18 meses de desorden, ingobernabilidad… y sin paz
Jiribilla costeña
El Brujo Chiripero
¿Hubo ‘consigna’ o fue pasión voluntaria?
(Casi) todo mundo conmemoró, este día, los primeros 18 meses de mandato de Héctor Astudillo, con el mismo fervor y reverencia como si de la conmemoración de la «Cena del Señor» se tratase.
En cada uno de los escritos divulgados en las redes sociales, se le exalta –con un estilo casi siamés–, como el salvador del «orden» y la «paz», pese a las ensangrentadas y abrumadoras estadísticas de Guerrero en año y medio de administración ‘astudillista’.
Pero está bien, cada quien tiene derecho a ver el mundo como mejor le cuadre… o le ‘mandaten’, aunque la realidad sea repelente a la simulación y el mercenarismo.
Astudillo merece la honra por todo lo bien hecho, nadie puede demeritarle ese derecho. Pero siendo realistas, por el momento, sus logros no le alcanzan para que se le rindan tributos y pleitecías que no merece. Primero, que cumpla con las demandas más prioritarias de la sociedad, que por ahora son paz y seguridad emergentes, luego, que celebre o le celebren, con bombos y platillos, su presencia en la gubernatura del estado. ¡Seguro hasta los resentidos se suman al festejo!
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