Tercera Vía
] Ernesto Rivera Rodríguez.
De la manera más vil el Instituto Nacional de Inmigración, INM, viene desde hace meses sembrando migrantes caribeños y centroamericanos en diversas ciudades del país. Desde la semana pasada le tocó a Acapulco. Ahí dejados a su suerte, que parece no es mucha, ya más de un centenar de Haitianos algunos centroamericanos fueron literalmente abandonados en las cercanías de la Central de Autobuses Estrella Blanca en la Avenida Cuauhtémoc, y poco a poco en una «operación hormiga» se han extendido hacia las calles aledañas.
Ante el criminal silencio del INM delegación Guerrero, la que parece aplicar una siniestra política no de abandono sino una brutal política quirúrgica de sembrarlos en lugares estratégicos fuera de las rutas conocidas hasta hoy para su recorrido desde el sur, Tapachula, Chiapas hacia el norte del país.
Arribar a este destino turístico deja muchas preguntas aún sin responder, más allá del carácter inhumano que representa su abandono en las calles del puerto, sino en el objetivo oculto de sembrar acciones que ya no son futuras sino de cuestiones que ya se viven en nuestras calles y avenidas.
Gente que en su deambular sin ningún protocolo sanitario ni de sanidad van dejando y recibiendo a través del ambiente nuevos y conocidos contaminantes que han tenido al mundo a un paso del colapso, y con estos nuevos portadores de sólo Dios sabe que patologías, esto se convertirá en un caldo de cultivo de inimaginables proporciones además, además de ser ya vistos como «carne de cañón», y sin lugar a dudas de ser utilizados para tareas y ocupaciones nada legales.
Convertido en un grave problema ya no de salud, de seguridad, la cuál ya de por sí no sólo en Acapulco sino en todo Guerrero se encuentra en el «filo de la navaja», la seguridad misma contra la espada y la pared, como la acción contra la Seguridad al Secretario General de Gobierno, Saúl López Sollano, «haiga sido lo que haiga sido», que puso al borde del infarto al gobierno de Evelyn Salgado Pineda, y a Chilpancingo en un símil nocturno a Iguala hace siete años, convertidos a los migrantes en un tema de la cotidiana Mesa para la Construcción de la Paz, sin que conozcamos resultado alguno al respecto. Ni tampoco posición alguna de las autoridades locales Municipales, ni mucho menos del Congreso Local, este ocupado en un desaguisado interno más cercano a la «Insula Barataria» que a un moderno órgano legislativo.
Se va a dialogar con los migrantes, cómo se pretende se haga con la delincuencia organizada, una seria política bizarra de entender el concepto de seguridad nacional que ya confunde la transparencia con «la omisión» y el ocultamiento. En tanto el país, viaja en un tren, «simulador» de la abrupta realidad que padecemos, como un pobre símil del «Guarda agujas», de Juan José Arreola.