CIUDAD DE MÉXICO. * 22 de enero de 2021.
] Efe.
«Estamos vivos y a sus órdenes, la plaza de Garibaldi sigue viva», fue la frase de bienvenida y de batalla que el mariachi Víctor Sánchez López le ofreció a Efe, este jueves 21 de enero del 2021 en el Día del Mariachi, uno de los sectores más azotados económicamente por la pandemia en México.
Este 21 de enero se cumplieron diez años del día en el que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) declaró al mariachi como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Sin embargo, dicha celebración llega en un momento de angustia e incertidumbre prolongada desde el arribo de la pandemia del coronavirus a inicios del 2020 y que hasta el momento suma 1,68 millones de contagios y más de 144 000 muertes en México.
Desde entonces los mariachis, acostumbrados a ser parte de reuniones, fiestas y eventos, han tenido que sobrevivir las duras condiciones de la escasez de estos eventos, el cierre o restricciones de los restaurantes, así como la falta de turismo nacional e internacional.
«Hoy es el Día del Mariachi pero las festividades grandes solamente las hacemos en noviembre desde hace 78 años a la virgen de Santa Cecilia que es nuestra patrona», apuntó Sánchez López quien además es secretario de la Unión Mexicana de Mariachis de Plaza Garibaldi.
Víctor sigue la tradición que toda su familia de músicos ha mantenido por generaciones. Él decidió seguir los pasos de su padre a la edad de 15 años y la pasión por su arte lo ha mantenido por décadas en la mítica Plaza Garibaldi en la Ciudad de México.
«Para poder ser mariachi se lleva a cabo un proceso muy largo en el que nunca terminamos de aprender, yo inicié a los 15 años, tengo 52 años aquí en la Plaza Garibaldi y en esos 52 años no he aprendido nada», contó el músico entre risas. Según comentó el músico, existen 1 613 mariachis registrados en el Padrón Mexicano de Mariachis, pero sabe que es un número representativo y que en realidad son más los que no están adheridos a dicha unión.
Esto representó un problema a la hora de recibir los pocos apoyos que fueron destinados por el Gobierno mexicano, a inicios del 2020, cuando cientos de mariachis se manifestaron con música en la famosa plaza para solicitar ayuda.
«La Alcaldía Cuahtémoc nos apoyó con vales de despensa, la Secretaria de Trabajo y Previsión Social nos dio un apoyo, pero solamente a los que estábamos inscritos, los que no estaban dentro no les dieron apoyo y yo me sentí mal, en realidad todos estamos en este barquito», apuntó. Sin embargo, ha sido el sector privado el que ha brindado mayor ayuda en estos meses difíciles.
«El que nos ha olvidado es el Gobierno», acusó el mariachi. Nuevas restricciones Otra de las grandes fuentes de trabajo para los mariachis se encontraba en los restaurantes, como lo era el icónico restaurante
El Tenampa, abierto desde 1925 y uno de los lugares favoritos de figuras tan importantes en la música de mariachi como Chavela Vargas y José Alfredo Jiménez, además de lugar asiduo del español Joaquín Sabina.
«En el salón Tenampa trabajábamos siete grupos y a veces no éramos suficientes, ahora desgraciadamente tenemos un 10% abierto y no es suficiente, aunque hay un poco más de movimiento», contó Víctor. Pero el golpe ha sido duro también para los restaurantes de la zona, pues según menciona el capitán de El Tenampa, Ramsés Cuevas, se ha tenido que hacer una inversión importante para poder llevar los lineamientos de sanidad como se debe, pese a que las ventas no son las ideales. Entre ellos el mobiliario para adaptar la terraza del lugar así como aparatos tecnológicos desinfectantes y sanitarios para garantizar a los comensales la confianza de su visita.
«Ayer (20 de enero) empezamos labores con todas las medidas, desgraciadamente tenemos la restricción de que no se puede contar con música en vivo ni dentro ni fuera (del restaurante), pero escuchas a los mariachis porque tocan por la plaza», mencionó Cuevas. Mientras que Víctor Sánchez contó que afronta las adversidades con el cariño que le tiene a su trabajo.
«Yo no lo dejo porque ha sido lo que me ha dado para sostener a mi familia y tener una casita, para nosotros esto no es un trabajo es un arte, lo que hacemos es cultura y es una tradición de muchos años», mencionó.