Un Rapidín
con Ángel Irra Carceda
angelirracar@hotmail.com
La impunidad encontró carta de residencia en Chilpancingo.
Jamás, nunca, como ahora, los trabajadores municipales sufren el embate de autoridades que se autoproclaman como amigos de la clase trabajadora y, además, constantemente los convocan a sumar esfuerzo para sacar adelante el trabajo del Ayuntamiento.
Se autoproclaman como austeros, transparentes en su función, y más, muchos más de ese discurso propio de los demagogos.
Sí, de aquellos que engañan para alcanzar sus ambiciones, pues, y que una vez logradas únicamente se preocupan por sus intereses, olvidándose del bien común.
Pero, habrá que reconocer que lo anterior es propio de quienes conforman la especie política.
Se puede afirmar que, como se sostiene, “todos son iguales”, pero también habría que señalar que hay niveles.
Y lo más bajo de esos niveles se palpa en Chilpancingo, porque se sacrifica a los trabajadores que se “heredan” con despidos, bajo el argumento de que es necesario “adelgazar la nómina”.
Y adelgazar la nómina es correcto, prescindiendo de aquellos que sólo cobran sin trabajar. Viles “aviadores”, pues.
Pero cuando se esgrime ese argumento y, por otro lado se “embaraza” la nómina con recomendados y además con muy buenos sueldos, entonces la puerca ya torció el rabo.
Y eso es lo que sucede en Chilpancingo. Recomendados en prácticamente todas las áreas del “H”, y muchos -por cierto- provenientes de Acapulco. Conste, no de Chilpancingo, que son los menos que aquellos, sobre todo en cargos buenos.
El descontento social, por eso y por otros muchos casos, va a la alza en Chilpancingo. Y el PRD se perfila hacia la derrota en las elecciones del año próximo.
Presumen ser “El Gobierno de la Gente”. Ajá. El punto es que no aclararon oportunamente a qué gente se referían.
Si su servidor fuera el dirigente sindical de la Sección 32 del SUSPEG, que aglutina a trabajadores de la Comisión de Agua Potable y Alcantarillado de Chilpancingo (CAPACH), pararía indefinidamente las labores.
No soportaría las constantes burlas hacia mis representados. Literalmente me levantaría en armas, y mandaría a la fregada las amenazas de denuncias o actas por abandono de empleo que les tiran en la cara.
Les gritaría de frente a las autoridades municipales: jodido, sí, pero sumiso jamás.
Pero también sabemos que los dirigentes sindicales –ojalá y no sea el caso en la CAPACH- se aprovechan para vender movimientos de inconformidad.
Señores, existe una Ley Federal del Trabajo que defiende sus intereses. Háganla valer, y punto.
Este lunes 24 de febrero, nuevamente no les pagaron la segunda parte de su aguinaldo.
¿A quién diablos tienen de abogado o abogada? ¿Defiende o no sus derechos laborales? ¿O ya le habrán llegado al precio?
¿Le temen tanto a un alcalde y a una directora que les promete y promete y al final no les cumple?
Será que acaso, como se ha acuñado, ¿tienen a las autoridades que se merecen?