E d i t o r i a l
«La Cuarta Transformación es solo un nuevo estilo de vida de Andrés Manuel López Obrador y su camarilla en el poder; no tiene nada qué ver con mejorar las vidas de los mexicanos. La #4T está impregnada de los mismos vicios y la misma mafia que engendró a AMLO en el PRI; AMLO es un ‘semidios’ autócrata y caprichoso que le gusta el buen vivir, aunque públicamente navegue con perfil bajo. Es un ‘mesías fifí’ que navega con disfraz de populista y predica sin poner el mínimo ejemplo de sus sermones».
El «México transformador» de AMLO es marca propia, lo que ocurra durante su mandato es gloria o deshonra propia, de nadie más. ¡Que no nos venga con el cuento que le heredaron un país en ruinas! Si el México de AMLO atraviesa por un evidente y peligroso estado fallido no es culpa de sus antecesores, sino de quien gobierna. Él se autoproclamó el «Salvador de México», él prometió una República nueva, un cambio casi mágico desde el primer día de su mandato, ¡que no nos salga ahora que le dejaron un cochinero! El asunto es simple: ¿Puede o no puede? Si no puede, conoce la respuesta.
Tal parece que en 18 años de campaña López Obrador jamás trazó o ideó un plan de gobierno; criticar, injuriar y descalificar le resultó mejor negocio; por eso hoy su gobierno «hace aguas» y se hunde en el retroceso, porque su arte no es gobernar, sino descalificar. Apenas cuatro meses y el oropel de su #4T comenzó a descarapelarse. Los 30 millones que votaron por una nueva República se desilusionan y desertan. ¡Apenas cuatro meses y la Cuarta Transformación ya no suma, solo resta y decepciona!
AMLO escupe, despotrica, acusa, señala, pero sus adjetivos no logran superar ni siquiera ningún adverbio. Todo sigue quedando en rabietas, advertencias, intimidaciones, pero no hay señales de combates reales contra la corrupción, la pobreza, la marginación y la violencia.
Su hipnosis comienza a perder su efecto… ni siquiera ha cumplido el año y la defraudación lleva ha superado la cuarta dimensión de la realidad relativa. Las estadísticas no mienten, en cuestión de inseguridad, las cifras revelan que el México pacifista y transformador de AMLO, al ritmo que avanza, amenaza superar al México violento heredado por el PRIAN.
En porcentaje redondeado, 70 millones de mexicanos que se abstuvieron de vender sus almas a la Cuarta Transformación el 1 de julio de 2018 no concuerdan con esa minoría de 30 millones que siguen rezándole a tos los santos de Macuspana y la nueva Amlochtitlán para que San AMLO recobre su vitalidad mental y carbure que ya no es oposición, que ya caducó la etapa de las descalificaciones y las críticas y que ahora, como Presidente de México, solo le resta gobernar y dar lo mejor de sí para todos los mexicanos que demandan un Presidente a la altura de las exigencias que vive el México en espera de una verdadera era transformadora y segura para sus habitantes, no solo para los hijos de la –hasta ahora– fallida Cuarta Transformación.
Lo dice bien The Wall Steet Journal, en su columna «The Americas«, de Mary Anastasia O’Grady (28 de abril de 2019): «El México de Andrés Manuel López Obrador vive un retroceso que va en contra de las promesas que hiciera durante su campaña; va en la dirección opuesta, centralizando el poder, tratando de gobernar por la vía del decreto y la intimidación, y expandiendo el rol del Ejército en (su) gobierno»… en contra, inclusive, de sus propias proclamas transformadoras que, según los hechos, «no tiene nada qué ver con mejorar las vidas de los mexicanos», sino solo satisfacer el estilo de vida de la nueva clase política en el poder.
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