] CIUDAD DE MÉXICO. * 3 de junio de 2020.
| AP.
Hace semanas, Jorge Mier y Terán, director de protección civil del estado mexicano de Tabasco, uno de los más afectados por la pandemia y donde pegan con fuerza las lluvias, pidió tener al día los registros de contagiados por el nuevo coronavirus en comunidades vulnerables por las tormentas.
Después asignaron un albergue exclusivo para personas no hospitalizadas pero con COVID-19 en cada municipio -hoteles, escuelas, deportivos- y se advirtió a la población: si sus viviendas podían ser afectadas por las lluvias, la prioridad era buscar alojamiento con familiares, algo que han recomendado encarecidamente las autoridades estadounidenses a su población este año.
Esta semana, las autoridades mexicanas y de El Salvador han empezado a poner a prueba sus planes tras la llegada de las dos primeras tormentas de la temporada justo cuando las cifras de contagiados en México baten nuevos récords y la pandemia complica las operaciones de emergencia y rescate.
El miércoles, cuando Cristóbal tocó tierra en el sudeste mexicano, Mier y Terán evacuó a 75 personas de dos comunidades, se revisó que no tuvieran temperatura o síntomas y, como no había ningún caso sospechoso, todo pareció ir bien. Sin embargo, expertos y autoridades han comenzado a advertir del reto que supone mantener a salvo a la población ante la actividad ciclónica que se avecina manteniendo a raya la pandemia.
“El COVID sin duda complica la logística operativa”, subrayó el funcionario mexicano. Hace falta más preparación, más equipos y más prevención.
Cristóbal, que surgió esta semana de los remanentes de la tormenta Amanda, se debilitó el jueves y avanzaba por tierra a lo largo de la frontera entre México y Guatemala antes de un previsible giro en dirección a Estados Unidos para finales de semana. A su paso, ambos meteoros dejaron al menos 30 muertos entre El Salvador, Guatemala y México, y pusieron de relieve la importancia de acelerar la puesta en marcha de medidas para atender esta combinación de lluvia y virus.
El Salvador ha sido el lugar más afectado por las lluvias hasta el momento, con al menos 27 muertos y más de 11.000 evacuados. Su ministro de Salud, Francisco Alabí, fue muy claro al enunciar el problema.
“El desarrollo de la emergencia por la tormenta de alguna manera va a tener incidencia en el desarrollo de la enfermedad”, advirtió, y no descartó que los contagios puedan aumentar si la población está más expuesta debido a daño o destrucción de sus viviendas.
Ante esta realidad, los expertos han aconsejado la detección y separación de los casos sospechosos cuando tiene lugar una evacuación, tener albergues con menos gente o con más espacio entre las personas, contar con estrictas medidas de higiene y tener todo muy bien señalizado, indicó Carlos Valdés, exdirector del Centro Nacional de Prevención de Desastres de México y académico de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en Costa Rica.
Las autoridades mexicanas y salvadoreñas ya empezaron a implementar parte de estas recomendaciones, como monitorear si hay síntomas y aislar a sospechosos, pero el gran reto, según Valdés, será qué hacer con las personas asintomáticas, porque ante una emergencia hacer pruebas antes de evacuar o de un rescate “es inviable”.
En El Salvador, uno de los países más estrictos en su aislamiento para evitar la propagación del nuevo coronavirus y que tiene confirmados unos 2.700 casos, los damnificados por las lluvias de esta semana eran revisados al llegar a los albergues. Se les tomaban la temperatura, se les daba mascarillas si no tenían y aunque en algunos lugares había hasta 300 personas, las colchonetas donde dormían se colocaron a dos metros de distancia unas de otras. Los grupos familiares se intentaron mantener juntos y en espacios separados y se apartaba a todo aquel que tuviera algún síntoma para darle seguimiento.
El ministro Alabí aseguró que, por el momento, no se ha reportado ningún caso positivo de COVID-19 en los 210 albergues a los que fueron trasladados los evacuados.
Las autoridades mexicanas dijeron que dos centenares de personas fueron sacadas de comunidades en varios estados del sureste por miedo a inundaciones pero no se pronunciaron sobre casos sospechosos. México tiene más de 100.000 contagiados y 11.700 muertes por COVID-19.
El coordinador nacional de Protección Civil, David León, aunque participó en la conferencia matutina del presidente Andrés Manuel López Obrador para informar de las afectaciones por el paso de la tormenta tropical, no se refirió a la pandemia.
En respuesta a una solicitud de comentario a su departamento, The Associated Press recibió el link de la guía distribuido por todo el país con los protocolos para actuar en caso de emergencias combinadas con el coronavirus y en donde se contemplan la mayor parte de las recomendaciones descritas por Valdés.
Este año se prevé una intensa temporada de huracanes en México, muchos de los cuales afectan también a Centroamérica, que se prolongará hasta noviembre y las autoridades sanitarias alertaron, por su parte, del peligro de la combinación del COVID-19 con la influenza que habitualmente comienza en septiembre.
El COVID-19 representa nuevos retos para las familias de las zonas más pobres que, además de sentir miedo de perder sus pertenencias temen contagiarse. También es todo un desafío para los equipos de rescate, como los que el jueves intentaban sacar a una familia de una comunidad en las afueras de San Salvador que había quedado bajo los escombros de su vivienda.
Por otra parte, el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados advirtió que las lluvias en El Salvador, que han afectado en mayor o menor medida casi a 30.000 salvadoreños, han exacerbado las condiciones de vulnerabilidad de las personas desplazadas por la violencia y las pandillas.
El resultado que augura Valdés es que la epidemia en la región “será un problema por más tiempo e irá cambiado la forma de propagación”. Por ello, advirtió de la importancia de sensibilizar a la población máxime cuando con la lluvia pueden aumentar otras enfermedades.
“La gente tendrá la idea que el agua limpia el virus”, afirmó el académico. “Pero se nos olvida que es agua y jabón, agua sola no lo deshace”.