» MARIO | CAMPOS
) Político.mx
La soberbia en política es mala consejera. Y hoy, parece que le habla al oído al presidente López Obrador cuando se trata de la elección de las candidaturas de Morena para el Estado de México y Coahuila.
La prueba está en que en ambas entidades, que tendrán elección en el 2023, hay heridas abiertas al interior de su partido político, Morena. Es así porque el proceso de elección interna ha sido conducido sin cuidado por las formas ni los acuerdos políticos.
En los dos casos, bajo el amparo de las supuestas encuestas, se han designado a personas sin operar previamente un control de daños sobre los damnificados. El resultado es que se van dejando hilos sueltos, que ya en la contienda constitucional podrían pasar factura, ya sea con una huelga de brazos caídos -en la que no hagan nada por ganar- o incluso con operación en contra.
La apuesta del presidente López Obrador, quien de facto es el dirigente del partido, es que su movimiento es tan fuerte que no hay vida fuera de él. Bajo esa premisa es que asume que quien se sienta desplazado, terminará por asumir los resultados pues sabe que difícilmente encontraría vida política desde la oposición.
Es cierto que en parte eso es verdad, solo que el presidente está subestimando el nivel de las contiendas. En Coahuila, contra lo que ocurre en buena parte del país, el PRI es favorito y tiene una alta probabilidad de triunfo; y en el Edomex, la oposición sí existe y no está tan claro que la actual ventaja de Morena se mantendrá hasta el final.
De ahí que en los dos casos sea un error restar como resultado de procesos opacos y desaseados, en vez de sumar con una operación política que de a cada actor el lugar que merece.
Ya veremos en el 2023 los eventuales costos de esta operación, y si esos procesos enseñan algo al presidente rumbo a las elecciones del 24. Por lo pronto, la confianza de López Obrador en su control le ha llevado a subestimar a politicos relevantes localmente, y eso, suele ser un error con consecuencias.