El Santo Oficio
Ángel Miguel Blanco
massiosare@msn.com
Se veía venir…
Manuel Añorve Baños, exalcalde priísta de Acapulco que en el 2009 ilícitamente arrendó el Centro Internacional Acapulco al grupo Chedraui por 30 años, en complicidad con el exgobernador perredista Carlos Zeferino Torreblanca Galindo, aprovechó bien la torpe figura de Hector Astudillo para tratar de expiar sus pecados… y lo logró.
Ingenuo, tonto, omiso o pecaminoso, Héctor Astudillo cayó en la trampa, y con su pomposo anuncio de rescate del que era ya, por decreto presidencial, patrimonio legal de los acapulqueños, solo nos dijo una parte de la verdad que debió contarnos junto a ese anuncio que solo resulta benéfico para las futuras aspiraciones del expresidente porteño y actual diputado federal, Manuel Añorve Baños.
Al señor que cobra como gobernador pero se desempeña como marioneta o lugarteniente de dos figuras que realmente mandan en Guerrero, a saber, René Juárez Cisneros y Manuel Añorve, le faltó decirnos cuanto costó a los acapulqueños y guerrerenses ese «plan con maña» que simplemente expía la imagen de Añorve, pues las cláusulas del contrato de arrendamiento del CIA a grupo Chedraui eran muy claras: penalización del 25 por ciento sobre el monto de la cantidad arrendada durante 30 años «en caso de incumplimiento del contrato».
Según el contrato de arrendamiento, el municipio de Acapulco y el Gobierno del Estado asumirían los gastos de tramites de liquidación del personal sindicalizado, regularización de gastos prediales, fiscales, cambio de uso de suelo para darle utilidad a los propósitos del grupo Chedraui al CIA, durante los años que durara entregar el Centro de Convenciones a sus nuevos «dueños» libre de adeudos de toda índole.
Empero, el descubrimiento de este ardid fraguado por Torreblanca y Añorve se interpuso en los planes de enriquecimiento ilícito de ambos personajes, a grado tal que el entonces presidente de la República, Felipe Calderon Hinojosa, se vio obligado a retirar de Acapulco el «Tianguis Turistico», tema que utilizó Añorve hasta el cansancio para desviar la atención del arrendamiento fraguado entre PRI y PRD.
Por caballerosidad, cortesía o valores políticos entendidos, el gobierno federal apechugó todos los dardos venenosos de Añorve y Zeferino. La innegable fuerza política de Añorve arrastró a la iniciativa privada y hasta legisladores locales y federales a grado tal que hasta en las tribunas del Senado y la Camara de Diputados se le exigió enérgicamente al gobierno federal el regreso del «Tianguis».
Lo que diputados, senadores, empresarios y sociedad no sabían era que el Tianguis Turístico era el principal botín del que Añorve, Zeferino y Chedrahui saldrian beneficiados, ya que una de las cláusulas del contrato de arrendamiento estipulaba que, tras el arrendamiento, ahora el gobierno federal tenia que pagar entre 6 y 9 millones de pesos a Chedraui para celebrar en el Salón Teotihuacán las subsecuentes ediciones de dicho evento turístico de fama internacional.
La negación del gobierno federal a dichas «exigencia» estuvieron bien sustentadas. Años atrás, por decreto presidencial, se había estipulado que el Centro de Convenciones pasaba a ser propiedad de los acapulqueños, pero una de las cláusulas de cesión de derechos al gobierno del estado y el municipio de Acapulco fue precisa: al subrayar que a cambio de esa cesión de derechos el «Tianguis Turístico» se celebraría «permanentemente» de forma «GRATUITA» en las instalaciones del Centro de Convenciones, específicamente en el «Salón Teotihuacán» de dicho establecimiento.
El exgobernador Àngel Aguirre estuvo enterado del tema, pero los lazos consanguíneos con Manuel Añorve le impidieron actuar a favor de los acapulqueños.
En la histórica foto del pomposo anuncio de rescate, ayer martes, el rostro de Hector Astudillo lo dice todo… y el rostro de Ernesto Higinio Rodriguez Escalona, secretario de Turismo estatal, también.
El llamado «Príncipe de La Condesa», en su calidad de secretario de Fomento Turistico del gobierno de Zeferino Torreblanca, firmó como testigo de honor el contrato de arrendamiento celebrado entre el Gobierno del Estado (Zeferino Torreblanca), el H. Ayuntamiento de Acapulco (Manuel Añorve), y Grupo Chedraui, el 27 de noviembre de 2009.
Con todo esto como base, queda claro que no es ninguna hazaña de Hector Astudillo el rescate del CIA, pues este siempre ha sido propiedad de los acapulqueños, de los guerrerenses.
El rescate debió ser, mas bien, el «Tianguis Turistico de Acapulco», que fue lo que el gobierno federal le quitó a los guerrerenses, no el Centro Internacional Acapulco (CIA).
El pomposo rescate que enorgullece a Hector no beneficia a Guerrero, sino a Manuel Añorve, principalmente, quien con este anuncio inicia su sigilosa carrera por la gubernatura del 2021… y Hector es y sera el tapete que utilizará el exalcalde para caminar como sobre pétalos de rosa, aunque con todo y espinas, porque las torpezas del que cobra como gobernador ya están predestinadas y Añorve topará con muchas piedras durante su afanoso peregrinar hasta el 2021. El lo sabe, sin embargo, pero sabrá sortear los obstáculos, de eso estamos seguros.
Que nos informe Hector cuanto le costo al estado y a Acapulco deshacerse de un contrato que implicaba 30 años de exclusividad del Centro Internacional Acapulco en manos de Chedraui… que nos explique Hector si su famoso «rescate» incluye el regreso del «Tianguis Turistico a Acapulco» y no solo la expiación de imagen de quienes lo arrendaron a espaldas de los guerrenses.
¿O será que este anuncio es una burda «cortina de humo» para desviar la atención de la inoperancia del «gobernador» –entre comillas– en torno al «orden y la paz» que se resisten a arraigarse en Guerrero.
Mucho cuidado con los que nos cuenta Hector y sus aliados… o mejor dicho, los que piensan por él.
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