Tanta zalamería sólo exhibe su ‘kakistocracia’*, Sr. Astudillo
El Santo Oficio
Angel Miguel Blanco
massiosare@msn.com
Seguramente muchos guerrerenses no vimos que Rubén Figueroa padre e hijo agradecieran tanto a Luis Echeverría Álvarez o a Ernesto Zedillo cada obra o evento que hacían en Guerrero o Acapulco; tampoco vimos que José Francisco Ruiz Massieu se desviviera en agradecimientos con Carlos Salinas por las obras realizadas en Guererro, ni a Zeferino Torreblanca reptando ante Felipe Calderón por cumplir con sus deberes de Presidente en la entidad.
Que alguien explique, entonces, por qué Héctor Astudillo Flores se desvive en agradecimientos casi orgásmicos y zalameros a favor de Enrique Peña Nieto hasta por obras con iniciativa propias y eventos turísticos heredados por otras administraciones federales a Acapulco y Guerrerro, como el Acabús y el Tianguis Turístico, por ejemplo.
¡Ya solo falta que Astudillo infeste de lonas y mantas el estado agradeciéndole a Peña por tantos muertos y descabezados en cada rincón de Guerrero, a salud de las omisiones o apatía del Presidente en materia de Seguridad Nacional!
Si Héctor quiere reptar ante Peña Nieto, no es pecado, es parte de su condición política, pero que lo haga a título propio.
Quizá Astudillo sí le deba mucho a Peña, hasta los supervisores (Manuel Añorve y René Juárez) que le puso para desempeñar su autoridad constitucional como gobernador de Guerrero, ¡pero a los guerrerenses que no nos involucre en tanta zalamería orgásmica hacia el Presidente de la República por obras y eventos que son parte de su deber y que, en algunos casos, ni son autoría de Enrique Peña Nieto!
¡Compórtate, Héctor, demuestra tu casta e investidura! Tus zalamerias solo evidencian la ‘kakistocracia’ que se vive bajo tu régimen corrupto y nepotista.
* La ‘kakistocracia’ es todo lo contrario a la ‘aristocracia’ (dicho prácticamente ‘un buen gobierno’); es un término con etimología griega acuñado por Michelangelo Bovero, profesor de la cátedra de Filosofía Política de la Universidad de Turín, utilizado para describir “el gobierno de los peores”, en otras palabras, el estado de corrupción generalizada del poder institucional, lo peor de lo peor del poder político.
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