Yoshio, a quién le pese
Tercera Vía
» ERNESTO | RIVERA RODRÍGUEZ
El tiempo es ineludible, cómo lo son las circunstancias políticas y sociales convertidas en instancias qué no dan vuelta de hoja a lo previsible, sí no es qué determinante.
El proceso electoral 2024 para Acapulco trae consigo un cambio radical y profundo ante lo ignoto del estado en qué se encuentra, qué es por demás decirlo, en un total desastre y deterioro sin medida. Media hora más de la fuerza de Otis y a Acapulco no lo contamos, pero dio para asegurar la prevalencia de emergentes fuerzas políticas y sociales qué han mostrado un nuevo cuño del quehacer político, con nombre y factura.
Yoshio Avila González ha mostrado lo equivalente al total de la ruptura política que representa toralmente la nueva dinastía política qué sin ambages es ya la gran posibilidad de una nueva generación rupturista del siglo XXI en la política local… y más allá de ello para Acapulco, para Guerrero .
Más de una docena de presuntos precandidatos a la alcaldía de Acapulco, poco ofrecen más allá de «pegotes» en los traseros del transporte público, asistencia precaria a nobles llamadas e invitaciones a conocerlos y saludarlos en desayunos u otro tipo de reuniones y visitas, a dónde meses ha qué no se acercaban, ni sabían dónde quedaba tal o cuál colonia. Cómo me lo expresó un ciudadano taxista: «discúlpeme pero no se dónde queda esa colonia. Sólo ando por el Centro».
La política de ninguna manera es de aventuras proselitistas cómo escarba en sus inequidades la Alcaldesa de Acapulco, Abelina López, arrastrando su cretinismo y con ello las grandes y enormes necesidades de Acapulco, convertido hoy en un páramo de obra negra e indescifrables y angustiosas e imborrables heridas.
El llamado firme por la UNiDAD y la reconstrucción de Acapulco, es a todas luces, no sólo una expresión más, es la grave propuesta de Yoshio Avila a dejar la indolencia y los argumentos fáciles cuando lo que se ha mostrado por parte de los acapulqueños es una falta total de civilidad y compromiso por su ciudad, es un «Ya BASTA» de continuar viviendo en una ciudad de tercera clase, con el mito de la época de oro colgado en la pared de los recuerdos, si es que no la derrumbó Otis. Los tiempos se agotan.
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