] MÉXICO. * 20 de octubre de 2016.
Luis Miguel ha resucitado como lo hacen ahora las estrellas: en Instagram. Un famoso cantante o una célebre actriz ya no tienen que subirse a un escenario y hacer piruetas con la voz o plantarse delante de una cámara para demostrar que están vivos. Basta con un buen enfoque, unos cuantos filtros y una sonrisa para la ocasión. Luis Miguel Gallego Basteri, El Sol de México, que se había apagado para medio mundo, ha aparecido de nuevo ante sus fieles y les grita con una instantánea que ya no es naranja.
El primer paso para abandonar la peor racha del artista es dejar atrás su bronceado sintético —además de sus ojeras de caballo— y posar en una de las tiendas más caras y excéntricas del mundo, la casa Bijan, en Beverly Hills (EE UU). Porque él sigue siendo el dios de la música latina para millones de fans que observan la imagen atónitos, esperando a que de un paso más y acuda a alguno de los conciertos que les había prometido. Aquellos que canceló, dos veces, por una rinofaringitis aguda —un resfriado común— que le ha servido como justificación oficial para no volver a pisar un escenario en un año.
El cantante ha reaparecido después de meses de misterio y especulaciones sobre una posible depresión. Las fotos robadas estos días, en las que no salía bien ni por su lado derecho —el favorito del artista—, además de aquellas que maquillaban un exceso de peso, alimentaron el ansia de losmemes más crueles y convirtieron allatin lover por excelencia en un chiste nacional. Pero Luismi ha vuelto por todo lo alto y ya no se ríe nadie.
Porque, pese a todo, hay pocas cosas en México que unan más que Luis Miguel. Símbolo viviente durante décadas de lo que todos quieren ser: el triunfador, el deseo de las mujeres más guapas, la mejor mesa en el restaurante, la suite más lujosa del hotel. Y qué mejor manera de demostrar que sigue siéndolo que fotografiándose con el heredero de uno de los imperios de la moda más codiciados por los más poderosos del planeta.
Nicolas Bijan, hijo del diseñador iraní Bijan Pakzad, posee una de las marcas más lujosas del mundo de frangancias, relojes, trajes masculinos y accesorios que pulverizarían la tarjeta de crédito de cualquier mortal. Unos calcetines desde 50 dólares (unos 45 euros) y un traje desde 50.000 (unos 45.000 euros). En la puerta de su exclusivo local en Rodeo Drive, Los Ángeles, un Bugatti amarillo valorado en casi dos millones de dólares da la bienvenida a personalidades de la talla de Barack Obama, George Bush y Bill Clinton, así como a George Clooney, Sting, Johnny Depp, Paul McCartney y el príncipe Guillermo. «Nuestros clientes son hombres que esperan lo mejor del mundo y no temen pagar por ello», contaba en una entrevista Bijan hijo.
Para un artista que hace 10 años que no saca un solo éxito, que lleva seis sin producir un disco y que ha roto relaciones con los recintos más importantes de México y Estados Unidos; además de dejar plantados a sus fans dos veces consecutivas, parece que la resurreción le va a salir algo cara.
] El País