] WUHAN, China. * 23 de enero de 2020.
| AFP.
China confinó el jueves a unos 20 millones de personas alrededor de Wuhan, la metrópolis de donde surgió un nuevo virus que comenzó a propagarse por el mundo y moviliza a las autoridades sanitarias internacionales.
Desde las 10H00 locales (2H00 GMT), ningún tren ni avión podía salir de Wuhan, una urbe de 11 millones de habitantes situada en pleno centro de China. Los peajes en las autopistas estaban cerrados.
La ciudad, a orillas del Yangtsé, es el epicentro de la epidemia, que desde diciembre ha contaminado a más de 570 personas y causado 17 muertes, según el último balance. Todas las personas fallecieron en Wuhan o en su provincia, Hubei.
Reflejo de la preocupación que reina en el país, la Ciudad Prohibida de Pekín, el antigua palacio de los emperadores, anunció que cerraba para evitar el riesgo de contagio.
La víspera de las vacaciones del Año Nuevo chino, la capital anuló las populares ceremonias previstas en la ciudad. Cada año, centenares de miles de pequineses acuden a los parques y espacios públicos para asistir a los tradicionales bailes del león y del dragón.
En Wuhan, «los habitantes no tienen que abandonar (la ciudad) sin ninguna razón específica», anunció el servicio municipal a cargo de la lucha contra la epidemia.
Esta medida fue tomada para «frenar de forma eficaz la propagación del virus», explicó.
La ciudad vecina de Huanggang, a 70 km al este, de 7,5 millones de habitantes, se encontraba bajo medidas similares y la circulación de los trenes fue interrumpida.
Muy cerca, Ezhou (1,1 millones de habitantes), ya había cerrado su estación de trenes.
Al oeste, otra localidad, Xiantao, cerró los accesos a una gran vía de circulación, y en Chibi, en el sur, los transportes públicos nos funcionaban. Más de dos millones de personas viven en estas dos localidades.
Los taxis triplican la tarifa
En el centro de la metrópolis, los transportes públicos no funcionaban y los festejos de Año Nuevo fueron suspendidos.
Casi todos los comercios estaban cerrados. No se veían tampoco a repartidores en moto, normalmente omnipresentes en las grandes ciudades chinas.
Los taxis triplicaron sus tarifas. «Es muy peligroso salir en este momento pero necesitamos el dinero», explicó un taxista a la AFP.
El Ayuntamiento también impuso el uso de máscaras de protección, aunque la mayoría de los habitantes ya las llevaban desde principios de semana.
La alarma saltó cuando un científico chino advirtió que el virus se podía transmitir entre humanos, y no solo de animal a hombre.
El presidente Xi Jinping lanzó el lunes un llamado de movilización general para detener «totalmente» la epidemia, que hasta entonces no había sido considerada de envergadura.
Medidas «muy fuertes»
En Ginebra, el director de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, destacó que China tomó «medidas muy fuertes» para frenar el brote y estimó que con ellas iban a «disminuir» los riesgos de propagación internacional.
Un comité de urgencia de la OMS estaba reunido el jueves en Ginebra para determinar si declara una «emergencia de salud pública a nivel internacional».
Hasta ahora, la OMS sólo había utilizado este término en casos de epidemias que requieren una respuesta internacional importante, incluida la gripe porcina H1N1 en 2009, el virus Zika en 2016 y la fiebre del Ébola, que devastó parte de África occidental de 2014 a 2016 y la RDC desde 2018.
El virus, de la misma familia que el SRAS (Síndrome Respiratorio Agudo Severo), alcanzó ya varios países de Asia et incluso llegó a Estados Unidos. Vietnam y Singapur son los últimos que acaban de anunciar casos en su territorio.
El virus fue detectado en un mercado de abastos en Wuhan. Aunque el mercado, ahora cerrado, es principalmente de pescado, las autoridades reconocieron que se vendían animales salvajes de forma ilegal.
La cepa es un nuevo tipo de coronavirus, una familia que cuenta con una amplia gama de virus que pueden provocar enfermedades benignas en el hombre como el catarro, pero otras más graves como el SRAS.
Durante la epidemia del SRAS, que mató a unas 650 personas en 2002-2003 en China, incluyendo Hong Kong, la OMS criticó duramente al gobierno chino por haber tardado en dar la alerta y haber querido disimular la envergadura de la epidemia.