] CIUDAD DE MÉXICO. * 18 de septiembre de 2020.
| AP.
La tensión entre el presidente Andrés Manuel López Obrador y la prensa de México crece.
Aunque el mandatario es el jefe de Estado que más veces se presenta ante los medios para responder a cualquier pregunta -casi diariamente en las conferencias matutinas, llamadas coloquialmente “mañaneras”- su acoso verbal contra la prensa crítica, en muchas ocasiones con nombre y apellido, se ha incrementado y con ello la respuesta de los medios. Mientras tanto, la violencia real contra los periodistas mexicanos continúa.
El último capítulo de esta creciente polarización -que es también cada vez más notoria en toda la sociedad- fue la publicación la tarde del jueves de un desplegado en favor de la libertad de expresión firmado por 650 intelectuales. En él se denunció que la prensa está “bajo asedio” ante “un discurso permanente de estigmatización y difamación” del presidente que pone en peligro la democracia y siembra el odio. “Esto tiene que parar”, escribieron.
Al igual que cuando algunas portadas de medios nacionales han arremetido contra él, la respuesta fue inmediata.
“Yo no odio, yo soy pacifista”, dijo el viernes. “Nosotros no vamos a censurar a nadie, no vamos a perseguir a nadie, van a tener siempre garantizadas todas sus libertades, no somos autoritarios”, agregó. “Todo este grupo siempre apoyó la política neoliberal y ahora se sienten ofendidos cuando deberían de ofrecer disculpas, porque se quedaron callados cuando se saqueó al país”.
El desplegado estaba firmado tanto por reconocidos escritores y académicos como por conocidos opositores al gobierno y denunciaba también amenazas judiciales a medios críticos.
En este sentido, sólo ha habido un caso sonado, en agosto, cuando el gobierno anunció una multa de 45.000 dólares contra una revista de trayectoria crítica con el presidente con el argumento de que había presentado documentación falsa al tramitar una factura. Además, prohibió a las agencias federales que insertaran publicidad en ella. Los colectivos periodísticos consideraron excesiva la multa.
Más allá del pronunciamiento de esta semana, las organizaciones de defensa de la libertad de expresión llevan meses alertando de una situación cada vez más explosiva.
Lo que al inicio de la administración eran burlas a la prensa “fifi” -calificativo con el que López Obrador se refería a los conservadores- se convirtió poco a poco en fuertes diatribas cada vez más habituales contra medios nacionales e internacionales que, según el presidente, están vendidos a intereses neoliberales. También aumentaron las denuncias con nombre y apellido contra informadores que, en ocasiones, sufrieron después intimidaciones en redes.
“El lenguaje estigmatizante es muy dañino para la libertad de expresión y el incentivo para cometer violencia (real) contra la prensa y los intelectuales es muy grande”, dijo a AP Jan-Albert Hootsen, representante en México del Comité para la Protección de Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés), una ONG con sede en Nueva York.
“Este gobierno no esta haciendo el tipo de censura directa que gobiernos pasados han hecho y eso es positivo”, agregó Hootsen. “Pero la violencia contra la prensa está al mismo nivel o hasta más, las políticas publicas no han resultado en una mejora (a la libertad de expresión), la procuración de justicia en crímenes contra la prensa es muy deficiente, los mecanismos de protección son meramente reactivos y los periodistas siguen siendo blancos muy fáciles de violencia”.
Según el recuento del CPJ, en los casi dos años de este gobierno han sido asesinados 15 periodistas -el último este mismo mes, Julio Valdivia, decapitado en Veracruz-, mientras que en el sexenio de Enrique Peña Nieto mataron a 39.
La organización de defensa a la libertad de prensa, Artículo 19, publicó el lunes un informe en el que documentó
Por su parte, Reporteros sin Fronteras considera a México como el país más peligroso del continente para ejercer el periodismo y en marzo dijo que cuenta con “depredadores digitales de la libertad de prensa”, es decir, empresas o agencias gubernamentales que usan tecnología digital para espiar y hostigar a periodistas.
López Obrador insiste en que es el presidente más atacado y el único que se somete a las preguntas diarias en sus “mañaneras” pero para Hootsen, aunque es cierto que cualquier reportero puede preguntar sobre cualquier tema en esas conferencias, un ejercicio “inédito” entre los gobernantes, lamentó que no se traduzcan en un espacio de transparencia porque el presidente “no rinde cuentas”.
El representante del CPJ agregó que en México existe un sentimiento negativo sobre el papel de los medios en el pasado, en ocasiones totalmente dependientes de la publicidad oficial y, por tanto, complacientes con el poder, pero eso “nunca debe ser una justificación para entrar en un juego de descalificación e intimidación del periodismos crítico porque si no, quitas a la sociedad el derecho a la Información”.