E D I T O R I A L
Las contradicciones entre Fiscalía General del Estado de Morelos y el gobernador de Morelos levantan una polvareda de sospechas.
El parte oficial dice que el Obispo Emérito de Chilpancingo, Salvador Rangel Mendoza, fue «drogado, golpeados y secuestrado». Pero las versiones del fiscal general Uriel Carmona Gándara y del gobernador Samuel Sotelo Salgado remoran sarcásticamente el caso de Fabián Lavalle, quien en mayo del 2007 denunció haber sido «asaltado, brutalmente golpeado y fallidamente secuestrado», pero luego resultó que mientras circulaba por la avenida Insurgentes, justo a la altura de la glorita, un hombre se le acercó a su camioneta para invitarlo a una fiesta donde habría «chicas», pero dicho hombre, Alfredo Cervantes Landa, quien era sexoservidor, lo convenció para que fueron a un hotel de la colonia Roma, donde antes de ingresar pasaron a comprar bebidas y sacar dinero de un cajero automático y al llegar al hotel, «Fabiruchis» se metió al baño y tras salir, se tomó una bebida que le ofreció Alfredo, teniendo como resultado final que Lavalle fuera golpeado, asaltado y dejado desnudo en dicho motel.
No, ni de broma se especula que al «siervo de Dios» y mediador de paz en Guerrero le haya ocurrido lo mismo. Las contradicciones evocan esa historia rara que en cuanto a las drogas, los golpes y el presunto secuestro tienen extrañas similitudes, salvo el aspecto sexual que suena a herejía, tratándose de un Obispo de la magnitud de Rangel.
Según el titular de la Fiscalía General del Estado de Morelos, Uriel Carmona, está confirmado que el examen toxicológico realizado al sacerdote resultó positivo a consumo de drogas. «El antidoping salió positivo a benzodiacena (las benzodiacepinas o benzodiazepinas son medicamentos psicotrópicos con efectos sedantes, hipnóticos, ansiolíticos, antiepilépticos, amnésicos y miorrelajantes»), y está pintando a cocaína», añadió el fiscal con base al reporte del médico responsable que atendió la Obispo.
Tras el reporte de desaparición de la Conferencia del Episcopado Mexicano, el obispo emérito de Chilpancingo fue localizado en el hospital «Dr. José G. Parres» de Cuernavaca, «con signos de haber sido violentado» y con signos «positivos a pruebas sobre drogas», luego de reportada la privación de su libertad. Una persona cercana al obispo señaló al diario Reforma que el religioso «presentaba golpes en el cuerpo» y «parecía drogado», debido a que «balbuceaba».
La Fiscalía de Morelos señaló que «el móvil del secuestro del obispo fue vaciarle sus cuentas bancarias», descartando el plagio exprés mencionado en los reportes preliminares, debido a que dicho ilícito «no se relaciona con su mediación en Guerrero ante líderes de grupos criminales que generan violencia en dicho estado de la república».
«Las personas que lo pudieron haber tenido cautivo, una vez que exprimieron sus cuentas, lo dejaron en libertad», precisó el fiscal Carmona.
Sin embargo, el gobernador Samuel Sotelo Salgado fue claro y preciso al informar que, con posibles sustentos médicos, que «el obispo no estaba golpeado cuando fue hallado». No obstante, la FGE de Morelos confirma que «sí presentaba signos de drogas», lo que significa que por los residuos de ‘benzodiacena’ y cocaína hallados en su cuerpo su delicado estado de salud que aún lo mantiene internado pudo deberse a una sobredosis de drogas.
La pregunta obligada es: ¿Qué ocurrió realmente con el Obispo Emérito de Guerrero?
¿Por qué un religioso de su envergadura, de 78 años de edad, que padece hipertensión arterial, además de que tiene un marcapasos y enfrenta secuelas por Covid-19, de pronto desaparece y luego aparece en un hospital con evidentes signos de drogadicción, pero no golpeado, como rumoraron las primeras versiones?
Si los médicos del hospital privado «Morelos», donde fue trasladado para su recuperación y ya su salud se reporta como «estable», ¿por qué los obispos que lo resguardan no le permiten declarar ante la Fiscalía General del Estado de Morelos, como informa su abogado Pedro Martínez Bello?
Mejor aún, si se trató de un secuestro para vaciarle sus cuentas, como reveló el fiscal Carmona, ¿por qué se desconoce aún la forma en que fue rescatado Salvador Rangel y quién o quiénes lo condujeron al hospital para desentoxicarlo de las drogas?
Y, la pregunta final: Si el ‘siervo de Dios’ no es adicto a las drogas, ‘como se introdujeron realmente a su cuerpo la ‘benzodiacena’ y ‘cocaína’ hallados en los análisis médicos? ¿Qué dice realmente el parte médico? Y ¿quién o quiénes y/o cómo se dieron cuenta de la sustracción de dinero de las cuentas personales de Rangel Mendoza?
Sería interesante escuchar la versión de un ‘hombre de Dios’ que no miente.
Errar es de humanos, si realmente fue secuestrado, drogado y golpeado, el único que conoce la verdad es el Obispo Emérito Rangel.
) acapulcopress.com