#AcapulcoDueles / II
El Brujo Chiripero
] Efecto Espejo
Dicen –quienes les consta y lo sostienen–, que en la presidencia de Acapulco se ha desatado una guerra fría intestinal por el interinato de Evodio Velázquez, entre Arturo Martínez Núñez, secretario técnico, asesor personal del alcalde y futuro coordinador general de la Presidencia (si el Cabildo avala el cargo que el presidente mandó hacerle a medida, el pasado 16 de enero de 2017, instruyendo la modificando del Reglamento Interno, si es necesario, para darle legalidad al nombramiento), y Walfred Giovanni Manrique Pastor, presidente municipal suplente, exsecretario técnico y actual jefe de asesores de la presidencia… y eso que Jesús Evodio Velázquez Aguirre aún vacila, dados los acontecimientos violentos y anárquicos que sacuden Acapulco y su gobierno, entre buscar la reelección o conformarse con una diputación.
Es evidente que en este batalla interna por la vacante de Velázquez predomina la preferencia presidencial por Martínez Núñez, a quien el alcalde cedió la Secretaría Técnica que Manrique ostentó hasta la primera quincena de enero de este año.
Como Evodio mismo explicó, tras el nombramiento de su evidente ‘delfín’ para la sucesión presidencial, «como coordinador general de la Presidencia», Arturo Marrínez tendría facultades plenipotenciarias para injerir en la «Secretaría Privada, Secretaría Particular, Coordinación General de Servicios Públicos Municipales, Coordinación de Asesores, Coordinación de Proyectos Especiales, Dirección de Comunicación Social, Dirección de Relaciones Públicas, Procuraduría de Fomento a la Inversión, Coordinación General de la Zona Turística» y la «Coordinación General de Movilidad y Transporte», restándole autoridad al presidente municipal suplente y jefe de asesores, que gozaba de toda la confianza del alcalde hasta que por «motivos personales» le fueron ‘decomisadas’ todas las atribuciones conferidas desde el inicio del gobierno actual.
Al respecto, aunque la Constitución General de la República establece, según el Artículo 115, que «si alguno de los miembros (de un Cabildo) dejare de desempeñar su cargo, será sustituído por su suplente», en Acapulco (o Guerrero) se ha estilado el apartado que permite que «se proceda según disponga la ley”. Y así se ha hecho, en la mayoría de los casos de desquiciamiento de poder «se han heredado las vacantes a quienes el presidente o titular de una regiduría o diputación recomienda, no a quien la ley consigna», basados en el hecho de que el Artículo 55 de la Ley del Municipio Libre advierte que «las faltas temporales del presidente municipal hasta por quince días serán suplidas por el secretario del ayuntamiento, con el carácter de encargado del despacho, y en las (ausencias) de más de quince días o definitivas, se llamará en primer lugar a su suplente, y sólo en el caso de impedimento o de falta absoluta de éste, el cabildo, por mayoría de cuando menos las dos terceras partes del total de sus miembros, nombrará para sustituirlo a un MUNÍCIPE en funciones”, es decir, «una persona que forme parte del concejo o cabildo de un ayuntamiento», según explicación del abogado José Gilberto García Nava, en un artículo periodístico alusivo a las suplencias de poder municipal.
Cual fuere el caso, y aunque el tema se presta para un sinfín de referencias y argumentos legales y legaloides, lo importante de analizar lo que palpablemente ocurre en los recovecos de la presidencia municipal es preocupante, si se toma en cuenta la ‘anarquía’ (entre comillas, para ser decentes, al respecto) que se vive a raíz de las responsabilidades constitucionales delegadas en un secretario técnico y consejero personal que solo goza de un currículum espectacular pero no de razones sólidas que le permitan asumir las riendas de un gobierno en crisis, como el que evidentemente vivimos los acapulqueños.
Si el desorden y la crisis de ingobernabilidad se viven bajo la supervisión de secretario técnico que no aún no es «coordinador general de la presidencia», ¡no quisiéramos imaginar el desastre gubernamental que se viviría bajo su interinato!
Decíamos en un artículo anterior que si Acapulco sigue igual, en su estado anárquico e hipertenso que vive, lo menos que pudiéramos exigir los acapulqueños es un «trasplante urgente de gobierno», porque dejarle el interinato a quien ya tiene a la ciudad al borde de cataclismo, o casi en coma, ¡sería darle a Acapulco el tiro de gracia que le resta!
«Lo que se ve no se juzga»… que nadie se incomode con la realidad.
Las críticas son constructivas, porque nos interesa Acapulco y porque queremos de vuelta al presidente que «(amaba) a Acapulco y a los acapulqueños» y prometió dar todo de sí por su bienestar turístico, social y cultural.
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