CIUDAD DE MÉXICO. * 1 de abril de 2021.
] AP.
Siete soldados del Ejército mexicano que fueron acusados del asesinato de 22 presuntos narcotraficantes en la localidad de Tlatlaya en 2014 y que posteriormente fueron liberados han sido arrestados nuevamente, confirmó el jueves un grupo defensor de los derechos humanos.
Tres de los siete acusados se encuentran bajo custodia en una cárcel militar de la Ciudad de México y los otros cuatro están libres bajo un recurso similar a la fianza, pero se reportan diariamente con las autoridades, reportó el periódico El Universal. Los siete enfrentan cargos de abuso de autoridad, y tres de ellos también están acusados de alterar evidencia en una escena del crimen.
El Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez confirmó que los soldados fueron arrestados nuevamente y señaló que las causas en su contra continúan abiertas. Ese organismo representa a una mujer cuya hija fue asesinada en la masacre.
Los soldados fueron detenidos en 2015 y liberados poco después, cuando un juez dictaminó que la fiscalía no había presentado evidencia suficiente. Familiares de dos de las víctimas apelaron la desestimación de los cargos penales civiles en contra de los siete acusados, tres de los cuales cumplían sentencias por violaciones a los códigos militares.
Una corte ordenó en octubre de 2019 que los soldados fueran arrestados nuevamente.
“Esta orden permaneció sin cumplirse por 16 meses”, señaló el centro de derechos humanos en un comunicado. “Hoy trasciende que ha sido cumplida”.
La masacre de junio de 2014 involucró a soldados que mataron a 22 sospechosos dentro de un almacén de granos en la localidad de Tlatlaya, en el Estado de México.
Aunque algunos de los 22 murieron durante un tiroteo inicial con una patrulla del ejército — enfrentamiento en que uno de los soldados resultó herido —, una investigación de derechos humanos determinó que al menos ocho, y posiblemente hasta una docena de sospechosos, fueron ejecutados después de rendirse.
Los investigadores descubrieron que sobrevivientes y testigos fueron amenazados y torturados, además de que se movieron cuerpos y se plantaron armas en el lugar del incidente. La evidencia forense demostró que muchos de los muertos habían sido alineados contra las paredes y baleados mientras levantaban los brazos en un acto instintivo de defensa propia.