Barbarie de Iguala | «Aguirre, ¿ángel o demonio?»
El Santo Oficio
Ángel | Blanco
massiosare@msn.com
] Twitter: MrPapazito
¿Es culpable el gobernador Ángel Aguirre de la muerte de los estudiantes de la Escuela Normal «Isidro Burgos», de Ayotzinapa, el 26 de septiembre pasado, en Iguala, Guerrero? Nos guste o no, la respuesta es, rotundamente, «¡No!».
¿De qué es culpable Ángel Aguirre?: De la tibieza, timoratez, de la desfachatez de delegar en ineptos (aunque la palabra correcta debería ser «estúpidos»), por meros compromisos políticos, la seguridad pública de los guerrerenses… además de gobernar caciquilmente un estado que anhela ya actualizarse con los cambios propios del Siglo 21.
Conforme a ley, Ángel Aguirre es responsable de todo lo que ocurra en Guerrero porque para eso se le confirió el derecho como gobernador del estado.
Conforme a ley, Ángel Aguirre –por ética política y sentido común- no debería esperar que el Presidente de la República o el grueso de la sociedad exija su renuncia, porque debería estar consciente que como gobernador le ha fallado a Guerrero, no ha sido capaz de garantizar la seguridad ni la estabilidad de los guerrerenses, más bien, ha privilegiado a los saqueadores de las riquezas del estado y se ha enriquecido, junto con su camarilla, a costa de los guerrerenses, contraponiendo los preceptos establecidos en la Carta Magna del Estado Libre y Soberano de Guerrero, lo que es suficiente para que, con valor civil, Ángel Aguirre Rivero, tome sus maletas y deje vacante «Casa Guerrero» para alguien que de veras le interesen los guerrerenses, no su camarilla ni solo los reflectores de la prensa, como bien le decía Zeferino Torreblanca hace casi dos décadas, cuando acuso a Aguirre de ser un «gobernante de papel», porque le gustaba gobernar a través de los medios de comunicación.
Este es el «pecado» de Ángel Aguirre, ser un gobernador suplantado, mediático, desobligado, nepotista, paternalista, soberbio, caciquil y obcecado…. la ‘masacre’ de los normalista de Ayotzinapa no convierten a Ángel Aguirre en asesino, solo exhibe el saldo de sus torpezas políticas.
Si de algo es ‘asesino’ Ángel Aguirre es de los sueños rotos y esperanzas truncas del casi el 80 por ciento de los más de 666 mil 294 guerrerenses que el 1 de abril del 2011 cifraron su confianza en un hombre que prometió transformar Guerrero en una tierra de oportunidades, promesa que solo el 20 por ciento restante de esos 666 mil votantes vio cristalizada, incluida su parentela, que realmente son quienes disfrutan las ‘oportunidades’ de enriquecerse a manos llenas mientras los guerrenses viven ‘a salto de mata’, huyendo de las balas y las injusticias, o como judíos errantes en su propia tierra.
Pero, por favor, «que no panda el cúnico», que no nos gane el fanatismo, tratemos de ser ecuánimes: «Cada individuo es responsable de sus actos» y «cada uno es responsable de su bien o su mal», dice acertadamente el dicho.
Ningún fin justifica un homicidio, y todo acto de sangre «inocente» es sumamente condenable.
Lamentable, en grado superlativo, la barbarie de Iguala; irrefutable solidaridad con los deudos de los jóvenes acribillados «por error» (entre comillas), pero… ¿criminalizar al gobernador por un «accidente» (también entre comillas) que solo quienes lo perpetraron sabían si había una base para frenar el arribo de los normalistas a Iguala, suponiendo que así fueron los hechos, tal como ocurrió en Aguas Blancas, el 28 de junio de 1995?
En aquel «incidente», los ‘ocesistas’ de la Organización Campesina de la Sierra del Sur (OCSS) ya tenían hastiado no solo al gobernador Rubén Figueroa Alcocer con sus desmanes, también la sociedad estaba harta de tantos bloqueos y marchas que perturbaban la estabilidad social.
En Aguas Blancas, municipio de Coyuca de Benítez, 17 campesinos murieron tras ejecutarse una orden mal interpretada. El «accidente» le costó el cargo a Ruben Figueroa, pero esas diecisiete vidas han sido, hasta el día de hoy, botin de propios y extraños pues de sus muertes y lucha ya casi nadie se acuerda: el «cuero» dio todo lo que tenía que dar, y solo unos cuantos rapíñeros sigue tratando de exprimir la última gota de sangre de la famosa «Masacre de Aguas Blancas», la ‘rifa del tigre’ que le cambio la vida, por cierto, a Ángel Aguirre Rivero, en 1993, y le puso «un nuevo horizonte» en su carrera política.
¿MIEDO, IMPOTENCIA, COMPLICIDAD?
Uno de los normalistas «se acababa de estrenar como padre, y llevaba apenas un mes en la normal de Ayotzinapa», leí en un artículo. Rabia e impotencia no son suficientes par devolverle la vida a un joven que nadie más sabrá si habría destacado como buen padre, buen estudiante o buen maestro, si las balas accidentales o bienintencionadas de Iguala no se hubieran cruzado en su camino.
Sin embargo, no está demás preguntar: «¿Estaría vivo Julio César Mondragón, «El Chilango», si se hubiese dedicado a estudiar en vez de ceder a las presiones de salir a secuestrar autobuses, bloquear calles y enrolarse en el vandalismo juvenil? No debemos olvidar que los muchachos de Ayotzinapa ya habían pretendido robar, secuestrar, unos autobuses en Chilpancingo para sus «mítines» en Iguala, pero la policía se los impidió; así que era obvio que la policía igualteca estuviera alerta sobre la presencia de estos buenos muchachos con antecedentes vandálicos, más si se trataba de prevenir una posible irrupción en el informe de labores de la presidenta del DIF Iguala, María de los Ángeles Pineda Villa. ¡No por algo temían a los ‘ayotzinapos’, todo mundo sabe cómo son sus mítines y cómo terminan!
(Entre paréntesis quiero preguntar enérgicamente, sin ambigüedades: ¿Dónde han estado los padres de estos jóvenes que hoy exigen justicia pero que nunca han sabido disciplinar a sus hijos o, mínimo, aconsejarlos, para que se alejen del peligro o de actos beligerantes, delincuenciales? ¿Qué no la educación comienza en casa?).
Leí también, con atención y buen juicio, la serie de comentarios, reportajes y reflexiones de todo tipo en torno a la ya conocida «Barbarie de Iguala». La mayoría está cargada de odio y rencor contra el gobernador Ángel Aguirre y unos pocos se rasgan las vestifuras a favor, no de la Escuela Normal «Isidro Burgos», de Ayotzinapa, cuna del guerrillero legendario atoyaquense Lucio Cabañas Barrientos, sino de sus estudiantes, a quienes casi tratan de beatificar pese a su accionar delincuencial, totalmente alejado del perfil de un verdadero estudiante, en el estricto sentido de la palabra.
Desde el inicio de la presente administración, los normalistas de Ayotzinapa hicieron saber a Ángel Aguirre su modalidad de diálogo y peculiar estilo de exponer sus demandas, muchas de las cuales, por cierto, les fueron escuchadas, aunque con un condicionamiento justo: que se portaran bien y que se pudiera a estudiar, cosa que pareció no ser del agrado total de los normalistas, que exigían canongías, plazas y privilegios, pero sin dejar sus actos delictivos.
Quizá exagero al hacer uso de palabras no propias tanto de una como la otra parte, pero en suma, para un periodista que ha seguido con especial atención el «Caso Ayotzinapa», puedo dar fe de que buen porcentaje de las exigencias de los estudiantes de esa escuela rural fueron correspondidas.
Con los «ayotzinapos» ocurre lo mismo que con los maestros de la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación de Guerrero (CETEG), que quieren incrementos salariales, privilegios, pero no someterse a una actualizacion educativa que benefecia a todos: a Guerrero (en el aspecto de los honrosos índices de analfabetismo que nos sitúan en los primeros lugares a nivel nacional), a los guerrerenses y a ellos mismos, en su prestigio de mentores, principalmente.
Pese a lo que argumenten quienes defienden a los nornalistas de Ayotzinapa, cuando referí que «cada quien busca su propio bien o su propio mal» no significa que concuerdo con el doble «escarmiento» que se le ha dado a los normalistas de la «Isidro Burgos» desde diciembre de 2011, no, ni de broma.
Solo aludo al hecho de que es posible que alguien en Iguala –y no precisamente la sociedad igualteca–, haya llegado al clímax de su tolerancia y, a falta de iniciativa municipal o estatal, decidió hacer justicia por su cuenta, salvo que se equivocó y se llevó entre su «justiciera» decisión a almas inocentes, dicho con toda claridad, tal y como fueron los hechos.
Al respecto, no hay argumentos para aceptar la estúpida excusa del procurador Iñaki Blanco Cabrera al pretender responsabilizar al crimen organizado de dicho crimen, aunque no ande tan errado. No obstante, si lo asegura es porque tiene pruebas. De ser así, ¿por qué sigue tan obcecado el gobierno de Ángel Aguirre en omitir sus responsabilidades para combatir las «fuerzas del mal»?
¿Miedo, impotencia, complicidad? Si es así, ¡entonces sí, Señor Gobernador, usted debe renunciar!
El contrato del 1 de abril del 2011 con usted incluía seguridad, paz social y progreso, no miedo, impotencia, complicidad, corrupción, injusticias, enriquecimiento ilícito, ni descarado nepotismo.
Iguala deja claro que tanto autoridades estatales como municipales son culpables de omisión, al suponer y/o conjeturar que la prevención del delito es exclusiva de la Federación, cuando la Constitución Política delega en las autoridades estatales y de los municipios la prevencion del delito y el resguardo de la seguridad de sus gobernados, jamás dice que en el apartado de seguridad pública al estado y municipio solo corresponde la cacería de «delincuentes menores», «borrachos que atenten contra la moral y las buenas costumbres» o la «persecución de periodistas ‘non gratos’ para el huéspede de ‘Casa Guerrero’ y sus esbirros».
¿DELINCUENTES ANORMALES O ALMAS EN PENA?
El 12 de diciembre del 2011, desde Casa Guerrero se emitió la orden de «limpiar» la Autopista del Sol de estudiantes que bloqueaban ambos carrilles de dicha arteria federal en demanda de una «audiencia con el gobernador».
Ángel Aguirre sabía que utilizar la palabra «detener» conllevaría a una matanza. «Aguas Blancas» le había enseñado que no era buena idea mandar a detener a ningun manifestante, pues si los campesinos de la OCSS «sacaron sus machetes y comenzaron a disparar» y así fueron abatidos, corría el peligro de que los normalistas sacaran sus piedras y se pusieran a disparar a las fuerzas del orden, por ello la palabra para desalojarlos de la autopista fue «limpiar», olvidando que en el léxico del crimen organizado, del cual forman parte muchos de los policías bajo su mando, limpiar significa «levantar», «asesinar», «no dejar huellas ni testigos», cosa que hicieron — al pie de la letra– los muchachos comandados por Alberto López Rosas, ex procurador de Justicia, y Ramón Almonte Borja, ex secretario de Seguridad Pública, quienes sirvieron de chivos expiatorios en el experimento de la orden «limpiar», mientras los super asesores del gobernador, Humberto Salgado Gómez y Jesús Ernesto Aguirre Gutiérrez se lavaban las manos, en tanto Ángel Aguirre sorteaba también fuertes críticas y regaños, tras la muerte de dos estudiantes que proyectaron gratuitamente al gobernador guerrerense a nivel mundial como ninguna campaña mediática lo había hecho antes, hasta ahora.
Desde entonces, Ángel Aguirre se convirtió en el villano de la tragicomedia «Ayotzinapa».
Los normalistas son los héroes, las víctimas, todo lo que les pase tiene un autor: Ángel Aguirre Rivero… desafortunadamente, nadie es más culpable que el mismo gobernador de ser rehén de los caprichos de estos «estudiantes» que solo manifiestan sus «inconformidades» porque «el estado no les hace caso», aún cuando el estado mismo les ha condonado órdenes de aprehensión, les ordenó una dieta mensual para la atención de sus necesidades básicas, les dotó de transporte propio para que no siguieran robando los autobuses del tranporte público, además de plazas y otras canongías que parece no sacian la naturaleza vandálica de estos estudiantes de «cuna humilde».
Alguna vez escuché decir a unos de los asesores del ex director general de Comunicación Social, Pedro Julio Valdez Vilchis, «El Litentiado», que al «Jefazo» le habían sugerido no actuar contra los peyorativamente llamados «ayotinapos» porque estos tenían el respaldo de la sociedad, y que lo mejor era ser «apapachador», «conciliador», sobrevellarlos con «píldoras» en tanto terminaba su mandato, no obstante que Ángel Aguirre tenía intenciones de tomar acciones en la famosa Escuela Normal Rural «Isidro Burgos».
Es posible que hoy más que nunca Aguirre Rivero lamente hacer tanto caso de los sabios consejos de sus flamantes, desquiciantes y despampanantes súper asesores, pero es tarde. Hoy los ojos de la Presidencia de la República, además del orbe, están puestos en Guerrero. En el aspecto político, la gubernatura del 2015 se halla en manos de Enrique Peña Nieto, de nadie más.
Es posible que Aguirre lamente como nunca antes haber dicho que aunque sabía de las latrocinades de su pandilla no podía hacer nada porque son sus «amigos, parientes y compadres». Ese paternalismo caciquil tiene hasta Ángel Aguirre Herrera, su heredero, hasta fuera de la silla presidencial de Acapulco.
Ayotzinapa, versión 2.0, fortalece a los enemigos de Ángel Aguirre y debilita a todos sus aliados congregados en la llamada Izquierda Progresista de Guerrero (IPG).
En tres años, los «ayotzapos» han ganado 2 de 2, pese a que sus actos delincuenciales del orden federal son suficientes para actuar con eficacia y plena actuación de la ley contra este nuevo «Cártel de los Ayotzinapos» que no decapita, no trafica con drogras, pero sí tiene a Guerrero y a su gobernador desde donde se controla la virilidad del más bronco sobre la faz de la tierra: los testículos.
De sobra se sabe que para tal efecto el gobernador en turno nombra un procurador de Justicia y a un secretario de Seguridad Pública para que pongan orden en el estado, pero pareciera que Ángel Aguirre buscó en la serie televisiva ochentera «Aventuras en Pañales» a los más inberbes «rugrats» para comisionarlos al resguardo del orden público y las áreas estratégicas de su administración. El único que actúa, dirige, exige y manda es el «rugrat» mayor, Ernesto Aguirre Gutiérrez, el usurpador consentido de Casa Guerrero, a quien Ángel Aguirre ha nombrado amo de todos sus bienes, incluído el Poder Ejecutivo del estado, lo que le ha llevado a tropezar con la misma piedra puesta en su camino –como a propósito– por su mismo séquito de testaferros.
Según los artículos 160 a 172 del Código Penal Federal, inclsuive, y 9 y 10 de la Ley General para Prevenir y Sancionar los Delitos en Materia de Secuestro, los «Ataques a las vías de comunicación«, el «Secuestro» y la «Delincuencia Organizada«, son delitos federales sancionados con cárcel (olvidémonos un momento de las sanciones económicas). Los muchachos de Ayotzinapa son culpables de estos tres delitos federales. Los abnegados estudiantes de Ayotzinapa, que en estos momentos tienen los reflectores y la solidaridad de medio México y el mundo a sus pies, sólo han sido víctimas pero de la compasión de un gobernador perdido entre el populismo y las cuotas de poder, pues en otras condiciones, en otro estado, bajo otro régimen, tantos los maestros de la CETEG como los normalistas de Ayotzinapa, incluido el «Forajido Justiciero» de la Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero (UPOEG), Bruno Plácido Valerio, estarían pintando las paredeces de algun penal de máxima seguridad, porque los delitos consumados de todo estos llegarían casi a la cima del cielo, irónicamente hablando, desde luego.
Desde que se tiene noción de ellos, los estudiantes de la Escuela Normal Rural «Isidro Burgos» han sido estigmatizados como vándalos, delincuentes juveniles y hasta terroristas, y no por el estigma o prejuicio de provenir de cunas humildes o la pobreza extrema y estudien en Ayotzinapa, no, sino porque sus actos delictivos han eclipsado sus buenas intenciones –que deben ser muchas, hay que darles crédito–, pero por algo dice el dicho que «quien con lobos anda a aullar se enseña».
Quizá necesiten guía, quizá necesiten comprensión, quizá necesiten orientación, pero quienes exaltan sus actos vandálicos, quienes los ven como víctimas, aunque porten con honor el ropaje de lobos, solo están fomentando sus actos delictivos, solo están incitándolos a mejorar sus tácticas delincuenciales.
Quienes les aplauden y vitorean solo están diciéndoles «¡van bien, que les valga madre el hartazgo de la sociedad por sus actos vandálicos, secuestros de unidades, robos a pasajeros y la toma de las vías de comunicación!». ¿Pero a la sociedad quién la respalda? ¿Quién se solodariza con quienes pierden sus empleos por llegar tarde? ¿Quién reemplaza el bebé que una madre pierde en un bloqueo? ¿Quién devuelve la vida al niño que muere en medio de un bloqueo, por no llegar a tiempo a que le apliquen el suero contra un piquete de alacrán? ¿Estas víctimas no cuentan?
Los «ayotzinapos», como el crimen organizado, mientras encuentren eco a sus fechorías, mientras haya medios que difundan sus ‘hazañas’, mientras haya periodistas ‘solidarios’ con sus ‘causas’, seguirán haciendo lo suyo.
En Iguala murieron varios jóvenes deportistas, ¿ya no cuentan?
¿Será porque no estudiaban en Ayotzinapa que no merecen voces extras para demandar justicia? ¿Será porque Ayotinapa genera más morbo, más audiencia, más golpeteos para el gobernador del estado?
Cual fuere el caso, Ángel Aguirre está a tiempo de sacudir el viejo traje Hugo Boss que le da clase, pero no lo exime de generar una imagen de nobleza excesiva que lo tiene al borde del cataclismo político y el ocaso de su carrera. Está a tiempo de ‘ponerse las pilas’, equiparse de valor civil, detectar el peligro y actuar, no dejar que germine.
Tras el escándalo del presidente de Teloloapan, Ignacio de Jesús Valladares Salgado, acosado por La Familia Michoacana, Ángel Aguirre había dicho que se investigaría a todos los presidentes municipales y que quien resultara con vínculos al crimen organizado o el narcotráfico sería sujeto a investigaciones.
Pero aunque se desataron fuertes ‘especulaciones’ (entre comillas) en torno a los nexos con el crimen organizado de los alcaldes de Iguala (José Luis Abarca Velázquez) , La Unión (Crecencio Reyes Torres), Tierra Colorada (Elizabeth Gutiérrez Paz) y hasta Chilpancingo (Mario Moreno Arcos), el gobernador bajó la guardia, se hizo el desentendido y optó por llevarsela tranquilo… y aquí están las consecuencias.
Muchos especularon sobre la tibieza de Ángel Aguirre ante las denuncias fundamentadas contra alcaldes vinculados al crimen organizado y el narcotráfico. En respuesta, el gobernador contrató los servicios de un forajido al que le dio una dieta mensual de 380 mil pesos para encabezar una camarilla de «justicieros» rurales y se avocara a la supuesta cacería de delincuentes del orden federal y, de paso, desviaran las ‘especulaciones’ sobre tu omisión de combatir a los grupos criminales asentados en el estado. Bruno Plácido Valerio, el «Forajido Justiciero», empero, se tomó las cosas muy a pecho y desató los demonios por todas partes; ahora es el enemigo número uno de quien lo creó.
A la luz de los hechos, Ángel Aguirre sabía, sabe, que compromisos muy fuertes le impiden meterse con el tema del narcotráfico y el crimen organizado, más cuando insistentemente se le ha acusado de proteger a uno de sus primos, Víctor Aguirre Grazón, jefe del denominado Cartel Independiente de Acapulco y de los grupos criminales «Comando del Diablo» y «La Barredora».
Peor aún, en noviembre del 2012 la dirección general de Comunicación Social del Gobierno del Estado fue alertada sobre un video donde la supuesta suegra del alcalde de Iguala, Leonor Villa Ortuño, acusaba a Ángel Aguirre de haber recibido financiamiento ilícito del Cártel de los Beltrán Leyva para su campaña para gobernador del estado en el 2011.
Personalmente aún recuerdo la reacción de Pedro Julio Valdez Vilchis, entonces vocero oficial del estado: «Son puras mamadas».
Esas «mamadas», lamentablemente para quienes malaconsejan al mandatario estatal, le están saliendo caras al gobernador de Guerrero, con severos daños colaterales para su grupo en el poder.
¡Que no diga que no tuvo amigos que le advirtieron de lo que sus fieles amigos, compadres, parientes y flamantes asesores no le decían para no «incomodarlo».
El «Caso Iguala», insisto, no criminaliza a a Ángel Aguirre, pero sí exhibe las verdades que Aguirre sabía y que no quiso admitir como fundamento para dar inicio a las investigaciones correspondientes contra los alcaldes con presuntos nexos con el narcotráfico, y eso lo hace culpable de omisión y desde esa óptica, como gobernador, sí es corresponsable de lo ocurrido a los estudiantes y deportistas acribillados en Iguala.
No obstante, no debemos perder de vista el hecho de que el responsable directo de esta barbarie tiene nombre: José Luis Abarca Velázquez, alcalde prófugo de Iguala, a quien el procurador Iñaki Blanco Cabrera evade involucrar por obvias razones que revela la suegra del edil igualteco, Leonor Villa, durante el interrogatorio presuntamente realizado por la Policía Federal, tras el arraigo que la PGR le hizo para profundizar las investigaciones, tras la captura de la familia política completa de Abarca Velázquez en la colonia Vista Hermosa de Cuernavaca, Morelos, el 5 de mayo del 2009, en su búsqueda de unos de los integrantes del Cártel de los Beltrán Leyva, Alberto Pineda Villa, «El Borrado», uno de los narcotraficantes más buscados por el Gobierno de México.
En un comunicado, la dependencia federal informó, sin embargo, que la captura de «El Borrado» había sido fallida, pero que el detenido era nada menos que hermano de Alberto, y respondía al nombre de Salomón Pineda Villa, «El Salo», hijo de Leonor Villa y cuñado del alcalde de Iguala, «El Salo», quien se hacía llamar Juan Carlos Hernández González a fin de evadir la justicia
«El Salo», junto con sus padres, Salomón Pineda Villa, «Don Salo» o «Don Salomón», y Leonor Villa Ortuño, suegros del José Luis Abarca Velázquez, fueron arraigados por la PGR por su presunta responsabilidad en los delitos de «delincuencia organizada, contra la salud, portación de armas de fuego sin licencia, y los que resulten».
LA PGR añadió que «también fueron sometidos a la medida cautelar de 40 días librada por el Juzgado Primero Federal Penal especializado en Cateos, Arraigos, e Intervención de Comunicaciones, otros 11 detenidos, entre ellos Conrado González Moreno; Luis Javier Torres González, «Ponchito»; Rafael Segovia López, «Don Rafa»; Quintín Diego Rogel y Humbertina Villa Ortuño, hermana de Leonor Villa», entre otros.
La Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO) señaló que esta célula de los Beltrán Leyva en Cuernavaca se encargaba de enviar armas a otros miembros de la organización delictiva que operan en Guerrero y Michoacán.
¡Así nomás!
Ahora comprenderán por qué quienes se metían con las personas equivocadas –léase José Luis Abarca Velázquez, María de los Ángeles Pineda Villa— le tocaba ‘levantón o ‘piso’.
Ahí está el caso de Arturo Hernández Cardona y los tres miembros restantes de la organización Unión Popular de Guerrero (UPG) que amanecieron muertos tras hacerle la vida «imposible» al alcalde de Iguala.
El Gobierno del Estado se rasgó las vestiduras y advirtió que realizaría investigaciones exhaustivas para dar con el paraderos de los asesinos de los luchadores sociales de la UPG. No obstante, ¿cual fue el veredicto? «Que lo mató el crimen organizado», concluyó también la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE) tras recibir la ‘ayudadita’ de los asesinos de Cardona, quienes dejaron una cartulina responsabilizando al bando contrario de su muerto: Los Rojos, enemigos acérrimos del cártel supuestamente comandado y protegido por el alcalde Abarca Velázquez, «Guerreros Unidos», el mismo a quien la PGJE ahora sí directamente responsabiliza del homicidio de los deportistas de Los Avispones de Guerrero y los estudiantes de Ayotzinapa, a quienes «voces desconocidas» ordenaron «frenar» para que no interrumpieran un acto de la presidenta del DIF, María delo Ángeles Pineda Villa, celebrado en la Plaza de Las Tres Garantías.
Siendo así los hechos, no veo al «Aguirre asesino» que proclaman los fervientes seguidores de los ‘buenos muchachos’ de Ayotzinapa, sigo viendo al Aguirre ausente, al gobernador suplantado, que pende de un hilo pero que puede salir avante si se pone las pilas y se quita los hilos de sus nefastos titiriteros, aunque una cosa sí es cierta: A Ángel Aguirre la hace falta una buena limpia con huevos de guajolote o una exhaustiva peregrinación de rodillas a la Basílica de Guadalupe, porque cada vez que detenta el poder le toca una masacre (El Charco, 7 de junio de 1998, Ayutla; Iguala, 27 de septiembre)… ¿será que una masacre apadrinó su suerte de ser dos veces gobernador de su estado?
LIMPIEZA SIN MALINTERPRETACIONES EN AYOTZINAPA
La Escuela Normal Rural de Ayotzinapa amerita una limpieza desde raíz, pero no una limpieza malinterpretada, sino real; devolverle la esencia de cuna noble de una generación de mentores preocupados por su patria sería el mejor legado que puede dejar Aguirre en la «Isidro Burgos». Pero ya la mision no es fácil, aunque tampoco imposible. Cuestión de enfoque, cuestión de valores, mejor dicho, de valor civil apegado a derecho.
Es válido el trasfondo de las exigencias de los normalistas, pero hay formas de exigir justicia. «En el pedir está el dar». Los muchachos de Ayotzinapa piden, exigen, demandan desde el ángulo opuesto del buen pedir: la anarquía, el caos, la coacción, el terrorismo, el secuestro, el vandalismo, la delincuencia organizada.
No es lo mismo pedir por favor que «a huevo».
Secuestrar, injuriar, amenazar, aterrorizar a inocentes, no es de luchadores sociales, de aspirantes a docentes o promotores del progreso, es de cobardes, de delincuentes organizados.
Cuando la exigencia se mezcla con amenazas, golpes, sometimiento, vandalismo y violencia extrema, se convierte en delito grave.
Los mentores de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa lo saben, muchos estudiantes de esa escuela deben saberlo.
Si Lucio Cabañas viviera estaría avergonzado de sus congéneres normalistas, pues aunque su lucha de justicia social y progreso no prosperó, al menos no murió en vano ni en el intento ni en un «accidente» orquestado entre el crimen organizado con el patrocinio del propio gobierno, tal como ‘sospechan’ que pasaron las cosas en Iguala.
A Lucio lo quería su pueblo, lo admiraba la gente y lo respetaba el gobierno, pero porque Lucio de veras ansiaba un cambio, detestaba las injusticias; Lucio Cabañas no solo simulaba ser un luchador social, actuaba como tal y murio como tal. Lucio actúo, luchó, murió sin poner en riesgo a inocentes. La sangre inocente fue derramada por el gobierno a modo de justificación para acabar con la insurgencia promovida por Cabañas contra la opresión guberamental contra los pobres.
¿Por qué idealismo luchan los ‘ayotzapos’, en honor a qué han ofrendado sus vidas, qué legado pretenden dejar a sus congéneres?
Mejor aún, ¿se han ganado el respeto de la sociedad? ¿Los respeta el gobierno, los admira la gente?
Por eso insisto, muy a título personal, que secuestrar, injuriar, amenazar, aterrorizar a inocentes, no es de luchadores sociales, de aspirantes a docentes o promotores del progreso, es de cobardes, de delincuentes organizados. Ángel Aguirre lo sabe, su caricaturesco procurador Iñaki Blanco también lo sabe, ¡pero sólo Dios sabe que esperan para actuar conforme a derecho y poner orden en casa!
Y antes de que se desrienden las disfónicas voces de los defensores de los ángeles de la «Isidro Burgos» confundidos con demonios, aclaro: este artículo es mi punto muy personal sobre el caso. Cada quien es libre de emitir sus propios juicios sin recibir de nadie sugerencias ni exigencias para normar sus criterios.
P.D. Sin daños a terceros… y con estricto apego a la libertad de expresión que el mismo gobernador juró respetar, sin represalias de ninguna índole, desde el inicio de su mandato.
A continuación, la noticia que el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) sacó a la luz pública sobre los nexos del alcalde de Iguala, José Luis Abarca Velázquez y su esposa, María de los Ángeles Pineda Villa, con el Cártel de los Beltrán Leyva y el grupo criminal Guerreros Unidos, comandados por un cuñado del presidente igualteco con licencia.
El alcalde de Iguala y su esposa, vinculados a los Beltrán Leyva
] MÉXICO * 7 de octubre.
Marco Alberto Pineda Villa y Marco Antonio Pineda Villa, liquidados en 2009, eran integrantes del cártel de los Beltrán Leyva; ambos eran hermanos de la esposa del alcalde de Iguala, José Luis Abarca Velázquez, María de los Ángeles Pineda Villa, indicó el periodista especializado en temas del narcotráfico, José Reveles.
En entrevista para Noticias MVS primera emisión, señaló que los Beltrán Leyva se fueron desperdigado en pequeños grupos.
De los Beltrán Leyva surgieron Guerrero Unidos y Los Rojos, que entraron a una constante disputa por territorio.
La hermana de los Pineda Villa, indicó, “estaba en campaña para quedarse con la presidencia municipal”, después de Abarca. Pero la violencia escaló a niveles insospechados en el municipio, el alcalde pidió licencia para separarse del cargo y hasta ahora no es localizado ni él ni su esposa.
“Aquí pareciera que la toma de la alcaldía se da por personas vinculadas a este cártel”, señaló Reveles.
Esta red incluye joyerías en Taxco y otros lugares; “son gente poderosa que habría obtenido sus recursos por acciones ilegales”, apuntó.
Respecto a las narcomantas que dicen que “ya empezó la guerra” en Iguala, el periodista las consideró “demasiado obvias, estridentes, como para que tengan un origen real”.
Lo que ocurre en Iguala, advirtió, podría extenderse, encontrando más fosas.
Lamentó que “todo mundo está llegando tarde”: la PGR, la Gendarmería, el gobernador…
“Esto se viene dando a conocer desde el 26 de septiembre… (ahora) se están tapando agujeros, valdría la pena una política integral, no se trata de Iguala, sino de todo el país”, sostuvo Reveles.
Los vínculos de la “primera dama” y el alcalde
En el mismo sentido, este martes El Universal dio a conocer un informe del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) el cual confirma que José Luis Abarca Velázquez, alcalde de Iguala con licencia, tiene estrechos vínculos con grupos del crimen organizado que operan en la zona norte del estado de Guerrero.
Gracias a los nexos de su esposa, suegra y cuñados con el extinto Arturo Beltrán Leyva, Abarca Velázquez, “quien sirvió a este capo de lavador y prestanombres, pudo levantar en pocos años una fortuna considerable”, dice el documento en poder del diario.
El informe está titulado “Avances en la investigación sobre los hechos de violencia ocurridos en la ciudad de Iguala, Guerrero”, fechado el 1 de octubre pasado.
El documento apunta que el alcalde logró sobornar a las dirigencias estatal y nacional del Partido de la Revolución Democrática (PRD), a través de diversos mecanismos, como la entrega de dinero en efectivo y apoyos en especie destinados a la operación de dichos comités.
Además, uno de sus cuñados, de nombre Salomón Pineda Villa El Molón, estuvo preso en el Cefereso de Matamoros, Tamaulipas, cumpliendo una condena por delitos contra la salud. Fue liberado en junio de 2013 y de forma inmediata retomó sus actividades criminales y se convirtió en el jefe de plaza en Iguala para el cártel Guerreros Unidos.
María Leonor Villa Orduño, la suegra de Abarca Velázquez, también se encuentra relacionada con Arturo Beltrán Leyva, dado que fungió como su operadora y prestanombres.
Sobre los hechos violentos del pasado 26 de septiembre, el documento establece que luego de realizar una movilización en Iguala, un grupo de alrededor de 100 estudiantes de la normal rural Raúl Isidro Burgos pretendía trasladarse a la Plaza de las Tres Garantías, ubicada en zócalo de esa población, donde a las 18 horas la esposa del alcalde, María de los Ángeles Pineda Villa, rendiría su segundo informe de labores como presidenta del DIF Municipal.
Por ello, señala que Pineda Villa le ordenó a su jefe de seguridad que le comunicara al director de Seguridad Pública Municipal, Felipe Flores Velázquez, que no debía permitir que los estudiantes de Ayotzinapa llegaran al lugar del evento, para lo cual debía de implementar un operativo que frenara su avance y los replegara.
Por ello, el jefe policiaco exigió el traslado de decenas de policías municipales con la tarea de frenar a los estudiantes, lo que cual derivó en un ataque directo, que hasta ahora deja 6 asesinatos y 43 desaparecidos. Y 28 cuerpos enterrados en fosas, cuyas identidades están por confirmarse. ] Aristegui Noticias
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El Santo Oficio: Guerrero 2015: Los que sí y los que no
By El Brujo Chiripero
chismeil@msn.com
Sin ser ‘encuestólogos’, los guerrerenses –no los zalameros, aclárese–, saben perfectamente bien quiénes merecen una oportunidad en la política, quiénes merecen una oportunidad de gobernar Guerrero y las ciudades más importantes de la entidad, y tratando de captar sus opiniones, consideramos que los siguientes personajes «sí» y «no» deberían figurar en las elecciones de 2015.
LOS QUE SÍ (Gobernador):
— Luis Walton Aburto.
El presidente de Acapulco es un políticos al 50 por ciento de su capacidad, medio elitista y populista, pero con ganas de dejar huella en Guerrero.
Pese a los atributos que le cuelgan sus admiradores, Luis Walton no es un hombre honesto ni un empresario exitoso, pero al menos no es descaradamente corrupto ni cínicamente oportunista, como los que se rasgas las vestiduras en las plazas públicas y hasta cuando se tiran una flatulencia sus fanáticos están allí para adorarlos.
Luis Walton es un político bajo reserva, un político táctico, de vez en cuando se espanta de sus propios fantasmas, pero cuando se trata de sacar la casta lo hace bien.
El alcalde acapulqueño está a tiempo de desdibujar esa imagen que le dejaron sus ‘lágrimas de cocodrilo’ a raíz del supuesto saqueo de las arcas de su antecesor, que solo sirvió como ardid para que tuvieran un pretexto de no hacer nada durante 2 años mientras todos ‘arañaban’ de donde podían alguna ‘lanita’ extra, como en los asaltos bancarios, donde el gerente aprovecha para abultar el monto de lo robado y después aparece con auto nuevo, chequera nueva y hasta casa nueva.
Pero bueno, Walton ha aprendido de sus errores (no así su equipo, que sigue creyendo que la cantaleta de ‘no hay dinero’ porque ‘la administración pasada nos dejó en quiebra’ sigue siendo efectiva), ya despunta en los medios por méritos propios, ya no tiene que pagar para que digan que trabaja, que se preocupa por Acapulco, que se preocupa por el desempleo y los campesinos. Luis Walton da ya señales de vida propia, ya se palpa al político emprendedor que puede hacer todo con solo proponérselo.
Y solo por eso, Luis Walton Aburto merece un lugar en las elecciones del 2015 y la gubernatura de Guerrero. Solo habría que esperar que Ángel Aguirre y sus hermanos y sobrinos, principalmente, le dejen algo de dinero en las arcas para que no se repita la triste historia de Acapulco, si no… ¡adiós Luis Walton del ‘Salón de la Fama’ y el ‘Bulevard de las Estrellas’ guerrerense!
— Lázaro Mazón Alonso.
El expresidente igualteco es un político callado, reservado, pero se ha ganado su posicionamiento a pulso.
Si no fuese por su adicción secreta a coquetear con delitos de alta peligrosidad sexual, Lázaro sería buen gobernador. Salió ‘medio’ raspado de su paso por la presidencia municipal de Iguala, de hecho hasta fue inhabilitado para ocupar cargos públicos, pero por algo Ángel Aguirre le expió todas sus culpas. Y aunque la secretaría a su cargo parece panal de avispas, con cientos de aviadores recomendados por el DIF Guerrero, Lázaro ha sabido mantenerse sereno y a la expectativa de los tiempos.
Su mayor pecado es creer en San López Obrador, pero de allí, es un buen político; de los males necesarios, es el mejor. Controversialmente ‘merece’ (entre comillas) ser considerado para la gubernatura del 2015. Se vislumbra buen papel como gobernador, aunque con los mismos errores de su progenitor político: el nepotismo.
— Armando Ríos Rebolledo-Piter.
El tecpaneco se ha caracterizado por ser un político voluble, interesado, oportunista, ¿pero qué político no es voluble ni oportunista?
El «Jaguar» es también un político elitista, sectarista, y salvo las ‘manchitas’ de apropiarse de lo ajeno bajo la mesa, ha sabido conducirse con candidez política. Rodearse con los famosos –que no es lo mismo que con mejores– ha sido su éxito. Sin embargo, hay que concederle el mérito de ser buen estadista.
El que administre bien los recursos no significa que sea ‘codo’ o ‘agarrado’; el que no se codee con todos los periodistas no significa que no respete la libertad de expresión ni que sea enemigo de los periodistas: Armando Ríos sabe elegir con quién y dónde tomarse la foto y el café para una buena entrevista. Es dado a evadir las entrevistas de banqueta, ¡pero hasta eso le sienta bien al tecpaneco!
Al «Jaguar» se le acusa de traidor de la patria por haber avalado algunas reformas contradictorias para los mexicanos, pero al análisis concienzudo de la ley, el senador perredista solo ha jugado sus cartas como todo político que busca estar siempre en los círculos decisivos del poder. El político romántico aún sueña con el populismo, con la fidelidad partidista y la entrega incondicional a su Patria. Que no extrañe que el propio gobernador Ángel Aguirre aprovecha los reflectores de el «Jaguar» para salir en la foto, para llamarlo al diálogo y la concertación política.
Hay quienes auguran que con Armando se repetirá la historia de Zeferino. La respuesta es sí y no. «Sí» porque no habrá oasis de recursos para tirarlos a manos llenas como estilan los caciques para congratularse con la plebe. «No» porque Ríos Piter tiene más cerebro político que Zeferino. El ex gobernador amarillo pecaba de honesto, pero vivía en secreto tórrido romance con el pecado. Zeferino Torreblanca gobernaba como empresario, Ríos Piter se antoja para que gobierne como estadista, como administrador nato de los recursos, aun cuando alguno que otro pecado populista y nepotista se le escape de las manos.
En suma, quienes no lo quieren es por que temen no ser incluidos como aviadores o parásitos del sistema; quienes lo aman, sin embargo, también deben estar conscientes que en el juego de la política se gana y se pierde, aun con los ‘dados cargados’. Saldrán todos a la carrera, pero serán pocos los que lleguen la meta de la mano de Armando Ríos Rebolledo-Piter.
Pero hay que admitirlo, de todos los que buscan su ‘maicito’ o se rasgan las vestiduras para participar en las elecciones del 2015, el «Jaguar» aventaja con méritos propios, con encuestas o sin encuestas.
— Manuel Añorve Baños.
El político ojiverde merece ser mencionado no por su honestidad ni mucho menos por sus dotes altruistas ni humanitarios. Añorve Baños es una rara mezcla del descaro, el cinismo, la desvergüenza y el latrocinio, pero con un maquiavelismo intrínsecamente envidiable y una perversidad perfecta que tanta falta les hace a Luis Walton, Lázaro Mazón y Armando Ríos.
Añorve es de los políticos que merece marcaje corto, pues es el simbiotismo perfecto de todas las artes de la manipulación y el poder, aunque para lucro personal; pero también es de los políticos que conoce la máxima del buen ladrón: «el que parte y reparte se queda con la mejor parte».
El problema de Añorve en Acapulco fue que llegó atado no de las manos, sino de los testículos, y aún así se dio el lujo de repartir a manos llenas a los suyos y a los extraños, pero cometiendo el error de no frenarse a tiempo, pues cuando quiso hacerlo descubrió que las cuentas ya no le cuadraban, y recurrió a las artimañas que lo mantienen con el título de «El Saqueador de 10» de Acapulco.
Y si bien Luis Walton no ha podido comprobarle lo hurtado no es porque le falten elementos, sino porque sabe que enfrentarse a Añorve es magnificarlo y hasta expiarlo, porque Añorve Baños si algo tiene es que sabe defenderse, sabe escurrirse y sabe ‘convencer’ a sus acusadores.
Añorve Baños es el mejor mercadólogo de su persona; Añorve ha sido el único presidente que no necesitó de un jefe de prensa para promoverse (aunque tuvo dos): es él quien dicta cómo y dónde debe promoverse su imagen, cuándo armar un escándalo para que no lo olviden, y en qué momento detener una guerra mediática con sus adversarios.
Su cerebro simula un disco duro con particiones exclusivas para sus propósitos. En una de ellas tiene definido sus planes maquiavélicos y en otra su arte de hacer política populista, debido a que esta faceta de la política es la que permite apropiarse de lo ajeno sin reproches ni remordimientos de ninguna índole.
Así que si los guerrerenses quieren un gobernador más apachador, populista y repartidor que el actual, Manuel Añorve Baños es el indicado.
LOS QUE NO (Gobernador)
— Mario Moreno Arcos.
Si lo que se busca es un gobernador atrapado en su propia telaraña de la mediocridad populista, además de sus propios demonios, y que se la pase seis años deslindándose de sus vínculos con el narcotráfico y el crimen organizado, mientras la entidad se hunde en el rezago social, el desempleo, la inseguridad, la corrupción y el desempleo, el alcalde chilpancingueño es el idóneo para ese cargo. Moreno Arcos es indiscutiblemente carismático, ‘generoso’, populacho, pero excesivamente ‘inteligente’ a grado tal que cree que con un millón de ‘likes’ en Facebook ganará la guberntura, tal como le aseguran sus ‘mercadológos’ y asesores legionarios.
Chilpancingo es el fiel reflejo de su presidente: Como nunca antes, la capital del estado había figurado en la lista de las ciudades más peligrosas de México. Como nunca antes Chilpancingo se había visto inmersa en tanta corrupción, desempleo, inseguridad, insalubridad y potencial ausencia de autoridad.
Mario Moreno es un auténtico Diógenes que necesita su inseparable lámpara hasta de día para caminar por la obscuridad social en que tiene sumergida la capital de Guerrero.
Y aunque los fans de Moreno Arcos le reiteren insistentemente que no haga caso del ‘amarillismo’ de sus supuestos detractores mediáticos, empresariales y políticos, para nadie es un secreto que el Zombi que deambula por Chilpancingo y algunos municipios de Guerrero en busca del voto no es otro que un espectro sabedor de su triste realidad, manipulado por su lado humano inerte al que el orgullo le dice lo que Jesús a Lázaro; «Levántate y anda», solo que Mario sigue andando como zombi, desaprovechando la ‘segunda oportunidad de vida’ que le dieron como alcalde de Chilpancingo.
— Cuauhtémoc Salgado Romero.
Hablar del «Bigotes» es perder el tiempo. Nadie lo conoce, no hay huellas de su pasado político ni presenta signos futuros de vitalidad política. Es la generación del nuevo PRI corrupto, simulador y oportunista que viene, pero con más de lo mismo.
— Socorro Sofío Ramírez Hernández.
A este señor no lo desapendejen. Está perfecto como ‘gato’ y ‘dama de compañia’ del gobernador.
Está en el mejor papel de su vida.
Siendo Senador de la República, con un poder descomunal a nivel federal, después del Presidente de la República, decidió por voluntad propia ser el «Sr. Cremallera» de Ángel Aguirre, y así es feliz.
Como presidente de su natal Tlalixtaquilla fue un caos, también saqueó las arcas de su municipio, pero allá no hubo un Walton que lo acusara de saqueador, mas bien, hubo aduladores que lo vitorearon como héroe y un accidente político lo puso en el camino de Ángel Aguirre, quien astutamente lo hizo secretario de Desarrollo Rural, Senador y, finalmente, su mayordomo, para darse el lujo de contarle a sus nietos que tuvo a un Senador a sus ‘servicios’, no a cualquier pendejo.
LOS QUE SÍ (Chilpancingo)
— Jorge Salgado Parra.
Al diputado federal por el Distrito 7 de Guerrero le falta dar el estirón, bajarse de la carreola, pues es dueño indiscutible del privilegio de los selacios: «los tiburones nacen nadando».
Salgado Parra ha mantenido una actuación casi perfecta como legislador federal, pero su mercadología ha estado un tanto desatinada de sus objetivos.
Los aplausos zalameros comienzan a afectarlo. Los flashes inoportunos molestan a algunos espectadores. Y no es culpa de Jorge, sino de quienes permiten que se distorsione y se magnifique al «Diputado Supermán» en lugar de ir a la par con el verdadero rostro humano y político que Salgado Parra trata de darle a su electorado distrital.
Después del punto y aparte, Jorge Salgado Parra reúne todos los requisitos para ser alcalde Chilpancingo. Tiene juventud, talento, cultura, intelecto, jurisprudencia, y tiene un panorama ya definido sobre los problemas que quejan a la capital del estado. Él lo ha dicho y lo ha dicho bien: «Ningún político tiene la varita mágica para desaparecer todos los males ni para corregir, con actos de magia, el cáncer que paulatinamente asesina a Chilpancingo. Eso es sensato, plausible; habla bien de Jorge Salgado.
LOS QUE NO (Chilpancingo)
Ricardo Moreno, hermano del que actualmente no puede con Chilpancingo, y Alejandro Mendoza Pastrana tienen sus méritos, pero no el talento.
Chilpancingo no es Acapulco ni Alejandro es Zeferino para buscar en una tercera oportunidad la capital del estado. De Ricardo no hay mucho qué decir, salvo que está bien donde está, ‘troleando’ a los ‘enemigos’ de su hermano y soñando con no soñar nada.
LOS QUE SÍ (Acapulco)
– José Rubén Figueroa Smutny.
Rubencito es terco, mula, obcecado, boquisuelta, bronco, pero hay algo que tiene que los demás que quieren Acapulco no tienen: «Testículos».
Un hombre con testículos no forzosamente necesita a Harry Potter ni a Robert Green (coautor de «Las 48 Leyes del Poder») como asesores, aunque no estaría mal buscarse algunos con esos dotes.
Además de testículos, Rubén cuenta con un apellido que le da el peso político por si solo.
Los ‘santos’ y ‘pecados’ habidos y por haber de su familia es otra cosa.
Es cierto que «los pecados de los padres recaen sobre sus hijos», pero José Rubén Figueroa Smutny ha sabido esquivar bien las flechas de los detractores de su apellido.
Ya ha demostrado que puede por sí solo ganar una alección popular de mayoría relativa, ya ha demostrado que puede hacer temblar a gobernadores y presidentes municipales. Y se ha reconciliado con ellos no por cuestiones altruistas, sino porque sus adversarios han asimilado que con Rubén Figueroa Jr. es mejor «llevar la fiesta en paz».
Todo mundo sabe que César Flores Maldonado hace campaña para abrirle el «Mar Rojo» a sus pies, y que en agradecimiento, el Gran César tendrá seguro su ‘maicito’ durante tres años.
Todo mundo sabe que el objetivo del ‘mayordomo’ de Rubén Figueroa Smutny, con la ayuda de Manuel Añorve, es colapsar las aspiraciones de Ángel Aguirre Herrera, cooptando conciencias y vendiéndoles ‘espejitos’ a los contricantes del vástago del madatario para que armen una bulla contra el «Angelito» de papá Aguirre y le dividan los votos, aunque el objetivo real sea dividir a las izquierdas y confrontarlas entre sí, mientras Figueroa Smutny repite la dósis de Manuel Añorve a Luis Walton en 2008: el efecto sorpresa que lo hizo presidente, aún cuando a Añorve todos lo daban por ‘muerto’.
La trayectoria de Rubencito, como lo llaman sus amigos, es también casi perfecta. ¿Quién mejor que Manuel Añorve, Héctor Astudillo, Mario Moreno y hasta Ángel Aguirre para avalar este hecho?
Nos guste o no, el grupo al que pertenece JRFS tiene significativa presencia en el grupo en el poder a nivel nacional.
De este grupo no han querido deslindarse el ex gobernador René Juárez Cisneros, el delegado de la Sedatu, Héctor Vicario Castrejón, el mismo César Flores Maldonado y el alcalde atoyaquense Ediberto Tabárez Cisneros, así como el mismísimo Manuel Añorve Baños y hasta Ángel Heladio Aguirre Rivero, muy a pesar que estos últimos aseguran representar sus propios grupos políticos.
No olvidemos que René Juárez Cisneros figura dentro del círculo de allegados del Presidente Enrique Peña Nieto, a quien le interesa no solo rescatar Guererro, sino tamnbién a Acapulco, para el Partido Revolucionario Institucional, y nadie mejor que José Rubén Figueroa Smutny para esta misión.
Figueroa Smutny es empresario, es político, y goza de una sapiencia política envidiable.
Es buen administrador, no necesita robar para gozar de poder económico.
Los Figueroa se han caracterizado por broncos, irreverentes, no por ladrones ni pendencieros.
Es, pues, en pocas palabras, el único precandidato con posibilidades de ganar la presidencia de Acapulco y hacer un papel decoroso, sin necesidad de apoyarse en propaganda barata para prometer lo que no se puede ni cacaraquear que gobernará con manos limpias y rostros nuevos o que su gobierno será honesto y transparente, como los que han pasado por Acapulco y terminan peores que los que usan como escudo para congratularse con los acapulqueños.
Al menos en ese aspecto Figueroa Smutny ha sido honesto.
Hasta el momento solo se ha proyectado como lo que es: José Rubén Figueroa Smutny, y punto.
¡Merece los aplausos!
— Ángel Aguirre Herrera
El cachorro de Omepetec merece estar entre los figurables por Acapulco por el único y exclusivo motivo del padrinazgo. Aguirre Herrera tiene intelecto, juventud y talento, pero aún no le han cortado el cordón umbilical; todo lo deja en manos de ‘papi’, cuando le sería más fácil encomendarse a Dios y su fe.
Si eso de que en ‘política nada está escrito’ es cierto, entonces Ángel Aguirre Herrera merece la oportunidad de gobernar a Acapulco.
Tiene madera el ‘chamaco’, tiene trayectoria politica, intelecto, su único pecado es asirse siempre de la mano de ‘papi’ y ‘mami’ para caminar.
Lo que descalifica a Aguirre Herrera es la planilla que representará, saturada de nepotismo y personas nefastas y oportunistas que le impedirán tomar decisiones propias.
Comenzando por su coordinador de campaña, Jesús Ernesto Aguirre Gutiérrez, sus aspiraciones se antojan repulsivas, nauseabundas, pero nos guste o no, Ángel Aguirre Jr. merece la oportunidad de demostrarnos de qué es capaz la juventud. Solo que se sacuda a los parásitos que llevaron al fracaso a su padre como gobernador de Guerrero y Aguirre Herrera tiene también asegurada la presidencia de Acapulco.
LOS QUE NO (Acapulco)
— Evodio Velázaquez Aguirre
Evodio ya sabe lo que es el poder y de qué es capaz el poder.
Evodio representa al clásico político manipulador, oportunistas, vividor, chantajista, aunque se le vislumbren buenas intenciones y chispazos de honestidad. Pero debe recordar que de buenas intenciones está lleno el mundo de la política, y Acapulco ya no quiere buenas intenciones ni simulacros de honestidad, sino de políticos que quieran hacer bien las cosas.
Acapulco requiere de políticos que no pequen de honestos, porque resultan ser los más peligrosos para Acapulco.
Evodio ha tuvo la oportunidad de gobernar a Acapulco en 2012, pero su avaricia lo llevó a cometer el error de vender su candidatura por un planto de lentejas que terminaron provocándole acideces estomacales, según reveló su ex vocero personal, Jorge Fierro Rendón.
Aunque pareciera haber recapacitado, Evodio busca hoy afanasonamente la alcaldía ataviado de promesas que resultan novedosas solo para él y sus seguidores, pues para quienes conocen a Evodio les resulta familiar el dicho aquél de que «perro que come huevo… ¡ni porque le quemen el hocico deja sus mañas!», y las malas de Evodio son las de un político viejo, retrógrado, oportunista y simulador muy al estilo priísta-neoperredista.
— César Hilario Flores Maldonado
De don César no hay mucho qué decir: Él figura nuevamente para perpetuar su ‘maicito’ y dividir a las izquierdas de Acapulco a favor de José Rubén Figuero Smutny, por lo que no merecen más palabras al respecto.
En vano seguirán gastando adulaciones y vítores sus seguidores, pues solo los que están cerca de él saben que donde llegue César sólo su ejército de gavilleros de siempre tendrá un lugar asegurado.
— Víctor Manuel Jorrín Lozano
A este empresario lo sepultó su estado de salud.
De cualquier manera, era mejor una salida honorable que cargar con la vergüenza de sentirse amado de dientes para afuera.
P.D. Un favor, señores precandidatos: no olviden que las encuestas son engañosas hasta para ustedes, y que una verdadera encuesta no se fundamenta en un sondeo de mil personas: «Según el INEGI, Guerrero cuenta con 3 millones 383 mil 768 habitantes (1 millón 645 mil 561 son hombres, y 1 millón 743 mil 207 son mujeres)», así que mucho cuidado con los ‘espejitos’ electoreros que le venden a la sociedad, la mayoría ya sabe como terminó la historia de los españoles y sus espejitos con los que pretendieron colonizar México.
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