Tercera Vía
» Ernesto Rivera Rodríguez.
La alcaldesa de Acapulco anunció en entrevista con los medios que, «las estadísticas –así lo dijo– que llevan los analistas de su estructura política, arrojan que su imagen está posicionada ante la opinión pública con referencias positivas», para buscar la reelección por Acapulco. Después de su aparatosa debacle por obtener la candidatura a la gubernatura… debería de correr, botar, sacar de la nómina a esa supuesta estructura política, que siempre le ha mentido. En esto ella se ve como «El Flautista de Hamelín», pero ella no es el flautista.
Adela Román Ocampo durante dos años como alcaldesa de Acapulco a luchado a viento y marea, contra la congruencia, la humildad, la transparencia y convertir en una profunda realidad política y social los principios obradoristas de la 4T, de No robar, No mentir y No engañar. En Acapulco, y sin una fracción de su partido Morena que la apoyara, sino con un equipo Pablista siempre políticamente en contra, aunque en el Cabildo le aprobarán todo por mayoría…por los beneficios económicos redituados.
Los principios obradoristas en este caso y en ésta administración municipal se quedaron en el baúl de los estorbos, acompañada en su primer círculo de leales colaboradores de un equipo que se quedó corto ante las grandes demandas de los acapulqueños, pero que beneficiaron profundamente las demandas financieras de ese equipo de lealtades a ciegas, pero carentes de preparación y talento.
En tanto el mundo, el país se vivia sumergido en la voragine de la pandemia Sarc2-Covid19, Acapulco fue sometido mediante argumentos quirúrgicos neofascistas, de una soberbia no antes utilizada para imponer su voluntad, con criterios de «magistrada» al firmar y decidir sentencias en la soledad de su cubículo que como alcaldesa afectaba a toda la sociedad acapulqueña, no sólo a un sentenciado.
No fue la única ves que lo hizo. La pandemia fue y sigue siendo un argumento, que les vino y usan desde el Palacio Nacional como «anillo al dedo»…así usando todos los medios al mejor estilo priísta que tanto rechazan, atravesó lo más duros meses del ataque «sarraceno» de la pandemia, regalando, obsequiando de todo lo inimaginable, y el colmo a sido llevarles a las masas que ni energía eléctrica tienen, «focos ahorradores». No se si pensar en Kafka, Páramo, o Dalí, el surrealismo político en su máxima aberración.
«No me importa su opinión», expresó, cómo «magistrada» cuando cerró el cien por ciento las carburadoras por allá al principio de su administración, para favorecer a las gaseras quienes se lo agradecieron más que efusivamente, pero encontró el modo para viajar…turismo político por dónde quiera que se le vea…en tanto la ciudad, el municipio se movía entre el pulpo de la pandemia, el abandono y la corrupción administrativa a galope que se convertio en un sinónimo de la modernización administrativa, cacareada como la plumifera hace saber de sus productos.
Desde los libros de cuentos de Andersson se escucha la voz: «la alcaldesa está desnuda» el vestido que dicen sus analistas traer, no existe. Le han vendido la idea para No quedarse sin trabajo, para estar bien a sus ojos, a quien cortejan cuáles súbditos y cortesanos del siglo XVIII en pleno siglo de la pandemia, sigue escuchando el «canto de las sirenas», que ha impactado en lo profundo de su ser sin un análisis de su realidad política al frente del Ayuntamiento, lejos de la percepción de sus analistas, de su grupo político.
El daño está hecho, su desgaste y abandono de sus propios correligionarios regidores de la fracción de Morena, ha creado, desde el primer día de su mandato un quiebre en la inflexión de su administración, por lo que ha tenido que remar contracorriente con el alto costo político que hoy la tiene contra la pared, y a su partido en el total descrédito ante el electorado acapulqueño.