Jesús Esquivel
BROOKLYN, NY. * 17 de julio de 2019.
] Apro.
Joaquín Archivaldo “El Chapo” Guzmán Loera fue sentenciado en Estados Unidos a purgar una condena de cadena perpetua más 30 años de prisión consecutiva por narcotráfico, con la que se le pone fin a la carrera delincuencial del capo sinaloense.
“Durante el juicio me presentaron una montaña de evidencias en contra del acusado”, dijo el juez Brian Cogan, de la Corte Federal del Distrito Este en Brooklyn, Nueva York, al inicio de la sesión.
“Por ello decidí imponer al acusado la sentencia obligatoria mínima, como lo propuso el Departamento de Justicia, que es de cadena perpetua más 30 años en prisión consecutivos”, determinó el juez a quien El Chapo miraba con un dejo de impotencia y angustia.
Vestido con un traje gris, camisa lila y corbata negra con el nudo desajustado, Guzmán Loera, quien apareció ante el juez con bigote, no pudo ocultar su nerviosismo durante toda la sesión, constantemente se arreglaba la solapa del saco.
“Aquí no hubo justicia”, declaró el otrora integrante de la cúpula de mando del Cártel de Sinaloa al leer pausadamente una declaración que llevó preparada a la audiencia de sentencia y luego de que el magistrado le preguntará si deseaba hablar antes de saber cuál sería su castigo. Este proceso deja en claro que Estados Unidos no es mejor que cualquier otro país corrupto al que ustedes no respetan. Gracias, señor juez”, acotó El Chapo al concluir su declaración que leyó ante el juez Cogan con calma y algunas interrupciones del traductor.
Antes de acusar al propio magistrado por ignorar los argumentos de sus abogados respecto a las presuntas violaciones a las reglas impuestas al jurado durante su juicio y por no revisar ni leer noticias sobre el proceso, El Chapo se quejó del trato “inhumano” que ha recibido.
Afirmó que en los tres años que lleva preso en Estados Unidos desde que lo extraditara el gobierno mexicano, ha sido víctima de “una tortura las 24 horas del día, sicológica y mental” por las condiciones en las que lo tienen encerrado las autoridades estadunidenses.
Guzmán Loera sostuvo que no bebe agua higiénica, que no le dan acceso a la luz solar ni al aire exterior, el cual tiene que aspirar en su celda de una máquina que ya le causó daños a la garganta, oídos, nariz y cabeza.
Denunció también que desde que está preso en Estados Unidos, no le permiten ver a su esposa Emma Coronel ni a sus hijas mellizas, a quienes ni un abrazo le han autorizado darles.
“Cuando fui extraditado esperaba un juicio justo donde la justicia fuera ciega y donde mi fama no fuera factor en la administración de la justicia”, enfatizó Guzmán Loera, considerado durante muchos años por el gobierno de Estados Unidos como el narcotraficante más poderoso y temible en el mundo.
El juez notificó al Chapo que a partir de hoy tiene 14 días para apelar la sentencia y debe permanecer unos 60 días en la prisión actual antes de ser trasladado a la cárcel donde está condenado a pasar el resto de sus días.
A la audiencia de sentencia del Chapo en la Corte Federal del Distrito Este en Brooklyn, Nueva York, acudieron decenas de periodistas y curiosos y más de una veintena de agentes federales que tuvieron relación en las investigaciones que realizó el gobierno estadunidense durante las más de tres décadas del historial criminal de Guzmán Loera.
La línea de reporteros afuera de la Corte de Brooklyn para entrar a la sala del juez Cogan se comenzó a formar a las 6:00 de la tarde del martes 16.
El corresponsal de Proceso llegó a la fila a las 10:00 de la noche y junto con otros 26 reporteros garantizó su presencia en la sala del magistrado Cogan. El resto de los reporteros fueron enviados a la sala adicional acondicionada especialmente para todo el proceso judicial del capo sinaloense.
El último encuentro con Emma Coronel
La esposa del Chapo llegó vestida con un pantalón negro, blusa blanca y chaleco negro, calzando sus tradicionales zapatos de tacón alto y delgado como un estilete.
Al entrar a la sala para escuchar su sentencia, El Chapo volteó a mirarla y le sonrió, le mandó un beso juntando sus labios y colocó su mano derecha sobre el corazón a manera de saludo. Fue quizá la última vez que el exdirigente de una poderosa fracción del Cártel de Sinaloa vio a su joven mujer de 29 años.
Las muecas que hizo el Chapo durante la audiencia daban la idea de que estaba consciente que no tendría escapatoria a la cadena perpetua.
Cuando hablaron sus abogados, la fiscalía, y una víctima que llevó a la audiencia el Departamento de Justicia, Guzmán Loera los ignoró y, ansioso, buscaba a Emma Coronel para mandarle más besos y levantar las cejas en señal de saludo.
Abogados preparan la apelación
Los abogados del Chapo dijeron que apelarán la decisión del juez Cogan, aunque los especialistas en materia judicial sostienen que es casi imposible que el narcotraficante sinaloense consiga lo que quiere.
La fiscalía expresó su complacencia con la condena que le dio el juez Cogan al Chapo, al argumentar que, contrario a lo que sostuvieron el acusado y sus abogados, el proceso fue justo y todo lo que le imputaron lo demostraron con evidencias.
Andrea Vélez se presentó a hablar ante el juez como sobreviviente de las acciones criminales de Guzmán Loera, quien presuntamente pagó un millón de dólares para que la mataran, algo que no ocurrió gracias a que el FBI la hizo testigo protegido para incriminar al Chapo.
Vélez colaboró con el Cártel de Sinaloa como asistente personal del narcotraficante colombiano Alex Cifuentes Villa, uno de los principales socios del Chapo para el trasiego internacional de cocaína.
“Tuve todo y lo perdí todo, hasta mi identidad”, declaró entre sollozos Vélez, también colombiana, ante el juez Cogan, quien con la sentencia que le dictó seguramente escribió la última copla en el corrido de quien fuera considerado por Estados Unidos “el capo de capos” del mundo criminal mexicano.
El Chapo fue declarado culpable de 10 delitos. Intentó que se repitiera el juicio por mala praxis del jurado que lo juzgó, pero su solicitud no fructificó.
Entre los cargos que se le imputan están: crimen organizado, conspiración para introducir al menos 150 toneladas de droga y comandar una empresa criminal continua por 25 años.