Epístolas Surianas
» JULIO | AYALA CARLOS
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ACAPULCO, EN DONDE LOS MUERTOS SE SUCEDEN A DIARIO, como consecuencia de la violencia que allí existe, tiene desde este fin de semana nuevo secretario de seguridad pública, como si con ello la inseguridad pública fuera a resolverse. Sin duda una visión simplista de quien gobierna el municipio y puerto, es decir, de la alcaldesa Abelina López Rodríguez, quien a más de un año de encabezarlo, nada más no puede resolver ninguno de los problemas que afectan al otrora denominado “Paraíso de América”.
Por supuesto que no todo es su culpa, pues “no tiene la culpa el indio, sino quién lo hace compadre”, toda vez que los acapulqueños sabían de sobra que la hoy alcaldesa no sólo no tenía experiencia en el arte de gobernar y de la administración pública, y aún así votaron por ella, como si no hubieran tenido suficiente con Evodio Velázquez Aguirre.
Y es que, en efecto, a más de un año de llegar a la alcaldía porteña, “Mamalina”, como le dicen quienes están en la nómina del Ayuntamiento de Acapulco, e incluso le ven patas para ser gobernadora, nada más que Marcelo Ebrard llegue a la Presidencia de la República, ni ha resuelto el problema de la basura, ni mucho menos el del agua entubada, y ni se diga el de la seguridad pública en lo que tiene que ver con la prevención del delito, por citar tres ejemplos.
Allí están los números, allí están las encuestas, y allí está la cruda realidad que viven los acapulqueños, quienes en su gran mayoría no sólo están arrepentidos de haber votado por quién sólo sabe bloquear calles y tomar edificios públicos exigiendo servicios. Y allí están los resultados de un mal gobierno, cuya responsable admitió, públicamente, actos de corrupción, al haber dado dinero a un representante de la ley para que agilizara un acto ministerial.
Ciertamente “chango viejo no aprende maroma nueva”, dice otro refrán, lo cual explica el que en vez de fortalecer las acciones de prevención del delito, que es algo que le compete al gobierno que encabeza, lo más fácil fue cambiar a su secretario de Seguridad Pública, del cual hay que decir que tampoco servía para mucho, en razón de que en esa institución prácticamente todo está podrido y en entredicho.
Hay que decirlo. Transformar significa cambiar, innovar, hacer las cosas diferentes, pues sólo así, y nada más que así, habrá resultados deseados. La sola creencia de que por decirlo cambiarán las cosas, no sólo es infantil, sino hasta tonto. Allí está el ejemplo del Presidente.
Sin duda el cambio de titulares de despacho buscan mejorar las cosas; sin embargo, es muy cierto que los secretarios de despacho, como el de la Secretaría de Seguridad Pública, no se mandan solos, toda vez que obedecen a su mando jerárquico, en este caso la alcaldesa Abelina López, de ahí que si está mal la cabeza, es obvio que estará mal todo, y en consecuencia, los resultados serán nulos.
Así las cosas, mientras la cabeza del gobierno porteño sea un fiasco, poco o nada pueden esperar los acapulqueños de sus autoridades, pues incluso presentar como un acierto el que no se ha endeudado al municipio, significa que la alcaldesa sólo se ha dedicado a administrar los recursos que le llegan vía presupuesto.
Capama, la Comisión de Agua Potable y Alcantarillado de Acapulco, es otro ejemplo en donde la edil, maneja el problema de la escasez del agua con una actitud infantil, pues la solución nada tiene que ver con cambiar a su titular, sino con una verdadera estrategia que acabe con el problema. La pregunta es si a la Doctora en Derecho le enseñaron eso en la Conamat.
Por supuesto que la edil de referencia no es la única que le ha quedado a deber a los habitantes del municipio que legalmente encabeza, pues hay otros que están en la misma situación; sin embargo, la de Acapulco llama la atención porque es el municipio más importante del estado, y porque el país es identificado, turísticamente en todo el mundo, por el puerto que en su momento fue catalogado como el “Paraíso de América” o la “Perla del Pacífico”, hoy encabezado por quien la violencia y los muertos que se suceden todos los días, poco le importa.
Claro, habrá quién diga lo contrario, a pesar de que tengan enfrente un montón de basura, no tengan agua en sus casas, a menos que se la lleven del mar, o les toque presenciar una balacera.
¡No te acabes, Acapulco!
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