El Santo Oficio
Ángel Miguel Blanco
massiosare@msn.com
El problema de recursos en todos los ayuntamientos de Guerrero (y el mismo Gobierno del Estado) no es la crisis. Culpar a la famélica economía que azora el país es como culpar al crimen organizado y al narcotráfico de los muertos por pulmonía, sida, hepatitis, suicidio, ‘susto’ o infartos, etcétera, etcétera.
El problema financiero de «casi» todos los gobiernos (démosles el beneficio de la duda a algunas administraciones) se llama
«N–Ó–M–I–N–A» (así, entre comillas, deletreado y en mayúsculas y negritas).
Amigos, compadres, parientes, amantes… todos ellos conforman la larga lista de aviadores que saturan las nóminas municipales (y del estado). Y no hay gobierno, por honesto y transparente que se se autodenomine, que esté «libre de pecado» al respecto.
En Acapulco, Zeferino Torreblanca, Luis Walton, solo por citar ejemplos de políticos que se jactaban o se jactan de honestos y transparentes, contribuyeron con sus cuotas de aviadores que hicieron y siguen haciendo incosteables las nóminas debido a que muchos de sus recomendados aun cobran no solo como «empleados imaginarios», sino como sindicalizados… y algunos sin desquitar sus salarios desde 9 mil a 12 y 14 mil pesos mensuales como «asesores» o «auxiliares administrativos». Todo ello sin contar a algunos periodistas de radio, prensa escrita y medios nacionales, que cobran también como sindicalizados pero siguen ejerciendo su oficio periodístico, «muy quitaditos de la pena» (algunos, aclárese).
Y si esto no bastara, todavía hay que añadir a los burócratas que trabajan, a la vez, para el gobierno del estado e, inclusive, también para el gobierno federal, es decir, para los tres niveles de gobierno en el mismo horario, la mayoría de los casos. A todos ellos los mantienen los impuestos ciudadanos.
El perredista Félix Salgado Macedonio (2005-2008) heredó al priísta Manuel Añorve Baños (2009-2012) una nómina mensual de «$40 millones, 327 mil 306 pesos y 76 centavos».
Manuel Añorve Baños (2009-2012), a su vez, heredó al entonces convergente (hoy de Movimiento Ciudadano) Luis Walton Aburto una nómina mensual de «$66 millones, 220 mil pesos y 08 centavos».
Luis Walton Aburto (2012-2015), quien se jactó de ser un político honesto y transparente, y que para ganarse popularidad y la confianza ciudadana exhibió –fallidamente, aclárese, porque no quiso o no pudo darle continuidad al caso– los saqueos de Añorve, dejó al actual presidente perredista, Jesús Evodio Velázquez Aguirre, una nómina mensual de «70 millones, 267 mil pesos y 82 centavos».
En todos los casos, como puede apreciarse, lejos de disminuir la exhorbitante carga económica, cada uno de los expresidentes citados contribuyó a elevar el número de empleados municipales… o mejor dicho, «aviadores», porque la mayoría de todos ellos jamás desquitaron un centavo por sus percepciones.
En las nóminas oficiales de las administraciones de Salgado Macedonio y Añorve Baños es donde pudo detectarse el mayor número de «parientes» y «amantes» con salarios desde 12 mil hasta 25 mil pesos mensuales, así como algunos asesores políticos que llegaron a cobrar «69 mil pesos mensuales» solo por ser amigos del presidente… sin devengar un minuto de trabajo.
Las cosas no han cambiado mucho.
El problema de la actual administración es el mismo.
Tanto el gobierno del estado como los municipios (por muy «pobres» o «marginales» que se autodenominen) padecen este problema.
Analizando esta triste realidad, no hay ni habrá dinero presupuestal estatal o federal que alcance para cubrir las grotescas nóminas municipales.
En tanto las autoridades correspondientes no den atención especializada a este fenómeno, va a ser imposible que algunos ciudadanos nos creamos el cuento ese de que la crisis nacional afecta la solvencia económica del estado y sus municipios.
Si se depuraran las nóminas con equidad y justicia, poniendo a trabajar a los «empleados imaginarios» y liquidando o despidiendo a los que les gusta que los «mantenga el gobierno» a cambio de nada, no habría problemas con aguinaldos, prestaciones, el SAT y los proveedores.
Como siempre, su opinión, apreciable lector, es la que cuenta.
Nos leemos cuando nos leamos.
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