Ángel Miguel Blanco
massiosare@msn.com
Díganme hereje de la fraternidad periodística o lo que se les ocurra, pero insisto que para poder ser crítico del gobierno debemos tener la «cola» chiquita o estar un poco libre de «pecados» para no tener un punto débil del cual se valga el enemigo para amedrentarnos o pretender exterminarnos.
Actuar al margen de la ley trae consecuencias fatales.
Mi irrestricto respaldo a Gamaliel García Barrera, a quien conozco de hace años. Bien por los compañeros que evitaron su detención arbitraria por ser el único ‘responsable’ de las oficinas hallado durante el cateo y desmantelación de una radiodifusora sin licencia. Así es como se demuestra el compañerismo y así es como debe actuar una organización periodística: con valor civil, con autoridad, con determinación, con autonomía, con conocimiento de causa, en el momento preciso, sin aspavientos, sin protagonismos, sin «rasgaduras de vestiduras en las plazas públicas» (o redes sociales).
A partir de este «ilícito» nace la controversia, un ilícito que, nos guste o no, a la parte oficial le acredita la razón.
Insisto, la arbitrariedad es condenable y en este caso va toda mi solidaridad y respaldo a favor de nuestro compañero, lo que no puede favorecerse, nos guste o no, es que dicha radiodifusora opere al margen de ley y pretenda exhibir a quienes operan al margen de la ley. Este es el punto que merece análisis para evitar confrontaciones y suspicacias fuera de todo contexto y evitar lanzarle sapos y serpientes al gobierno al calor de la rabia y la defensa ligera de la libertad de expresión.
Los periodistas debemos ser más inteligentes que los políticos ignorantes que creen que solo porque ostentan el poder y con amedrentarnos van a conseguir callarnos, como ocurrió con el secretario de gobierno estatal, Florencio Salazar Adame y Uagro radio, donde la ética periodística se impuso a la ignorancia política.
En contraparte, calificar a la ligera a Héctor Astudillo de narcogobernante es un riesgo, si no se tienen los elementos probatorios. La libertad de expresión tiene límites y el periodismo debe ser ético, profesional y con fundamentos.
Los periodistas estamos acostumbrados a la impunidad. Nos vale madres estar bien con el fisco, con la ley, con la ética periodística. En ocasiones exhibimos y criticamos a los que quebrantan la ley igual que nosotros, y eso no es válido. El buen juez por si casa empieza, es tiempo que los periodistas pongamos orden en nuestra propia casa para luego sugerirle al vecino que haga lo mismo en la suya.
Una denuncia penal extra con los puntos sobre la íes al respecto no estaría mal. Me sumaría hasta las últimas consecuencias. Ya basta de que la ley se base en supuestos y «chivos expiatorios» para simular hacer justicia.
Gamaliel, «al grito de guerra», compañero.
Punto y aparte.