La otra verdad de los llamados ‘crímenes homofóbicos’
] El Santo Oficio
Ángel Miguel Blanco
massiosare@msn.com
] ACAPULCO * 27 de mayo.
Según «Letra S», organización mexicana en pro de la diversidad sexual, desde 1995 a mayo de 2014 se han registrado 887 asesinatos de índole homofóbicos; 700 fueron cometidos contra hombres, 181 contra travestis, transgéneros y transexuales, y 6 contra mujeres. Las edades de las víctimas oscilaban entre los 18 y 60 años de edad, aunque debe aclararse que la misma organización, máxima autoridad metodológica en la materia, admite que no todas las víctimas perecieron a causa del odio o la discriminación homofóbica, pues aunque los reportes indican que de este total de crímenes «340 fueron llevados acabo por arma blanca, golpeados 180, asfixiados o estrangulados 166, apuñalados 110, atacados con objetos diversos 31, torturados 7, descuartizados 5 y calcinados 3», el resto se debió a atropellamientos en la vía pública o murieron por enfermedades diversas, entre ellas el VIH, lo que vuelve difusas las especulaciones o aseveraciones en torno a los llamados «crímenes por homofobia».
Y pese a que Guerrero figura en la lista de crímenes homofóbicos en el sitio número 12, con 21 casos, para Manuel Castillo Jaimes, asesor del gobernador Ángel Aguirre Rivero en materia de «Grupos Vulnerables» y miembro de la comunidad lésbico-gay más fuerte y reconocida de la entidad, las estadísticas sobre crímenes homofóbicos merecen un segundo análisis, ya que se ha comprobado que la mayoría de los crímenes no han sido por motivos de odio ni discriminación homofóbica, sino por cuestiones muy personales entre personas del mismo género o por servicios sexuales económicamente no contribuidos.
El caso más sonado en Guererro ha sido el de Quetzalcóatl Leija Herrera, ex presidente del Centro de Estudios y Proyectos para el Desarrollo Humano Integral (Ceprodehi), ocurrido el 4 de mayo del 2011, estandarte de organizaciones lésbico-gays piratas (háblese de aquellas agrupaciones que carecen de ética para abordar temas de diversidad sexual con creterio y respeto a su sexualidad con calidad moral, debido el estilo de vida libertino y/o prosaico conque se desenvuelven, tildándose entre ellas mismas de ‘perras’ y ‘locas’, exhibiéndose en plumajes coloridos y tangas extravagantes que, a pulso, repelen el respeto que tanto exigen), quienes a la fecha siguen utilizándolo como símbolo de los ‘crímenes homofóbicos’ en la entidad, no obstante que tras de consumarse las investigaciones quedó ‘demostrado’ –entre comillas, admítase– que no se trató de ningún crímen homofóbico, sino de un asesinatos por conflictos entre dos personas del mismo género, según confesó su homicida, Manuel Alonso Sandoval Reyes, alias «El Ángel», después de que la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE), dirigida entonces por Alberto López Rosas, le halló pruebas ‘contundentes’ que lo acreditaban como el autor intelectual del asesinato.
LOGROS Y HAZAÑAS
Sin generalizar ni ahondar el tan trillado tema, baste decir que el progreso de los derechos de la comunidad homosexual de México ha adquirido significativos avances, no obstante que muchos miembros de dicho grupo rechazan este hecho.
En el ámbito nacional, el 6 de marzo de 2013, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) dictaminó que expresiones como “puñal” o “maricón” son homófobas, pues fomentan la discriminación y la intolerancia hacia las personas homosexuales. El dictámen fue aprobado por mayoría de 3 votos de los integrantes de la Primera Sala de la SCJN al resolver el juicio de amparo directo 2806/2012, originado por un conflicto entre periodistas en el estado de Puebla, en 2010, después de que el editor del periódico Síntesis, Armando Prida Huerta, demandó a Enrique Ñúñez, director del diario Intolerancia, porque este último aseguró en su columna «Contracara«, bajo el título «El ridículo periodístico del siglo», que Prida era “puñal” y que “maricones” se dedicaban a escribir en su periódico para la realización de guerras mediáticas entre periodistas poblanos.
La segunda batalla ganada por la comunidad gay fue el 17 de mayo de este año, cuando el presidente de la Republica, Enrique Peña Nieto, optó por la apertura y el respeto a la diversidad sexual, instituyendo esa fecha como el «Día Nacional Contra la Homofobia».
Anteriormente, en el estado de Guerrero se había institucionalizado un hazaña similar, con la integración de Manuel Castillo Jaimes, mejor conocido en el argot periodístico como Igor Pettit, eterno luchador de los derechos y garantías individuales de su comunidad, al gabinete de Ángel Aguirre Rivero, días después de asumir este la gubernatura del estado.
Castillo Jaimes considera una «enorme hazaña» este hecho.
Jamás entidad alguna, ni gobernador alguno, había, siquiera, querido estrechar relaciones con la comunidad gay, dados los tabúes en torno al tema. Pero en un acto valeroso y de compromisos, Ángel Aguirre no solo incluyó como asesor personal en materia de «Grupos Vulnerables» a un miembro de la comunidad homosexual, sino que se comprometió a respaldar toda iniciativa a favor de sus derechos, «y lo sigue haciendo», sostiene ufano Igor Pettit, quien se siente orgulloso de pertenecer al primer estado de la República que reconoce y respeta los derechos constitucionales de la comunidad lésbico-gay del estado de Guerrero.
Empero, pese a todos logros, esta comunidad sigue siendo seriamente acosada, hostigada, vilipendiada y hasta acribillada, «pero en la mayoría de los casos es por culpa propia de muchos de los miembros de estas comunidades, aquellas que se denigran así mismos con sus propias acciones retrógradas y prosaicas, que no han evolucionado ni se han culturizado y siguen agazapadas en su mundo de ‘perras’ y ‘locas’, soslayando la realidad que viven las agrupaciones serias, éticas, que se van ganando a pulso el respeto de la sociedad y los mismos gobernantes», según perspectiva de Samuel Alcaide López, miembro del colectivo Arcoiris-Zihuatanejo.
HOMOFOBIA Y CRIMENES HOMOFÓBICOS
«La homofobia no es otra cosa que la discriminación homosexual», describen los eruditos en definiciones lingüísticas, «la cual, en grado superlativo lleva a los homofóbicos a cometer bullying o crímenes por odio homosexual».
En su Encuesta Nacional sobre Discriminación 2010 – Resultados sobre diversidad sexual, el Cenapred reveló que entre el 32 y el 40 por ciento de la población siente animadversión por la diversidad sexual y que en Guerrero, Chiapas y Oaxaca, el 42.5 por ciento de las familias no está dispuesta a cohabitar o compartir una casa con una persona homosexual, mientras que un 54.1 por ciento está dispuesta o «dispuesta, en parte» a compartir el techo con una persona de sexualidad distinta a la heterosexual.
Para Jorge Mercado Mondragón, profesor e investigador del Departamento de Sociología de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), el problema central, al respecto, «es que una parte significativa de la sociedad mexicana crea y recrea una cultura homofóbica, incluso hasta el extremo de la violencia y el asesinato», aunada a un «deficiente sistema de impartición de justicia y una cultura sexual arcaica, costumbrista» que genera «la aparición de fenómenos de esta índole, que encuentran en dicha sociedad una justificación para este tipo de crímenes», los cuales muchos quedan en el anonimato porque para el grueso de la sociedad mexicana los homosexuales no deberían existir, sencillamente.
No obstante, aunque la homofobia «ha existido de una u otra manera a lo largo de la historia de la humanidad», la comunidad homosexual merece respeto por el hecho de que son individuos, subraya Jesús Ramírez, activista gay del Colectivo de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales del Distrito Federal, quien admite, de lleno en la materia, que «se debe aceptar que muchos de los crímenes por homofobia no son denunciados ni registrados como tales porque, ciertamente, muchos de esos casos se suscitan de manera accidentada entre la misma comunidad, a veces por celos de parejas (del mismo sexo, obviamente) o porque no se llegó a ningún acuerdo en la relación sexual», argumento que, por cierto, es aceptado por algunas organizaciones homosexuales debidamente acreditadas o aceptadas por las sociedad guerrerense.
Y es que aunque «Letra S» destaque a Guerrero con 21 casos de crímenes homofóbicos, lo cierto es que muchos de ellos han sido por cuestiones personales de género: «celos, rivalidades o comercios sexuales fallidos», se atreve a manifestar Emilio Trujillo Cuenca, quien bajo el alias de «Tania» o «Paloma» ofrece sus servicios sexuales en la calle de La Noria, en el centro de la ciudad de Acapulco, los fines de semana, después de las 10 de la noche, sorteando el acoso de policías, principalmente, «los cuales les piden favores sexuales para dejarlos trabajar» y quienes, en ocasiones, no solo abusan sexualmente de ellos sino que los golpean y los agreden o vejan, obligándolos a masturbarlos o a darles sexo oral grupal, para luego llevarlos a la periferia de la ciudad a «tirarlos», dejándolos «a merced de los delincuentes» en Rena(cimiento) o la Zapa(ta), dos colonias sumamente peligrosas del puerto. No obstante, ninguno de estos abusos son denunciados porque «en Acapulco no hay justicia para los putos», ironiza Tania, quien junto con cinco o siete homosexuales más ‘perrean’ (trabajan) en las cantinas de La Noria, robando o vendiéndole su cuerpo a taxistas y trasnochadores.
Otro hecho que afrontan quienes son víctimas de acoso y hasta crímenes homofóbicos es que México carece de «tribunales de justicia especializados en perspectiva de género», pues «los que funcionan son de derecho, circunstancia que es un grave impedimento para la resolución y combate a los crímenes homofóbicos», acierta en subrayar la abogada y ex subprocuradora de Atención a Víctimas y Servicios de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal, Bárbara Yllán, en su análisis «Retos en la búsqueda de justicia: las mujeres de Zongolica y Castaños», patrocinado por el Programa Universitario de Estudios de Género (PUEG), de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en 2007, donde se asienta que «la práctica de catalogar a los crímenes de odio y homofóbicos como «pasionales» es arcaica; sin embargo, es la que persiste en los tribunales mexicanos», aunque dicha práctica no sólo no resuelve la problemática de los asesinatos de homosexuales, sino que hasta actúa en sentido inverso y desafortunado para ellos».
En suma, se puede interpretar que mientras en México no haya tribunales capacitados para investigar y analizar o tipificar los homicidios contra los homosexuales como «crímenes por homofobia» o «crímenes homofóbicos», las estadísticas seguirán siendo eso: crímenes, a secas, o crímenes pasionales, como se han comprobado en la mayoría de los casos den Guerrero y en otros estados de la República, donde las historias y crónicas de homicidios de homosexuales siempre responsabilizan a los «conflictos pasionales o comerciales» como los auténticos motivos o causas de asesinatos contra homosexuales.
CONCLUSIONES CULTURALES Y JURÍDICAS
Para Jorge Mercado Mondragón, en conclusión, para combatir y erradicar la homofobia «se requieren acciones urgentes que incidan en un cambio del patrón cultural que ha establecido a la heterosexualidad como la única opción válida para el ejercicio del amor y de la sexualidad. Si la sociedad sigue sin reconocer a la homosexualidad como otra opción, los homicidas homofóbicos continuarán argumentando que con el asesinato de homosexuales liberan a la sociedad de entes depravados que no tienen derecho a vivir. Si cambiamos nuestros parámetros a escala social y cultural, la justificación con la cual operan perderá razón de ser.»
En su análisis sociológico Intolerancia a la diversidad sexual y crímenes por homofobia, el catedrático universitario agrega que «(otro) problema que dificulta el análisis sociológico y legal, es la ausencia en la legislación federal mexicana de un sistema que permita cuantificar las muertes por homofobia. Clasificar a los crímenes homofóbicos como «crímenes pasionales», como ocurre en la actualidad, no ayuda a esclarecerlos y sí dificulta enormemente cualquier intento serio de resolver el problema.
«Consideramos que éstos se deberían tipificar como «crímenes por odio», igual que en otros países; de esta manera, habría mayor objetividad y se podría tener acceso al número real de crímenes, cuantificarlos y elaborar una fotografía exacta. Omitimos los criterios neomalthusianos y poco serios que sostienen que a mayor población será más alto el número de asesinatos por odio, pues consideramos que la homofobia (que muchas veces termina en crímenes) es eminentemente una cuestión de orden cultural y social, no demográfica», añade el especialista en Sociología.
Y prosigue: «Al margen de lo anterior, nos llama la atención que en dos de las entidades más desarrolladas del país, el Distrito Federal y el Estado de México, que se promueven además como entidades altamente incluyentes, solidarias y democráticas, se presenta la tasa de crímenes homofóbicos más elevada, lo que contradice todo su discurso de inclusión, tolerancia y democracia», concluye el licenciado en Sociología por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM y Maestro en Ciencias, especialista en Desarrollo Rural por el Colegio de Postgraduados de México, además de Doctorado en Ciencias Sociales, con especialidad en Sociología por el Instituto de Desarrollo Económico y Social de la Universidad de París, quien a modo de orientación exhorta a la comunidad homosexual a tener presente «Los Principios de Yogyakarta sobre la Aplicación del Derecho Internacional de Derechos Humanos a las Cuestiones de Orientación Sexual e Identidad de Género«, en los cuales se «especifica, de manera sencilla, cómo se aplica la legislación internacional a las cuestiones de orientación sexual, identidad y género en relación con los derechos humanos», y se deja en claro que «las leyes que penalizan la homosexualidad son y se constituyen como una abierta violación del derecho internacional de la no discriminación» y, por otro lado, «se menciona que la comunidad homosexual tiene, en principio, derecho a la vida y a vivirla sin violencia; a la privacidad; así como al acceso a la justicia, lo cual implica que los homosexuales no deben ser detenidos injustamente».
Los Principios de Yogyakarta (2006) by Efecto Espejo
ORIENTACIÓN Y DENUNCIAS LEGALES
En México, a raíz de que el presidente de la República, Enrique Peña Nieto, dio un paso más a la apertura de los derechos de la comunidad homosexual, instituyendo el 17 de mayo como el «Día Nacional contra la Homofobia», ya es posible realizar denuncias por acoso, bullying y hasta crímenes homofóbicos, de manera legal.
El video explicativo de la comunidad lésbica chilena Rompiendo el Silencio presenta detalles al respeto.
Ojalá otras entidades pudieran asumir el modelo del estado de Guerrero en materia de libertad y respeto a los derechos sexuales de las personas del mismo género. Es con este motivo por el cual se comparte esta información a modo de orientación y mucho respeto por los derechos universales de las personas del llamado ‘tercer género’.
P.D. Sin daños a terceros…
www.efectoespejo.com
- Published in Sin daños a terceros