CIUDAD DE MÉXICO, Gro. * 30 de septiembre 2024.
) Apro | Radio Nacional
El mandatario colombiano Gustavo Petro reveló esta tarde que la entrante presidenta de México, Claudia Sheinbaum, fue militante de la guerrilla del M-19 que se desmovilizó en Colombia a finales del 80.
Petro, exguerrillero de ese grupo insurgente, afirmó a periodistas, antes de dar una conferencia sobre el cambio climático organizada por la UNAM, que con Sheinbaum y él esa guerrilla ya tendrá dos presidentes.
El mandatario colombiano no especificó en qué época militó Sheinbaum en esa organización rebelde, la cual se convirtió en un partido político legal en 1990 y tuvo como candidatos presidenciales a los comandantes Carlos Pizarro, quien fue asesinado, y Antonio Navarro Wolff.
Posteriormente, en 1991, el M19 fue protagonista de la Asamblea Constituyente de ese año, al lograr un tercio de las curules, por lo que tuvo gran influencia en la Carta Magna surgida de ese año, la cual creó un Estado social de derecho.
Consultado al respecto por Proceso, el excandidato presidencial del M19, Antonio Navarro Wolff, dijo que no sabía que Sheinbaum había militado en esa exguerrilla.
De Claudia Sheinbaum, se sabe que en los 80 estuvo vinculada a la organización de familiares de desaparecidos en México que encabezaba Rosario Ibarra de Piedra.
Posteriormente fue dirigente del Centro Estudiantil Universitario (CEU), pero no se conocía públicamente su militancia en el M19 de Colombia.
Petro está en México para asistir a la toma de posesión de Sheinbaum y esta tarde asistió a una comida en el Palacio Nacional con el saliente presidente Andrés Manuel López Obrador.
En ese encuentro estuvieron también los presidentes de Chile, Gabriel Boric, y de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva.
QUÉ FUE Y CÓMO SURGIÓ EL M-19
En las elecciones presidenciales de 1970 fueron contrincantes el conservador Misael Pastrana Borrero y el general Gustavo Rojas Pinilla, líder de la Alianza Nacional Popular (ANP), una organización variopinta, con liberales, conservadores y militares afines a la línea de los movimientos progresistas latinoamericanos.
Los comicios se llevaron a cabo el 19 de abril de ese año. Según las transmisiones radiales de la tarde, el general parecía tener mayoría de votos; sin embargo, en la noche el ministro de gobierno, Carlos Augusto Noriega, suspendió la información del certamen. Se declaró Estado de sitio. El presidente Carlos Lleras pronunció su famoso “discurso del reloj”, con el que anunció el toque de queda y la obligación de todos los colombianos de irse a dormir.
Los resultados fueron llegando a cuentagotas, la ansiedad de los colombianos aumentaba, pues para muchos era la oportunidad de ponerle fin al Frente Nacional que, por muchos sectores, era considerado como un pacto de élites. Finalmente se proclamó la victoria de Pastrana Borrero.
La sospecha de fraude fue inevitable. Hubo manifestaciones, pero el general Rojas no peleó por reivindicar su victoria. El ministro Noriega, apodado ‘El Tigrillo’, confirmó las sospechas en su libro ‘Fraude en la Elección de Pastrana Borrero’, publicado en 1992.
Al poco tiempo de las elecciones aparecieron en la prensa y en los muros de algunas ciudades unos curiosos avisos que parecían promover reconstituyente medicinal: “¿Falta de energía, parásitos? espere M-19” o “¡Falta de energía. Inactividad? Espere M-19”. Y en enero de 1974, se dio la primera acción del grupo, con el robo de la espada del Libertador en la Quinta de Bolívar. A partir de entonces, el M-19 se presentó como una organización político-militar urbana, nacionalista, antiimperialista y antioligárquica.
Sus dirigentes venían del ala izquierda de la Anapo, así como de simpatizantes del grupo religioso de Golconda y de desencantados miembros de las Farc y del Partido Comunista. Algunos de ellos fueron Carlos Pizarro Leongómez, hijo de un almirante; Jaime Bateman; Everth Bustamante, Andrés Almarales y Carlos Toledo Plata.
Según sus manifiestos, querían lograr una democracia verdaderamente participativa, sin referente marxista, al contrario de las FARC, del ELN y del EPL. Se les unieron sectores de clase media y de la clase obrera, a quienes esta organización apoyaba en sus luchas. A través de su agencia de comunicación ‘Oiga Hermano’ difundían boletines y comunicados, a la vez que tenían cercanía con la revista Alternativa, una publicación de periodismo investigativo.
El actuar del M-19 se materializó en operaciones de gran impacto público, como el robo de la espada de Bolívar (1974), el robo de por lo menos 5.000 armas del Cantón Norte (1 de enero de 1979), y la toma de la Embajada de República Dominicana (1980), un día en que estaban reunidos varios embajadores, entre otros el de Estados Unidos. La toma duró dos meses y concitó el interés y la curiosidad de los bogotanos. Terminó sin derramamiento de sangre.
En cambio, la toma del Palacio de Justicia en 1985, con el objetivo de hacer un juicio al presidente Betancur se convirtió en una tragedia con la retoma del Palacio por parte del Ejército, con un saldo de 11 magistrados muertos, varios civiles, y desaparecidos, para un total de 94 muertos. Otros actos, como el asesinato de José Raquel Mercado, presidente de la central sindical CTC, o el secuestro por 53 días de Álvaro Gómez Hurtado causaron repudio. A la vez, el robo de camiones cargados de alimentos para repartirlos en los barrios era bien vistos por sectores populares, aunque el último, el 30 de septiembre de 1985 terminó la muerte de los asaltantes.
El M-19 fue una guerrilla esencialmente urbana, pero intentó abrir frentes en el campo. Esta experiencia no logró los resultados esperados y en 1989 se abrieron los diálogos de paz. El acuerdo fue firmado por el presidente Virgilio Barco y Carlos Pizarro, quien pasó a ser candidato presidencial, pero 47 días después de firmar el Acuerdo de Paz fue asesinado en un avión.
El acuerdo implicaba la dejación de armas y el derecho a la participación política de los desmovilizados. Así fue como se ambientó la idea de una Asamblea Nacional Constituyente para crear la Constitución que reemplazó la de 1886, abriendo la política a nuevos partidos y movimientos políticos. Con la séptima papeleta, iniciativa estudiantil, se logró el objetivo, y en la elección de los miembros de la Constituyente, la Alianza Democrática M-19 logró una considerable votación.
Liderada por Horacio Serpa, Álvaro Gómez y Antonio Navarro por el M-19, la Asamblea dio nacimiento a la Constitución de 1991, respetuosa y garantista de la diversidad y de los derechos de las minorías del país. La militancia del M-19 se pasó a nuevos movimientos y partidos políticos de distintas ideologías.
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