] El Brujo Chiripero
El presidente estatal de Morena Guerrero, Pablo Amílcar Sandoval Ballesteros, demandó y exigió honestidad y transparencia de parte del presidente de Acapulco, Evodio Velázquez Aguirre, y su gobierno.
En entrevista para el portal informativo «Bajo Palabra», ayer miércoles, el líder morenista sostuvo que «en el gobierno de Evodio Velázquez no existe transparencia ni rendición de cuentas», en alusión a la polémica desatada por un acto recreativo del alcalde en un «yate de lujo» por la bahía de Santa Lucía.
En forma enérgica, Pablo Sandoval, exigió que «haya rendiciones de cuentas», al respecto; es decir, «que explique (Evodio) de dónde salió el dinero para darse ese nivel de vida».
Hasta aquí todo está bien.
Que Pablo, en su calidad de dirigente estatal de un partido político opositor al PRD, se interese por la transparencia en el Gobierno de Acapulco y la rendición de cuentas del presidente a su pueblo, es aceptable.
Lo que no ‘cuaja’ o no es coherente es que un dirigente estatal, manipulado por una mujer de menor rango en el esquema jerárquico de su partido, tenga el valor para exigirle al «vecino» que ordene y limpie su casa.
Y lo que es peor, no se asimila por qué un dirigente que no transparenta ni rinde cuentas a su militancia de los recursos que percibe Morena Guerrero de parte de lnstituto Electoral y de Participación Ciudadana del Estado de Guerrero (IEPCEG), que son más de 8 millones de pesos, exija al «vecino» honestidad, transparencia y que rinda cuenta de sus actos.
¿Será que Pablo se cree el AMLO de Guerrero y por eso se le da bien el juzgar a otros sin el menor recato de pudor o vergüenza?
La militancia de Morena Guerrero, de Acapulco, de Atoyac, de Costa Chica, de Tecpan, de Chilpancingo, inclusive, se haya a la deriva, dispersa, desunida; el dinero escasea en los comités municipales; la militancia paga los viáticos y hasta comidas del dirigente estatal porque de verdad cree que Morena vive de la caridad de los militantes, cuando en realidad los dirigentes morenistas viven una vida igual de canibalesca y placentera que la de los políticos y servidores públicos que critican.
¿Se habrá dado cuenta de ello su Majestad, Pablo Sandoval III?
¿Será que Pablo ya es inmune a los «perjuicios» de la honestidad y por eso critica a sus vecinos y les exige la honestidad y rectitud que él mismo no profesa?
Pablo Amílcar Sandoval Ballesteros es economista, dicen que los economistas son «codos», «agarrados»… ¿será por eso que a Pablo le duele soltar la parte correspondiente de las prerrogativas a los comités regionales, donde los militantes sufragan los gastos de su partido, además de los suyos y sus familias?
Pablo fue director de Control y Evaluación en el gobierno del Distrito Federal, y también fue miembro del Consejo de Asesores de Andrés Manuel López Obrador, cuando fue jefe de Gobierno de la Ciudad de México. Quizá por ello domina el arte del engaño y el populismo con la misma destreza que su maestro.
Entre sus antecedentes curriculares figura que Pablo también fue secretario de Organización del Comité Ejecutivo Nacional del PRD, del 2005-2008, durante el régimen del ex priísta Leonel Efraín Cota Montaño, ferviente admirador de Andrés Manuel López Obrador, otro piísta confeso y arrepentido. ¿Habrá aprendido algunas mañas allí con ellos?
Cual fuere el caso, Pablo debería consultar con más frecuencia el espejo antes de criticar y exigir de otros atributos que él francamente no posee y, desde luego, quitarse de abajo antes de escupir para arriba y jactarse de honesto, recto y transparente.
¡Es lo justo! ¿No les parece?
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