] Ángel Miguel Blanco
Personal y periodísticamente no tengo simpatías por ningún candidato ni de Acapulco, ni a la gubernatura, ni a la presidencia de Atoyac, mi patria paterna.
En política, quien tiene talento, lo tiene; quien no, a leguas se le nota. Sería una incongruencia no ceder honor a quien honor merece. Mi respeto es para todos, talentosos o no.
A Dios, gracias, me confieso imparcial y apartidista.
Aunque tengo algunos excelentes amigos en la política, ninguno de ellos influyen en mi profesión ni mi conciencia.
He reiterado que es difícil hacer periodismo en Guerrero, pero a Dios gracias, podemos darnos modesto lujo de ejercer nuestra libertad de expresión sin patrocinios ni coacciones, y así será hasta donde podamos.
Lo anterior es para dejar constancia que por lo que respecta a Atoyac, el mismo respeto merece Pablo César Solís que Javier Galeana, Yanelly Hernández y Dámaso Pérez. Empero, porque no tenemos compromisos de ninguna índole con ninguno de ellos, informamos, denunciamos y comentamos sus acciones con plena libertad. No obstante, aunque hubiere «valores entendidos», nuestra conciencia no está en venta ni renta.
Nos hemos atrevido a agorar el triunfo de algunos candidatos basándonos en los hechos, no en simpatías ni afectos.
Lo mismo vemos el progreso de Evodio Velazquez, en Acapulco, por ejemplo, que de Héctor Astudillo, en el ámbito estatal. (Erramos al creer que Luis Walton sería gobernador, pese al quebranto financiero que provocó, entre comillas, el escaso trabajo hecho en Acapulco; seguimos creyendo que si las izquierdas de Guerrero se hubieran unido, Héctor Astudillo y sus siniestros operadores usarían pañales para medio mitigar el triunfo del candidato del Movimiento Ciudadano, pero la ambición del PRD y la avaricia del PT hacen lo suyo para facilitarle el camino al priísta de Chilpancingo.)
En Atoyac, pese a los descalificativos y traiciones de algunos «distinguidos» personajes de su mismo partido que, abierta o secretamente, le profesan amor condicional a la competencia, Dámaso Pérez es el más beneficiado de la guerra sucia en su contra.
Yanelly Hernández está despertando a la realidad y está comprobando que no basta una cara bonita ni un padrino famoso y odiado por casi todo Guerrero, vinculado directa o indirectamente con asesinos de estudiantes de Ayotzinapa y el crimen organizado, para que la gente crea sus promesas y se presuma segura de su triunfo, el próximo 7 de junio.
Yanelly es una excelente persona, fue una honorable servidora pública, pero los compromisos y el equipo que la rodea –compuesto mayormente por arribistas sin escrúpulos, ética ni principios, traidores, convenencieros, oportunistas, estafadores, que lo mismo pueden traicionarla cuando no les cumpla sus caprichos– y el partido narcotizado y criminalizado que representa, donde lo mismo deambula la sombra de Carlos Armando Bello que de Ángel Aguirre y otras personas de dudosos historiales, hacen que sea difícil ganarse la confianza de los atoyaqueses, defraudados ya por todos los partidos que lo han gobernado y que ya no quieren saliva, caras bonitas, ni rostros nuevos con viejas mañas, sino compromisos reales, congruentes, posibles, acordes a las necesidades de la mayoría de los habitantes, que «ya tienen río y solo piden el puente», no que «les lleven primero el puente y luego el río donde no lo necesitan».
Esto no significa que Dámaso Pérez puede tirarse en los arenales a rascarse la (panza) y esperar que sus operadores le hagan el milagro el 7 de junio.
Dámaso mismo anda en campaña batiente… pero por las veredas que solo iluminan las luciérnagas, compungido, pretendiendo dar muestras de humildad y honestidad, confiado en que sus discursos taciturnos lo harán presidente municipal.
Y de la misma forma que su contrincante más cercana, Pérez Organes debe hacer una limpia exhaustiva e inmediata de la «fauna nociva» que lo acompaña y promueve pero sirve a otros intereses… si aspira una presidencia libre de reproches, dudas y sospechas.
A la gente fanática se le tiene contenta con 200 o 500 pesos, una matraca, y una torta con mayonesa y un montón de lechuga y jitomate con una pizca de jamón, pero la que razona, la que medita, la que valora su futuro, no. A esta clase de personas debieran los contendientes más fuertes de Atoyac, Yanelly y Dámaso, buscar, convencer, consentir, y presentarles un programa real, congruente, convincente, de los objetivos primordiales de su gobierno, sin discursos melosos ni sedantes, libres de miedos, que por algo los atoyaquenses exigen, demandan, que se les hable directo, al grano, sin rodeos, sin bordear el río.
Dicho lo anterior, no me quedan ni me faltan palabras.
Dejo constancia que cada noticia, cada denuncia, está consensada y razonada.
Escribimos sin pretender incitar debates o prejuicios, mucho menos para rendir culto a ningún candidato.
Quien entienda lo contrario, que vaya apartando alguna barda o poste de su comunidad, porque en nuestros espacios no permitiremos prejuicios, peyorativos, ni zalamerías o fanatismos pueriles, ni descalificaciones de ninguna índole ni para «allá» ni para «acá».
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