Málaga rinde homenaje póstumo al «Schindler mexicano»
MÁLAGA, España * 6 de marzo de 2023.
) DW Actualidad
El diplomático mexicano Porfirio Smerdou Fleissner, «el Schindler de la Guerra Civil» y fallecido en 2002, recibe la Medalla de la Ciudad de Málaga por salvar a cientos de personas de ambos bandos del conflicto español.
El Ayuntamiento de esta localidad española, donde residió el diplomático mexicano, valora así su «labor humanitaria» en esa ciudad, según el expediente de concesión, aprobado en noviembre pasado por unanimidad de la corporación municipal y apoyado por otras instituciones y entidades.
El cónsul fue protagonista de libros como «El ‘Schindler’ de la Guerra Civil», del escritor y periodista español Diego Carcedo, que inspiró también un documental. Smerdou Fleissner, que murió en España, era cónsul honorario de México en la región de Andalucía Oriental y el Protectorado español de Marruecos cuando estalló la guerra, a mediados de 1936.
Al comenzar el conflicto y las matanzas en Málaga, Smerdou aprovechó sus relaciones y amistades para dar refugio en su vivienda particular a cientos de militantes del carlismo, el falangismo y el conservadurismo, simpatizantes de los militares sublevados contra el Gobierno de la II República y cuyas vidas corrían peligro.
Con la ayuda del cónsul argentino
El Gobierno mexicano lo cesó el 19 de diciembre de 1936, pero esto no le impidió continuar con su cometido. Cuando las tropas sublevadas entraron en Málaga (1937), comenzó la persecución de los republicanos y Smerdou acogió igualmente a seis políticos que acudieron a él en busca de ayuda.
Logró evacuar a numerosas personas a la colonia británica de Gibraltar, Marruecos o Marsella (Francia) con ayuda de unas ambulancias y convenció a otros mexicanos residentes en la ciudad para que acogieran a más de 65 españoles, mientras que el cónsul argentino le cedió un consulado abandonado para cobijar a más personas. Después de la guerra, por su labor humanitaria, el Juzgado Militar número 1 de Málaga le concedió la nacionalidad española y fue condecorado con la Cruz del Mérito Militar de primera clase con distintivo blanco.
En 1946, el régimen del general Francisco Franco lo condenó a prisión por haber pertenecido a la masonería. Tras demostrar que había abjurado anteriormente ante el cardenal Giuseppe Pizzardo (prefecto de la Sagrada Congregación del Santo Oficio de la Romana y Universal Inquisición), en el Vaticano, el Gobierno español lo absolvió.
El resto de su vida se dedicó al mundo empresarial en España, Alemania y México.
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Abdica el rey Juan Carlos de España
] MADRID * 2 de junio.
Pese a que su imagen se vio afectada en los últimos años por diversos escándalos, incluido un caso de corrupción que salpicó a su familia, su abdicación este lunes resultó sorpresiva para muchos españoles, que no conocieron otro rey que a Juan Carlos I y a quien muchos reconocen su papel fundamental en la consolidación de la democracia en España.
El monarca fue protagonista de un siglo intenso para su país. La España que hoy se despide de él como rey es bien diferente de aquella que lo recibió por primera vez en noviembre de 1948 cuando Juan Carlos, entonces un niño de diez años, dejó atrás a su familia en la ciudad portuguesa de Estoril y partió en un tren rumbo a Madrid para educarse en el país del que un día sería rey.
«Juanito», tachado de guapo y tonto, estaba destinado por Francisco Franco para perpetuarse. Pero las cosas no ocurrieron exactamente de acuerdo con ese plan.
Sus décadas de reinado no solo dejan tres hijos -entre ellos su sucesor, Felipe- y ocho nietos, sino un amasijo de emociones, transformaciones y polémica que erizan a la sociedad española cuando mira hacia atrás.
Su papel frente al golpe
Juan Carlos I de Borbón y Borbón-Dos Sicilias fue proclamado rey en 1975, a la muerte de Franco. «Juan Carlos fue el rey designado por Franco, no por los españoles», señalaron por décadas republicanos y partidos como Izquierda Unida.
Sin embargo, el reconocimiento a su papel en el período de transición fue amplio. En particular, su actuación después del intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981, cuando un grupo de guardias civiles tomó el Congreso de los Diputados.
Franco llevaba seis años muerto pero la democracia española era frágil y los golpistas esperaban el apoyo del rey.
Un taciturno y joven rey salió entonces en la televisión para condenar el golpe.
«La Corona no puede tolerar en forma alguna acciones o actitudes de personas que pretendan interrumpir por la fuerza el proceso democrático», subrayó frente a millones de españoles.
«Hoy somos todos monárquicos», exclamaba el histórico líder comunista Santiago Carrillo. En parte gracias a este episodio, muchos españoles se consideraban juancarlistas, más que monárquicos.
Esa misma gratitud y la autocensura lo protegieron por décadas de críticas y miradas indiscretas hacia su vida personal, salpicada de amoríos a pesar de la reina o de amigos non gratos. Pero durante los últimos años algo cambió en España y el velo que parecía hacerlo intocable se desvaneció.
El maleficio del elefante
En abril de 2012 un desafortunado incidente que se hizo público pareció abrir definitivamente la caja de pandora de los males sobre la monarquía española.
Entonces tuvo que ser operado de una fractura múltiple de cadera que se produjo -según las informaciones publicadas por medios españoles- mientras se encontraba cazando elefantes en África.
En lo que coinciden los analistas es en que el episodio de Botsuana llegó en un mal momento para la monarquía española, que todavía lidia con las consecuencias de la crisis desatada por la implicación del marido de la Infanta Cristina, Iñaki Urdangarín, en una trama de corrupción.
Cuando estalló ese escándalo, la Casa del Rey tuvo el gesto de hacer públicas parcialmente sus cuentas por primera vez, como muestra de transparencia.
Para entonces, ya se había roto una especie de pacto no escrito, y la balanza de opinión, que hasta entonces lo estimaba como un popular monarca en su país y en Iberoamérica, se inclinó al otro lado.
Según una encuesta publicada en septiembre de 2013 por el diario El País, el 53% de los españoles desaprobaba la manera en que conducía sus asuntos como rey. En otro sondeo de mayo pasado, la valoración de la institución de la Corona recibió un puntaje de 3,72/10.
Sin embargo, hasta ahora había resistido las presiones a hacerse a un lado, a tomar la decisión en estos momentos.
Según el jefe de la Casa del Rey, Rafael Spottorno, la decisión fue suya y nada más que suya.
] BBC
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