] Un Rapidín con Ángel Irra Carceda
| angelirracar@hotmail.com
“Ahora hay autoridad moral, y eso da autoridad política”.
Así el reiterado discursillo oficial, palaciego.
Nuestra realidad no solo nos va mostrando el severo impacto por el COVID-19.
Día a día nos muestra a un hombre que, también una y otra vez, nos presume y restriega el nombre de grandes mexicanos que hicieron historia, pero que solo le sirven como propaganda política.
De esa manera mantiene domados a sus tigres. Si le dio resultado antes, para llegar a la silla que Emiliano Zapata despreció, ¿por qué no seguirles untando el dedo?
Lo hace con total impunidad, incluso ante la pasividad de los adversarios políticos, quienes en esta vorágine política, social y económica, se mantienen calculadores, haciendo cuentas en esos aspectos.
El hecho es que el Gran Señor parece que no se percata que ha generado y sigue generando caldos de cultivo adversos en diferentes sectores, y que los históricos que tanto presume no tuvieron un final feliz.
No es el deseo de este humilde servidor. Pero este hombre, al que no le gusta que lo consideren un florero, parece que le encanta la idea de convertirse en un mártir.
Me gustaría, en serio, que mejor se convirtiera en un gran presidente. Pero, sin embargo, habría que citar que por su estilo pugilístico jamás le dieron papeles protagónicos en el Salinato (Carlos Salinas de Gortari), de donde proviene, igual que otros que ahora conforman su gabinete.
Neoliberales de cepa pura. Pero ahora más recargados que Matrix.