* Periodistas al grito de guerra
Jiribilla Costeña
] El Brujo Chiripero
Estimado lector:
El oficio del periodista se llama periodismo.
Este trabajo es su medio de vida, el sustento de su familia, de sus necesidades básicas.
No confundas su profesión ni lo prejuzgues por prestar sus servicios a personas, instituciones o figuras públicas con las que no simpatizas o promulgas. No porque critique, denuncie o informe de hechos no agradables de tus políticos consentidos, con tus peyorativos e improperios el periodista deja de ser periodista o, viceversa, no porque hable bien del político con quien simpatizas se convierte en periodista.
Si quieres un periodista exclusivo a tus intereses, contrata uno: Págale y, entonces, exígele exclusividad. En caso contrario, recuerda que el periodista tiene dos compromisos vitales: uno, con la verdad y, segundo, con la información, pero jamás exclusividad con ideología alguna. Quien lo hace, es porque ha pedido la vergüenza, el sentido u objetivo de su profesión. Empero, si tu verdad no se satisface con lo que el periodista difunde, no es culpa del periodista. Cada individuo es diferente y, como tal, debe buscar satisfacer sus necesidades informativas, pero solo porque un periodista no satisfaga tus necesidades informativas no significa que el periodista es ‘chafa’, vendido, ‘chayotero’ o mentiroso. Aunque su compromiso es la verdad y la información, el periodista puede hablar de cualquier tema y realizar trabajos para cualquiera que que contrate sus servicios, mientras no desvíe y no comprometa deliberadamente sus objetivos ni principios; hacerlo —prestar sus servicios a terceras personas— es, de hecho, una cuestión de conciencia que el mismo periodista debe valorar y deliberar.
Así como el doctor cobra sus consultas y el maestro cobra por educar o el abogado por defender y el taxista por transportarte, así un periodista cobra por su trabajo de mantenerte informado de los hechos noticiosos, de manera libre, imparcial y apartidista, hablando en el terreno profesional o el criterio común del asunto.
Criticar a un maestro, abogado, albañil, plomero o carpintero, que cobra por su trabajo, sería ridículo. Y aún en estos oficios hay acuerdos y tratos que se convienen según intereses y beneficios, y nadie dice nada, al respecto. Los tratos o acuerdos periodísticos son iguales, con la excepción que la sociedad exige del periodista una ética y exclusividad que la misma sociedad no comparte cuando salen afectados o contrapunteados sus intereses.
Por lo tanto, estimado lector, deja de prejuzgar al periodista o medio de comunicación que vende sus espacios publicitarios como medio de sustento o supervivencia, solo porque te sientes “traicionado”, entre comillas, por el periodista que dejó de escribir temas que eran de tu agrado y de pronto también escribió temas que te ofenden, molestan o exhiben y desenmascara a ‘deidades’ políticas que para ti eran ‘sagradas’.
No, estimado lector, no todo el periodista que habla de políticas y personajes que no son de tu agrado es porque el periodista haya sido ‘chayoteado’, se haya vendido o halla traicionado sus principios.
Hay periodistas que viven de comisiones publicitarias y hay quienes se prostituyen por un convenio publicitario, un ‘chayote’ o una ‘mesada’. Tú valora y delibera, al respecto, pero nunca olvides que como tú, estimado lector, o cualquier otro trabajador, el periodista vive de su trabajo, cobra por sus notas informativas, columnas o editoriales, fotografías o espacios publicitarios.
Mientras tú no le pagues por informarte con exclusividad o por
Información que quieres oír, ver o leer, no prejuzgues a un ser humano que, en su faceta de periodista, también tiene derecho a ganarse la vida ejerciendo su oficio.
Y tú, político marrullero y oportunista, deja de servirte de los periodistas y pagarles sus servicios como si fueran limosneros.
Tú, político ‘matraquero’, que exiges te saquen bonito en las fotos y que hablen bien de ti en los medios y redes sociales, valora un poquito más el trabajo periodístico y deja de dar limosnas por un servicio del que sólo tú sales beneficiado, porque para nadie es un secreto que, una vez que consigues tus intereses, el periodista se vuelve tu enemigo y hasta lo acusas o lo exhibes cuando busca tu ayuda o le rehúyes como si fuera la peor peste que trataras de evitar.
Y, claro, “periodista limosnero y chayotero”, deja de vender barato tu trabajo, porque por tu culpa muchos políticos golondrinos, chapulines y oportunistas, ven a todos los periodistas como limosneros.
Y tú también, periodista que te quejas de los periodistas farsantes, limosneros, tranzas y chayoteros, ¡valórate tantito! Si te quejas, predica con el ejemplo: “Vive o sobrevive y ejerce tu oficio con ética, profesionalismo y dignidad”.
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