Jaime Barrera
] El Informador
El que arruinó ayer el “mundo feliz” del Presidente Andrés Manuel López Obrador, que los cibernautas bautizaron rápidamente como “Pejelandia”, fue el líder saliente de la mesa directiva del Senado de la República, el morenista Martí Batres, que ayer despotricó contra su correligionario y coordinador parlamentario, Ricardo Monreal.
El pleito en el Senado vino después de que en su rueda de prensa mañanera, López Obrador asegurara que en México ya se erradicó el mal humor social (término que empleó el sexenio pasado el entonces Presidente Enrique Peña Nieto, al intentar explicar por qué los mexicanos sólo reconocían las malas noticias y no aceptaban ni reconocían lo que consideraba sus logros) y ahora el pueblo de México está “feliz, feliz, feliz”. Antes había asegurado que su gobierno no hace uso de las instituciones de justicia de manera facciosa y negó que se esté desplegando algún tipo de venganza por el episodio conocido como el de “Las ligas”, cuando en 2004, el operador político de AMLO, René Bejarano, fue grabado recibiendo fajas de billetes del empresario argentino Carlos Ahumada, quien tuvo amoríos con la entonces jefa de gobierno del Distrito Federal, Rosario Robles, ahora que ambos han sido detenidos y sujetos a proceso.
Pues bien, todos esos escenarios de cordialidad y optimismo del Presidente, que no empatan en la realidad, por ejemplo, por tantas víctimas de la inseguridad, tampoco se reflejaron en la vida interna de Morena, donde ayer estalló el conflicto entre Batres y Monreal, por la sucesión en la mesa directiva del Senado.
Como Batres no logró que se le reeligiera como presidente, acusó a Monreal de haber “ensuciado el proceso” y de ser un “factor de división en Morena” al señalarlo de haber encabezado las presiones a las y los senadores morenistas para no votar por él y dejar el camino libre a la senadora por Tabasco, Mónica Fernández, para que sea la próxima presidenta de la mesa directiva de la Cámara Alta. Pero no sólo eso, Batres aseguró que Monreal no cumple acuerdos y que quiere tener todo el control de su bancada y del Senado porque no tolera la pluralidad.
Monreal sólo contestó en sus redes que “en política, las decisiones que se toman suscitan controversias y hasta polarización. El Grupo parlamentario de @MorenaSenadores votó en libertad. Comprendo las reacciones y las descalificaciones, son injustas, pero actuaremos con tolerancia y altura de miras”.
Este es el primer gran rompimiento al interior de Morena, mucho más estridente que el que se dio a inicios de año entre el propio Monreal y la dirigente de ese partido, Yeidckol Polevnsky, por la candidatura al gobierno de Puebla.
En ese sentido, vuelve a aparecer el riesgo de que en Morena pase lo que pasó en el PRD con las disputas internas de las llamadas tribus que debilitaron casi hasta su extinción a ese partido. Su primera prueba será cómo resuelvan la elección interna cuyas reglas quedaron en la convocatoria lanzada el domingo pasado, y que pudiera generar más estallidos como el Batres y Monreal. La prueba de que la “Pejelandia” no reina ni en Morena.