Sectur Acapulco | Entre lo absurdo y lo ridículo
Definitivamente, ¡un gran desatino!
Definitivamente, “Sectur Acapulco requiere un profesional en turismo, no un auxiliar de enfermería”, reclaman quienes viven de la actividad turística y conocen la realidad turística del puerto.
No, no es lo mismo cambiar pañales o asistir a enfermeras o médicos en tareas hospitalarias cotidianas, u organizar eventos de zumba y contratar empresarios o figuras en el ocaso de sus vidas para flanquear a la alcaldesa o apadrinar bienvenidas alternas de cruceros, que promocionar el puerto con seriedad y responsabilidad.
No, no se vale seguir tirando el dinero en promociones engañosas e improductivas, cuando no hay dinero, ni turismo, ni un puerto en condiciones para las expectativas que se venden en la capital del país a empresarios e inversionistas chinos y fantasmas que “no conocen ni en China” y solo ofrecen ‘proyectos guajiros’ en un Acapulco que turísticamente luce moribundo.
Asegurar que Acapulco “sigue en pie”, después de ser devastado dos veces por dos huracanes de la magnitud de Otis y John; pregonar que la actividad turística va ‘viento en popa’ y, sobre todo, que Acapulco es “seguro”, solo para quedar bien con quien le dio la chamba y su propio ego, es lo más descabellado, ridículo, absurdo y aberrante que se pueda cacarear en el exterior, en estos momentos de un puerto social y políticamente convaleciente, inseguro, rehén de la violencia y en franca ‘terapia intensiva’.
Seguramente fue una burda broma nombrar a un ‘auxiliar de enfermería’ como titular de la Secretaría de Turismo de Acapulco cuando, y no a un soberbio, engreído, que no dio resultados positivos ni como subsecretario de turismo estatal ni como director de promoción turística en el gobierno de Hector Astudillo Flores, donde lo más destacado fueron las denuncias de su ineficiencia y algunos viajes de placer realizados a costa de Sectur Guerrero que servían de promoción turística personal y no de promoción real para el estado que representaba quien ahora ocupa el cargo de flamante y destacado secretario de Turismo de Acapulco, que fue recibido como bombos y platillos como si se tratase de una eminencia con un historial de éxitos y condecoraciones locales, estatales, nacionales o internacionales en el ramo turístico.
“¡Estábamos mejor cuando estábamos peor con David Abarca!”, dicen, con justa razón, empresarios y prestadores de servicios de la franja de playas, a quienes las afrentas, la soberbia y las desatenciones son la orden del día con el nuevo titular de turismo local.
El cambio fue un evidente retroceso, en teoría y práctica, en perspectiva y realidad.
Lástima Acapulco, algún día… algún día.
Lo que se ve, no se juzga.
Sin daños a terceros…
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