Redacción
] ACAPULCO, Gro. * 29 de julio de 2017.
Efecto Espejo
A raíz de una serie de amenazas, ataques cibernéticos a su portal informativo y acciones criminales que tuvieron como objetivo intimidar, levantar o asesinar al director general de este portal, Ángel Blanco, y al coordinador de fotografía del mismo, Guillermo Villanueva (el martes pasado), Efecto Espejo estará en una breve pausa forzada, en tanto se investigan, denuncian y normalizan el hostigamiento u órdenes de ejecución que han forzado a los editores de este sitio buscar protección externa por las faltas de garantías de seguridad hacia los periodistas y la sociedad, en general, en el estado de Guerrero.
LOS HECHOS
El miércoles 26, luego de realizar videoentrevistas y filmaciones en el interior del Palacio Municipal de Acapulco, donde Ángel Blanco justo cinco días antes había sido intimidado en los perímetros de la Sala de Regidores por el vocero del municipio, José Luis Méndez Rodríguez, por una serie de publicaciones y denuncias relacionadas con enriquecimiento ilícito y nepotismo que el portavoz del alcalde (Evodio Velázquez Aguirre) consideró calumniosas hacia su persona, tan pronto ambos periodistas salieron del ayuntamiento para dirigirse, a pie, a una entrevista en conocido restaurante de Plaza Acapulco, se les parqueó un automóvil Jetta, color blanco, evidentemente sucio, con manchas de grasa o mugre en todas partes, hasta los cristales. El chofer del auto se tomó su tiempo para identificarlos y luego siguió avanzando lentamente delante de ellos hasta la intersección con la calle Manuel Gómez Morín, donde los aguardó para cerciorarse si seguían de largo o doblaban en esa esquina.
Justo cuando se acercaban, sigilosos, para tratar de indagar de quién se trataba, ya que no pudieron identificar al chofer ni relacionar el vehículo con cualquiera que perteneciera a sus amigos o conocidos, el automovilista dio la vuelta en «U», pasándose la luz roja del semáforo, donde los periodistas lo perdieron de vista.
Al bajar por Gómez Morín, justo de la calle José Luis Curiel salieron dos camionetas Suburban, blancas, con vidrios polarizados, y se parquearon justo a milímetros de Guillermo Villanueva, quien iba del lado izquierdo de Ángel Blanco.
Con la misma similitud del Jetta, avanzaron lentamente a la par de ellos.
Los periodistas se detuvieron. La coincidencia con el Jetta eran más que elocuentes y sospechosas.
El copiloto de la primera camioneta (evidentemente el jefe del ‘operativo’) pegó el rostro al vidrio de su ventanilla para mirarlos. En su mano izquierda lucía un reloj vistoso, de color dorado, mientras con la derecha empuñaba un rifle de asalto que sujetaba por la boquilla.
Los periodistas no dejaron de avanzar, sin prisa, pero «a pie juntillas».
Justo cuando quisieron dar un paso hacia atrás, los tripulantes de la segunda camioneta bajaron el vidrio trasero y mostraron sus armas, en clara señal de que se detuvieran, y el que iba cerca de la ventanilla accionó el seguro de la portezuela para abrirla, en espera de alguna orden de ‘levantar’ o disparar, pero sin dejar de mirar a los periodistas y mostrando su rifle (tipo AK47 o R15). El pistolero detrás de él se llevaba la mano al oído, como si por un aparato auditivo recibiera las instrucciones del copiloto de la camioneta delantera del conboy.
Fueron segundos de nerviosismo y tensión, pero gracias a que los tripulantes de la Suburban de atrás bajaron el vidrio de la portezuela trasera, los periodistas pudieron identificar a unos 6 tripulantes tan solo en ese vehículo, morenos, fornidos y calvos o pelo muy corto, estilo militar, y uniformados, con camisas estilo guayabera, blancas. Las camionetas no portaban placas, pero irrefutablemente eran de modelo muy reciente, porque hasta brillaban bajo los reflejos del sol.
Milagro o no, coincidencia o no, los aproximadamente 9 o 10 integrantes del conboy —al cual luego se sumó a distancia de unos 20 o 30 metros el Jetta blanco–, aguardaban órdenes, pues cuando los periodistas intentaron dar unos pasos hacia atrás y evadir los vehículos, la camioneta de adelante avanzó unos centímetros y se aparcó de forma diagonal sobre el carril derecho de la avenida, mientras que la unidad de atrás dio marcha en reversa para cerrarle el paso a los periodistas, quienes aprovecharon esos segundos de distracción y la llegada oportuna de tres militares y tres marinos que recorren a pie la avenida costera Miguel Alemán, por tratarse de temporada turística en Acapulco, además de un grupo de turistas que entraron por el carril izquierdo, desde la costera Alemán, para acelerar el paso y refugiarse en una tienda Oxxo, ubicada en esquina con la principal arteria turística del puerto y la calle Gómez Morín.
Conscientes de que no podían estar seguros allí por mucho tiempo, cada uno de los periodistas salió por su lado, no sin antes en ponerse de acuerdo en no solicitar auxilio a los militares debido a algunos hechos de inseguridad –secuestros, extorsiones, ejecuciones– en los que buen número de elementos de la Sedena y Policía Federal han estado inmiscuidos.
Cada uno abordó un taxi, tras capotear el tráfico y cruzar hacia el otro lado de la costera, justo en los perímetros del hotel Krystal, y se dirigió a lugares distintos, pero lograron percatarse que las unidades arriba mencionadas iban tras ellos, pero no los alcanzaron, quizá por la confusión de no haberse percatado que vehículos tomaron.
Ángel Blanco cambió de unidad cuadras más adelante, donde pidió ayuda a una pareja de mujeres que salía de un centro comercial y decidieron llevarlo a casa de ellas, desde donde llamó a su esposa y le comentó que estuviera alerta, en caso de que no lograra llegar con vida a casa, para que se fuera de la ciudad, sin preguntar más, junto con sus hijos.
AGRESORES PARCIALMENTE IDENTIFICADOS
Por la descripción aportada a compañeros y amigos, tanto del gremio como la política, se pudo concluir que los tripulantes y las unidades utilizadas para ‘levantar’, asesinar o intimidar objetivamente a Ángel Blanco, quien ha denunciado repetidas veces los abusos, corruptelas, promesas políticas fallidas, como el de «orden y paz», malversación de recursos, viajes de placer a costa del erario público y enriquecimiento ilícito de algunos funcionarios de primer nivel y familiares del mandatario estatal, pertenecen al grupo de escoltas del gobernador Héctor Antonio Astudillo Flores, quien se ha caracterizado por ser un político hermético, reacio, insensible, tanto a libertad de expresión como para con los periodistas que no le rinden culto y se resisten a las coacciones orquestadas desde la dirección general de Comunicación Social, de la cual es titular Érika Lorena Lhürs Cortés, política ligada al grupo del diputado federal y exalcalde priísta de Acapulco, Manuel Añorve Baños, que no oculta su repulsiva soberbia y apatía hacia los periodistas que no promulgan, primeramente, con su jefe supremo, Manuel Añorve, y su jefe inmediato, Astudillo, a quien, sin embargo, más estorba que ayuda con su vedetismo y elitismo político con que administra la oficina de prensa a su cargo, como si fuese una secretaría más del PRI.
«Las unidades, tal como se describen, han sido utilizadas antes por los mismos elementos descritos (calvos, morenos, fornidos, uniformados), para presionar o intimidar a otros periodistas y corresponsales de diversas regiones, que no han corrido con tanta suerte como tú ni Guillermo. No hay duda, son los mismos. Y aunque no puedo asegurar que son los escoltas del gobernador, sí puedo asegurarte que son unidades que sólo utiliza el Gobierno del Estado; y respecto a los elementos, son las mismas descripciones del personal que escolta o resguarda al gobernador», le refirió a Ángel Blanco un amigo que trabaja para una empresa que tiene relaciones muy cercanas con el gobernador y su gabinete.
AMENAZAS Y UN ÚLTIMO MILAGRO
Luego del atentado fallido contra Ángel Blanco, hacia quien iba dirigido exclusivamente el ‘levantón’ o asesinato del martes pasado, las denuncias continuaron.
Como en ocasiones anteriores, se le advertía que a su familia y colaboradores «tarde o temprano se los (iba) cargar la chingada».
Este sábado, 29 de julio de 2017, justo después de recibir una llamada telefónica de Rigoberta Román Olea, fiscal estatal para atención a agravios de periodistas, exactamente a las 08:09 horas, dos agentes federales tocaron fuertemente a la puerta de Ángel Blanco. Patearon la puerta, pero dijeron que llevaban un documento para él, en el cual supuestamente se le requería en «la Fiscalía» (no dijeron más detalles) para tratar «un asunto relacionado con su caso».
Anteriormente, la casa de Ángel Blanco ya había sido allanada por agentes federales, elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y de la Fiscalía estatal, en busca de drogas y armas, porque supuestamente habían recibido una denuncia anónima de que esa era una «casa de seguridad» de criminales. Para tal efecto, llevaron mazos, arietes y refuerzos de unos 20 o 30 elementos. Con el ariete trataron de derribar la puerta e indagaron con los vecinos a qué se dedicaba Ángel Blanco, pese a haberse identificado como director general de Efecto Espejo.com y corresponsal de la revista de circulación nacional «IQ Magazine». (La denuncia fe presentada en tiempo y forma, pero rechazada por la delegación de la Coddehum en Acapulco, porque su titular, Ramón Navarrete Magdaleno, se declaró incompetente por los nexos de amistad y compadrazgo que sostenía con algunos de los implicados, se declaró incompetente por los nexos de amistad y compadrazgo que sostenía con algunos de los implicados y porque, supuestamente, había recibidos amenazas y advertencias para que no atendiera este caso. No obstante, se sentó precedente ante la CNDH, QVG/DGAP/020359, el 22 de marzo de 2012, pero no fue ratificada por las amenazas subsecuentes de que si se continuaba con la denuncia, irían primero con los hijos del periodista a la escuela donde estudiaban, luego con la esposa y por último Ángel Blanco. Debe aclararse que Guillermo Villanueva Orozco fue testigo de este rechazo).
En aquel incidente, encañonaron hasta la hija de 3 años del periodista, y a él pretendieron llevárselo, pero las alertas telefónicas hacia compañeros y la solidaridad de algunos vecinos evitaron ser privado de su libertad. El periodista forcejeó y, pese a los golpes recibidos, impidió que se llevaran a su hija, a quien ya habían sustraído de la cocina donde instintivamente había corrido, llorando, a ocultarse. La esposa e hijo mayor de Ángel Blanco también intentaron ser sacados a empellones, pero quizá pensaron que llevándose a la niña, Ángel Blanco iba dejar de resistirse al ‘arresto’.
Este sábado, Ángel Blanco ya no cayó en el ardid. Salió por el cuarto de servicio, saltó hacia la casa de su vecino y con lo que traía puesto optó por abandonar la ciudad.
Esposa e hijos ya no estaban en casa. Tras el fallido ‘levantón’ o ‘ejecución’ del martes pasado ya se hallaban fuera de –aparente– peligro.
Efecto Espejo deja muy en claro que Ángel Blanco es un periodista incómodo para el sistema, pero es un periodista que se ha negado rotundamente a dar cabida en este espacio web y las redes sociales donde comparte sus publicaciones a todo tipo de hechos violentos relacionados con el narcotráfico y crimen organizado, ni a favor ni en contra. Por esos motivos Efecto Espejo, de antemano, rechaza que las amenazas, intimidaciones e intentos de acabar con la vida del director general de Efecto Espejo tengan relación con el crimen organizado o el narcotráfico, como casi siempre argumenta el gobierno en torno a los asesinatos de periodistas, que son producto de su labor y cobertura a los hechos violentos que sacuden el país.
¿QUÉ PASA EN GUERRERO?
«¿Qué pasa en Guerrero? ¿A quién incomodan los ‘periodistas insubordinados’ de Guerrero?», preguntó Ángel Blanco en su último posteo en redes sociales, donde da cuenta del levantón de una compañera de Chilpancingo, a manos de elementos en unidades con las mismas características que los que a Guillermo Villanueva y Ángel Blanco pretendieron ‘levantarlos’ o ‘asesinarlos’ en Acapulco, solamente que esta vez fueron «encapuchados», refirió más tarde la periodista en su denuncia que decidió presentar en la delegación estatal de la PGR.
El acoso e intimidación gubernamental contra el director general de Efecto Espejo no es nuevo. Data desde sus servicios como corresponsal acreditado en el estado de Guerrero para la revista Quehacer Político (1995-2001, 2008) y la Agencia Proceso (1995, 1997), medios de circulación nacional para los cuales realizó coberturas de interés internacional, como «Aguas Blancas» (1995), el surgimiento del «EPR» (1997), la persecución hacia la Organización Campesina de la Sierra del Sur (OCSS), (1996), y la masacre de «El Charco» (1998). Desde sus inicios en El Sol de Acapulco (1987) Ángel Blanco ha sido estigmatizado como un periodista rebelde, insubordinado, por su estilo periodístico desinhibido y «ácido», como lo llaman algunos de sus lectores, que durante 30 años ha incomodado tanto al sistema como a sus propios compañeros, irónicamente.
En mensajes y correos electrónicos enviados meses atrás, se le advirtió que si no le bajaba de «huevos» a sus publicaciones, a la esposa del jefe de Información de Efecto Espejo la iban a dejar «en cachitos en las escalinatas del Ayuntamiento» de Acapulco –promesa que cumplieron a medias, levantando al exjefe informativo de este portal–, y que a la esposa e hijos de Ángel Blanco los iban a dejar en «pedacitos por toda la costera, desde la Base Naval hasta la Gran Plaza».
Pese a las denuncias, ni la Comisión Estatal Defensora de los Derechos Humanos (Coddehum) quiso dar acceso a la queja del periodista, motivo por el cual, en esta ocasión, ambos periodistas rechazaron la oferta de ayuda de parte de la Coddehum, la Fiscalía Especializada para Investigar Delitos contra Periodistas en Guerrero (dependiente de la Fiscalía General del Estado), el Mecanismo de Coordinación Ejecutiva Estatal del Mecanismo de Protección a Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas (dependiente de la Secretaría General de Gobierno), y optaron por hacer público un manifiesto en redes sociales, donde Ángel Blanco, con el aval de Guillermo Villanueva, responsabiliza directamente de cualquier atentado contra su esposa e hijos, y la familia de su compañero Guillermo Villanueva, al gobernador Héctor Antonio Astudillo Flores», y apela a los organismo nacionales e internacionales, como Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos cometidos contra la Libertad de Expresión (FEADLE), y la mismísima Comisión Interamericana de los Derechos Humanos (CIDH), para que no solo consideren su caso sino también miren hacia Guerrero, hacia Acapulco, donde no solo la ciudadanía vive y duerme en temor, sino también los periodistas que han sido etiquetados como «insubordinados» y a los cuales el presente régimen parece tener intenciones de exterminar, en vista de que esta misma semana al menos otros tres periodistas han sido intimidados, levantados y agredidos físicamente en clara advertencia de que «se callan o los callamos a la fuerza», como le dijeron a la compañera a la que asegura le fracturaron una costilla, tras el atentado perpetrado en Chilpancingo horas después del fallido levantón a Ángel Blanco y Guillermo Villanueva, en Acapulco.
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