Epístolas Surianas
» JULIO | AYALA CARLOS
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) Facebook / Julio Ayala Carlos
OTRO PARTIDO POLÍTICO, EN SU LUGAR, ya lo hubiera destituido. Contrario a ello, lo defienden, y lo que es peor, las propias mujeres, al fin que la agresión no fue en contra ninguna de ellas, de Morena, el partido político al que pertenecen, sino de otro, del PRI, su adversario político. Es decir, se justifica, se vale, y por eso defienden al diputado Jacinto González Varona, quien además funge como presidente estatal del morenismo.
Jacinto González, “Chinto”, como le gusta que le digan, hace unos días fue sentenciado por el Tribunal Electoral del Estado como responsable de cometer violencia política en razón de género. Por consecuencia, tendrá que pedir una disculpa pública a la agraviada, pagar una multa económica, y además, deberá ser inscrito en el padrón de violentadores, por un periodo de 14 meses.
Es decir, si se cumple la ley que sanciona la violencia política en razón de género, el diputado local y presidente estatal de Morena, no podrá, en el 2024, ser candidato a ningún cargo de elección popular, incluido el que tiene, como tampoco al de senador de la República al que también aspira.
Hay que decirlo. Ciertamente Jacinto González Varona no es el único de los diputados de Morena de la LXIII Legislatura local que ha ejercido violencia política en razón de género, pero sí el único que defienden las mujeres de su propio partido. Hace casi un año, otro de ellos también lo hizo; el “diputado indígena” Alfredo Sánchez Esquivel, agredió a una diputada de su propio partido, por lo que fue expulsado de Morena y de la fracción parlamentaria. Hoy es un apestado.
Pero en el caso de “Chinto” el asunto es diferente. Pese a quedar demostrado que ejerció violencia política en razón de género contra la también diputada por el PRI, Gabriela Bernal Reséndiz, razón por la cual el Tribunal Electoral del Estado falló en su contra, las mujeres de su partido no sólo lo defienden, sino que con un discurso engañoso buscan victimizarlo. Es decir, que de agresor, buscan convertirlo en víctima, como si él fuera el agraviado.
Por supuesto que cada quien puede defender a quien quiera. Ya por parentesco sanguíneo, familiariedad, amiguismo, compadrazgo, por ser vecinos o porque así le conviene a sus intereses. Así, hay quienes defienden a asesinos, a secuestradores y a bandidos, incluso porque a ellos nunca les ha hecho nada mal, aunque tengan conocimiento de que son delincuentes. Hasta los señalan de que son buenas gentes.
Hay que decir, sin embargo, que así inició la delincuencia, hoy imparable por cierto. En las colonias, y en los pueblos, todos sabían quienes eran los delincuentes. Quienes mataban, robaban y secuestraban, o vendía droga. Sabían que era el vecino, o el hijo de éste. Sabían incluso que era el hermano o el hijo, pero como no lo hacía ahí, sino en otro lado, en otra colonia, o en otro pueblo, no había problema. Incluso los justificaban y los cubrían
Hasta que lo empezaron allí mismo, en el lugar donde viven, entre los suyos. Y entonces se volvió imparable el asunto. Hasta que el gobierno, en sus tres niveles, ya no puede con ellos.
Guardando las proporciones, así ocurre con quienes ejercen violencia política en razón de género.
Es decir, mientras la violencia sea en otros, y no en contra de los del mismo partido, no pasa nada. Al contrario, hay que defenderlos, protegerlos, justificarlos y hasta victimizarlos. Y es que es uno de los nuestros…
Hay que decirlo. Resulta por demás contradictorio que aquellas, y aquellos que criticaban la violencia política, y la de género, sean hoy quienes defiendan a los violentadores, por el hecho de ser amigos, compañeros y militantes de un mismo partido. Es perverso, mezquino y hasta antidemocrático, por decir lo menos.
No entienden que, a quien hoy defienden, puede ser su victimario en el futuro.
Por cierto, la violencia política de Jacinto González Verona, en contra de la diputada del PRI, no es la única. En su momento, hizo lo mismo con el llamado grupo LGT, un importante sector de la sociedad, a quien con argucias le quitó la diputación que hoy ostenta, argumentando ser miembro activo de ellos.
En fin. Como decíamos al principio, en otro partido político ya hubieran destituido a “Chinto” como dirigente estatal de Morena, no sólo por valores morales, sino porque también estaría cometiendo otros delitos, al manejar y utilizar recursos públicos.
La política es así, diría el exgobernador Ángel Aguirre Rivero.
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