura Allan Hernández, director de Unidades Especializadas de la Fiscalía General de la República (FGR) de El Salvador.
«Hicimos una incautación que muestra la cantidad de dinero que obtienen en un día y tienen la capacidad de hacerse hasta de US$80.000 en efectivo», dice.
Y las autoridades de El Salvador afirman haber logrado desarticular parte de esa red de lavado de dinero, la que movía hasta US$25 millonesal año.
Según Hernández, los recursos eran controlados por un grupo pequeño de la jerarquía de la MS13.
«Es un nuevo apéndice de la estructura que es lo que se conoce como La Federación», explica el funcionario.
«Es un grupo de personas del más alto nivel en la estructura criminal que tenían control del dinero, control de órdenes y de decisiones».
El resto de los integrantes de la pandilla, unos 40.000 según estima la Policía Nacional Civil (PNC), no sabía de estas operaciones.
Y, a decir de las autoridades, la mayoría tampoco se beneficia personalmente.
La red
La estructura financiera de la pandilla desarticulada por la FGR y la PNC operaba sobre todo en la región occidente de El Salvador.
La estrategia se llamó Operación Jaque, que en su primera etapa duró más de un año antes de obtener resultados.
En las investigaciones se estableció el modo de financiamiento de la organización criminal.
Una de las fuentes primarias proviene de la extorsión a miles de pequeños negocios, trabajadores y profesionales.
El dinero es recolectado por «soldados», como la FGR llama a los miembros de nivel más bajo en la pandilla.
Luego se entrega a un responsable de barrio, quien a su vez lo hace llegar a otro operador que controla una zona más amplia.
De allí el dinero iba a las manos del responsable de las finanzas de La Federación, Marvin Adalid Quintanilla.
El personaje «es un sujeto común en todas las investigaciones, que tenía el control de las operaciones del narcotráfico en la zona occidental del país».
Negocios limpios
Prácticamente todo el dinero que recolecta la MS13 es en efectivo, algo útil para financiar algunas de sus necesidades.
La compra de armas es un ejemplo. La FGR documentó que la pandilla compró algunos cargamentos en Guatemala y pagó por ellos más de US$600.000.
Otra parte de los recursos se utilizó en negocios legales como bares, restaurantes, hoteles, autobuses de pasajeros, taxis o comercios para reparar y vender automóviles.
La Fiscalía y la PNC confiscaron también cuentas bancarias y otros productos financieros.
Todos los casos fueron acuerdos comerciales, explica el fiscal Hernández, pues ninguno de los dueños de los negocios legales fue obligado a asociarse.
«No hubo conminación, fue un intercambio de beneficios. Era manejar el dinero de ellos a través de sus empresas lícitas a cambio de obtener beneficios, no hubo presión», explica.
En la Operación Jaque se emitieron 120 órdenes de captura para integrantes de La Federación y sus testaferros.
Las propiedades incautadas, así como los automóviles y autobuses, fueron confiscadas por las autoridades.
Actualmente se encuentran dentro de un proceso de extinción de dominio, es decir las autoridades se quedan con ellos para eventualmente venderlos o destinarlo a su servicio.
Arriesgarse por otros
Algo que llamó la atención de los investigadores es la discreción de la red financiera de la pandilla.
El control de las operaciones y las inversiones eran conocidos sólo por unos cuantos miembros de la jerarquía.
Dinero por el que muchos jóvenes del nivel más bajo pagaron un alto costo, señala el fiscal Allan Hernández.
«Dudo que ellos conozcan que su trabajo en la calle recolectando, arriesgándose, incluso pagando con cárcel quede de esa forma en pocas manos para beneficios personales», explica.
Una de las reglas centrales en la MS 13 es repartir los beneficios que se consigan, como lo haría cualquier familia.
Aprovecharse del trabajo de otros o quedarse con algo de forma indebida se castiga con la muerte.
De hecho la mayoría de los miembros de la Mara Salvatrucha son pobres.
«Viven en una condición bastante deprimida económicamente, día a día se arriesgan o están pagando con cárcel», comenta Hernández.
Una situación muy distinta a la de los integrantes de La Federación, a quienes incluso se les confiscaron casas y autos de lujo.
«La estructura ha sido expuesta para que todos los miembros del nivel más bajo se den cuente a dónde realmente están caminando y es el destino de los bienes que arriesgándose han recolectado», agrega.
¿Hasta dónde se logró afectar a la MS13 con la Operación Jaque? Es temprano para saberlo, responde el funcionario de la FGR.
El caso sólo abarca un sector del país controlado por la pandilla, pero existen otros donde la situación es aún más compleja.
Lo más importante, insiste, es que se concretó un nuevo esquema de investigación que puede funcionar en otros terrenos.
] BBC