] Jacko Badillo
Desde que Dios me ha dado la oportunidad de tener un poco más de lo que mi familia necesita para compartir con nuestros semejantes, me ha gustado visitar y recorrer las comunidades rurales de Acapulco, conocer su gente, sus costumbres y la forma en que enfrentan la vida en el día a día.
Después de la pesca, que es una de mis grandes pasiones y la disfruto prácticamente cada domingo, otro de nuestros pasatiempos con los cachorros, como le digo a mis hijos, es justamente eso, salir a los pueblos a convivir con sus habitantes, entrar en contacto con la naturaleza, con los animales, la vegetación, el campo, con todas las maravillas que nos ofrece.
Ello me ha permitido no solamente tener una radiografía de todas las carencias que enfrentan y de las condiciones precarias en que sobreviven miles de familias a consecuencia de la falta de oportunidades y en gran medida por el olvido en que las mantienen los tres ámbitos de gobierno.
Pero también, me ha dado el privilegio de conocer a muchísimas personas, gente muy noble, trabajadora, honesta, que brinda la amistad sincera y que con mucho gusto se quita el bocado de la boca para invitar a su mesa a compartir los sagrados alimentos.
No por nada tengo el gusto de contar en cada pueblo con infinidad de compadres, comadres, ahijados y muchos amigos a quienes me alegra poder saludarlos, y siempre que se puede también llevarles algunos beneficios a sus comunidades, como ya lo dije, con la bendición de Dios, con recursos propios, producto de nuestro esfuerzo pues nunca he tenido cargos públicos y por lo mismo nunca he manejado recursos del gobierno.
Nunca he negado la aspiración de gobernar a mi querido municipio, lo hemos intentado y lo seguiremos haciendo porque no hay peor lucha que la que no se hace, en ese deseo genuino de servirle a los ciudadanos con una buena administración, ejerciendo el poder que brinda el pueblo con responsabilidad, pero sobre todo con mucha honestidad.
Sé que lo vamos a lograr, y mientras estemos en el cargo, así como lo hemos venido haciendo desde hace años, siempre vamos a estar cerca visitando las comunidades y apoyándoles en lo que se pueda, y lo seguiremos haciendo mientras Dios nos preste vida, porque si hay algo que no tiene comparación y no se compra con nada, es el calor humano de la gente del pueblo.
Mientras tanto… ¡Jálalo que es pargo!