Absuelven a Abarca de desaparición de normalistas
CIUDAD DE MÉXICO * 30 de mayo de 2023.
) LatinUs
El Tribunal Colegiado de Apelación del Décimo Noveno Circuito, con sede en Matamoros, Tamaulipas, absolvió al exalcalde de Iguala, José Luis Abarca Velázquez, por los delitos de delincuencia organizada y secuestro agravado de los 43 estudiantes desaparecidos de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa.
La sentencia absolutoria se emitió este lunes y hoy fue notificada a las partes; además del exalcalde, Felipe Flores Velázquez, quien fungía como titular de la Secretaría de Seguridad Pública de Iguala, así como otros 18 implicados en el caso Ayotzinapa también fueron absueltos.
En entrevista con Latinus, Alejandro Rojas Arellano, abogado de Abarca, detalló que la sentencia absolutoria se determinó por primera vez el 13 de septiembre del 2022 sobre la causa penal 66/2015 —la única que se formuló en contra del exalcalde por el caso Ayotzinapa—, pero el Ministerio Público de la Federación interpuso un recurso de apelación para revocarla. Aseguró que esta sentencia ya es definitiva.
El defensor explicó que el Ministerio Público no pudo demostrar que el juez se equivocó al absolver a José Luis Abarca.
“Nunca se demostró que José Luis Abarca haya intervenido en la desaparición de los estudiantes y mucho menos que haya sido con motivo de algún pedimento económico o rescate, como se le conoce coloquialmente”, dijo.
En cuanto al delito de delincuencia organizada, el exalcalde fue acusado de ser miembro a “Guerreros Unidos”, pero no se acreditó “ni la existencia del grupo delincuencial y mucho menos que José Luis Abarca perteneciera a ese grupo delincuencial”.
“El Tribunal Colegiado de Apelación resolvió que no hay elementos que involucren a José Luis Abarca como un miembro de la delincuencia organizada ni tampoco con los estudiantes de la Normal”, aseguró.
Señaló que ni las familias de los normalistas ni sus asesores jurídicos presentaron impugnaciones contra la primera sentencia absolutoria del exalcalde y con esta nueva resolución, legalmente no es viable que José Luis Abarca sea procesado nuevamente por el caso Ayotzinapa.
Finalmente, declaró que con la sentencia absolutoria “ya estamos en posibilidad de recurrir a instancias internacionales por violación a los derechos humanos que tanto José Luis Abarca como su familia han tenido por este tema de los estudiantes”.
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Juez federal gira órdenes de aprehensión contra José Luis Abarca y esposa
CIUDAD DE MÉXICO * 20 de septiembre de 2022.
) Zeta
Un Juez federal giró nuevas órdenes de aprehensión contra José Luis Abarca Velázquez, expresidente Municipal de Iguala, Guerrero, y su esposa María Ángeles Pineda, por los delitos de delincuencia organizada y desaparición forzada de personas.
Las órdenes de aprehensión contra Abarca y su esposa fueron libradas el pasado 16 de septiembre por el Juez Segundo de Distrito de Procesos Penales en el Estado de México, dentro de la causa penal 15/2022, como resultado de las investigaciones que ha realizado la Comisión para la Verdad y la Justicia del Caso Ayotzinapa.
José Luis Abarca, integrante del Partido de la Revolución Democrática (PRD) y exalcalde de Iguala, fue detenido en noviembre de 2014 en la Alcaldía Iztapalapa de la Ciudad de México, en relación con la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa.
Abarca fue capturado junto a su esposa María de los Ángeles Pineda —presa en el Penal Federal Femenil de Amacuzac—, quien fue ligada a los Guerreros Unidos, agrupación criminal a la que, según informaron las autoridades, pertenecían dos de sus hermanos, uno de ellos, Salomón Pineda Villa, detenido en octubre de 2014. Su otro hermano, Alberto Pineda Villa, “El Borrado”, ha sido identificado como un exoperador de Arturo Beltrán Leyva, abatido en diciembre de 2009, y de cuyo cártel nació Guerreros Unidos.
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Otorgan amparos a los Abarca
] CIUDAD DE MÉXICO. * 24 de agosto de 2020.
| Latinus.
Un Tribunal Federal concedió un amparo a María de los Ángeles Pineda Villa, esposa del exalcalde de Iguala, Guerrero, José Luis Abarca, que deja sin efecto el auto de formal prisión por los delitos de delincuencia organizada y operaciones con recursos de procedencia ilícita, mismos que la mantienen en prisión.
La resolución del Tercer Tribunal Colegiado en materia Penal del Estado de México no implica por el momento que Ángeles Pineda Villa recupere su libertad. De acuerdo con la sentencia, el juez Tercero de Distrito de Procesos Penales Federales del Segundo Circuito deberá tomar en cuenta qué elementos hay en su contra para determinar su situación jurídica.
La síntesis de la resolución del tribunal también apunta a que se tendrán que revelar los nombres de los testigos protegidos que declararon contra Pineda Villa. Además, se darán a conocer las pruebas que existen en su contra para que la defensa pueda preparar su caso.
“Requiera al agente del Ministerio Público de la Federación que consignó la averiguación previa que dio origen el proceso penal 12/2017, para el efecto de que proporcione el nombre real y todos los datos personales de los aludidos testigos colaboradores en el lapso que se estime prudente”, señala la resolución.
Pineda Villa fue señalada, junto con su esposo José Luis Abarca, por la entonces Procuraduría General de la República (PGR), de nexos con el grupo criminal de Guerrero Unidos, quienes presuntamente están relacionados con la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa en 2014.
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#NosFaltan43
El Santo Oficio
Ángel Miguel Blanco
] massiosare@msn.com
Siempre dije que la única responsabilidad de Ángel Aguirre en la #MasacredeIguala fue su timoratez, su soberbia, y su confusión entre dialogar, sobornar y apapachar, y no he cambiado de idea.
Su timoratez le impidió poner orden cuando las alertas rojas sobre presidentes municipales ligados al narcotráfico y la delincuencia organizada comenzaron a sonar. Aguirre pensó que con entregar dádivas y sobornar a los líderes revoltosos de los movimientos sociales que tenían de los testículos a su gobierno había cumplido con su deber constitucional.
Si lo sabia la prensa y el mismo Cisen, Ángel Aguirre, como buen devoto del ex mandatario que decía –parafràsicamente– que en Guerrero «no se movía la hoja de un árbol sin que él estuviera enterado», en clara referencia a su investidura gubernamental, por obviedad tenia que estar enterado de todo lo que ocurría en su entorno. Pero Aguirre, al fin cacique acostumbrado a que le sirvan y ministren, delegó el poder constitucional más importante de un gobernante en sus lacayos, quienes lejos de mantenerlo informado dieron rienda suelta a la lujuria, al alcohol, al despilfarro de las arcas publicas, y cuando estalló la «bomba», Aguirre, en su calidad de «jefazo», fue el unico chamuscado.
Han pasado meses desde la barbarie de Iguala; se han escrito libros, reportajes, documentales y cientos de miles de noticias en torno a los «buenos muchachos» de Ayotzinapa (dejaremos en paz, por el momento, sus crímenes y delitos federales y del orden común por los que debieron estar presos desde hace mucho tiempo, en lugar de estar muertos o desaparecidos). Pero en todo este tiempo en que casi todo el mundo se ha rasgado las vestiduras y enjuiciado a Angel Aguirre y todo el que tiene pinta de «asesino de estudiantes», nadie se ha detenido a investigar mas allá de lo que hasta ahora, en términos generales, ha dictado el odio y el rencor.
Hasta donde se sabe, algunos de los 43 estudiantes que siguen reclamándose con vida viven tranquilos en sus casas, alejados de los reflectores por temor a los enjuiciamientos.
Los cabecillas del movimiento que condujo a la muerte a los normalistas acribillados en Iguala gozan de absoluta libertad e impunidad. Algunos cobran en la SEG, otros laboran en la Uagro o son miembros activos de la CETEG y el SNTE. Muchos los conocen, pues operan también impunes desde la madriguera llamada «Isidro Burgos», pero nadie los delata ni los cuestiona. (Roba un bolillo o una botella de agua «por necesidad» o comete un «delito menor» y verás cómo la PGR, la Gendarmería y las Fuerzas Armadas te localizan hasta en Saturno!)
Desde esas trincheras continúan sus vIdas subversivas, algunos, o viven cómodamente del sistema, otros.
Tienen nombre y apellidos, sus rostros circulan por Facebook, Twitter y LinkedIn. El Cisen sabe de su existencia, la prensa también. Solo el Gobierno del Estado y quienes se rasgan las vestiduras por «los 43 que faltan» siguen sin saber quienes son los líderes de este «movimiento justiciero» que ya se mancho de sangre y que si no se frena apunta a seguir desestabilizando el gobierno de Astudillo y la imagen de Guerrero mas allá de las fronteras territoriales.
¿A alguien se le ha ocurrido hurgar mas allá de la pasión, el rencor y el odio?
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Punto final: ¿Quién manda en Guerrero?
El Santo Oficio
Ángel Miguel Blanco
massiosare@msn.com
Desde la dimisión «forzada» –entre comillas– de Ángel Aguirre Rivero como gobernador de Guerrero, el 24 de octubre de 2014, escribimos, editorializamos, preguntamos y hasta satirizamos la ausencia de poder en Guerrero, pero tras hurgar un poco más sobre la verdadera situación que prevalece en la entidad con un gobierno en funciones pero atado de manos, este será nuestra última crítica constructiva que, lejos de crucificar al gobernador en funciones, Salvador Rogelio Ortega Martinez, solo pretende hallar el lado optimista del asunto para tratar de solidarizarnos con su difícil tarea que aceptó sin que le contaran las advertencias en letras ilegibles (esas que se leen con lupa) al final del contrato.
A Rogelio Ortega jamás le contaron que luego de que aceptara el encargo de encubrir las marranadas de su antesesor también tendría que aceptar los caprichos de la Presidencia del a República, a fin de que el compadre de Enrique Peña Nieto (Aguirre, obviamente) jamás perdiera el control de Guerrero y, de paso, los Aguirre se apoderen (a partir de este año) del principal municipio del mismo, a saber, Acapulco, a través de las insignias del PRD pero bajo los designios del PRI
Fue así como la dirigencia nacional del PRD y la Presidencia de la República condicionaron el trueque de los 43 normalistas de Ayotzinapa a cambio del control de Guerrero a favor de Aguirre Rivero, a distancia.
Dicen, quienes atestiguaron saben del caso, que no fue en México, sino en una isla del Caribe, situada entre Miami y La Habana, donde Ángel Aguirre condicionó su renuncia, siempre y cuando su equipo siguiera controlando la política interna y las finanzas de Guerrero. Empero, fue la filtración de la conversación del secretario en turno del gobierno aguirrista, Jesús Martínez Garnelo, con el llamado «asesino de Iguala», José Luis Abarca Velázquez, lo que hizo que Aguirre perdiera la batalla en la Secretaría General de Gobierno. En la Secretaría de Finanzas ocurrió lo mismo: las «marranadas» de Jorge Silverio Salgado Leyva doblegaron a Ángel Aguirre a aceptar la inmunidad de su tesorero en lugar de la cárcel y una auditoría que afectaría a toda la parentela de los Aguirre, no solamente al grupo cercano del ex mandatario.
Así que la última carta de Ángel Aguirre fue Misael Habana de los Santos en una oficina que no levantara sospechas, pero que sí lo mantuviera informado y desde donde se mantuviera también, desde luego, controlados a los medios de comunicación al servicio de Aguirre a fin de desviar la atención del saqueo financiero del ex mandatario y su siniestra pandilla a las arcas estatales.
Pero la operación de la Dirección General de Comunicación Social no solo pretendía restar importancia a la imagen del gobernador en turno, Rogelio Ortega Martínez, sino la de manejar la imagen del candidato perredista a presidente municipal de Acapulco «palomeado» desde la mismísima Presidencia de la República, a salud de los 43 normalistas desaparecidos en Iguala, cuyo aletargamiento vino como «anillo al dedo» a Ángel Aguirre para negociar su abdicación, la catafixia de la alcaldía de Acapulco, la inmunidad de sus saqueadores de las finanzas del estado, y el manejo de imagen de su hijo, Ángel Aguirre Herrera, con recursos directos del estado y con la forzada venia del gobernador sustituto, obviamente.
Esta historia confusa y contradictoria, a la vez, con lagunas por todas partes, si algo explica bien es el por qué de los desdenes de la oficina de Comunicación Social hacia el mandatario interino, Salvador Rogelio Ortega Martínez, y al resto de su equipo. Explica, también, por qué la soberbia del cachorro del Cacique de Ometepec, Ángel Aguirre Herrera, en su búsqueda de la alcaldía de Acapulco con pomposo cinismo, sin importarle la estela de escarnio, dolor y luto que dejo el apellido Aguirre en la sociedad guerrerense, especialmente en la comunidad estudiantil de Ayotzinapa.
Ahora que son tiempos electorales, la Presidencia de la República al fin ordena poner orden en Guerrero, y esta vez manda a Rogelio Ortega a hacer el trabajo que el Gobierno Federal prometió realizar contra los desmanes de los usurpadores del movimiento #TodosSomosAyotinapa, con el único objetivo de que Ortega Martínez sea quien cargue con la cruz, el escarnio y el repudio de los deudos de los normalistas de Ayotzinapa. (¡Apenas si hace bien don Rogelio en no caer en en el juego, aunque su investidura quede en entredicho! Pero en este apartado sus asesores algo tienen que hacer y con urgencia para rescatar la bodria imagen del mandatario que por no leer bien el siniestro contrato elaborado entre Aguirre, el CEN del PRD y Enrique Peña Nieto ahora sufre las consecuencias.)
¡Pero así es la política!
¡Ahora se entiende por qué también hasta los ex compañeros de lucha estudiantil e insurrecta se le voltean a Rogelio Ortega!
Ahora comprendemos el por qué de las palabras de Rafael Arestegui Ruiz, mejor conocido en el mundo guerrillero de las ex Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN) como «El Flaco», quien actualmente funge como director del Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública, quien al citar a Rogelio Ortega Martínez durante su conferencia «Los derechos humanos y la crisis nacional» ofrecida en la sala de conferencias de la Comisión Estatal Defensora de los Derechos Humanos (Codehum), el pasado lunes 26 de enero, dijo que Ortega Martinez «no es gobernador ciudadano, sino un gobernador caciquil, impuesto por caciques, al servicio de caciques y al servicio de Enrique Peña Nieto, no de los guerrerenses».
P.D. Que conste: somos responsables de lo que escribimos, no de los que se interprete ni de las controversias que se generen por este artículo.
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PRD Guerrero: ¡Ni con jabón, menos con lejía!
El Santo Oficio
Ángel Miguel Blanco
massiosare@msn.com
Después de la unción del priísta Ángel Aguirre Rivero como candidato a la gubernatura de Guerrero, en 2011, y después de la barbarie de Iguala, con José Luis Abarca Velázquez, y las tortuosas alcaldías y gubernaturas administradas o apadrinadas por el crimen organizado y el narcotráfico en otras entidades, la imagen populista y democrática del PRD no tiene remedio, ¡esta no se limpia ni con lejía!
En Guerrero, al puritito estilo del Comité Ejecutivo Nacional, el Partido de la Revolución Democrática (PRD) es un émulo monstruo de la bestia bíblica de «siete cabezas y diez cuernos» que ejerce, a la vez, de ramera; es la guarida perfecta donde se han cobijado los mejores exponentes de la delincuencia, el latrocinio, la guerrilla, los izquierdosos sin escrúpulos y hasta el crimen organizado de ‘cuello blanco’.
El PRD, sobre todo el de Guerrero, no purificaría su imagen ni con agua bendita, ya que lo dijo bien Zeferino Torreblanca Galindo, alguna vez: «El PRD es un partido que ya no le sirve a la sociedad, sino que sirve a las sectas y a las tribus«, es «una franquicia que ha perdido toda su memoria histórica, ha perdido todo lo que representaron las muertes de la gente de izquierda, por los pequeños pesos y la necesidad inmediata”.
Cuando se acusó a Carlos Reyes Torres de sostener vínculos con el crímern organizado nadie se inmutó, fue una noticia normal en un estado donde los políticos son los buenos y la sociedad la mala. Lo mismo pasó con José Luis Abarca… los más cínicos solo marcaron sus distancias, pese a que en lo oscurito compartían «la sal y el pan» a manos llenas.
¿Qué espera el nuevo PRD con Celestino Cesáreo Guzmán y Jorge Salgado Parra como nuevos dueños de la franquicia amarilla en Guerrero?
Los románticos de la política, los soñadores de la democracia, los utópicos y el club de fans de estos personajes seguro están de fiesta por las grandes espectativas y los múltiples beneficios que vienen…. pero no para el PRD, no para los perredistas. sino para las tribus y sectas al servicio de Guzmán y Parra.
¿O creía, usted, que están allí porque son los mejores o porque las bases los eligieron democráticamente?
Ja! No por algo se fueron a lo oscurito (al DF) a concertar y concretar la compra-venta de la franquicia PRD-Guerrero.
¿A quién creen que representan Celestino y Jorge?
¿A los luchadores sociales de izquierda que ofrendaron sus vidas para crear un nuevo partido al servicio del pueblo, de la democracia, de las esperanzas, de la justicia social? ¿O, acaso, a las bases perredistas que se parten el alma por defender el único partido que representaba a la plebe, a los marginados, a los urgidos de equidad social?
Sí, acertó: Estos personajes representan «más de lo mismo»; representan a lo más retrógrado de la clase política usurera, avarienta, desleal y oportunista del estado y del PRD.
El primero, Cesáreo Guzmán, tiene la encomienda de su patrón, David Jiménez Rumbo –lider del populoso «Grupo Guerrero», acusado por Servando Gómez Martínez, «La Tuta», de sostener vínculos con el crimen organizado–, de pactar las alianzas con el PRI para llevar a Armando Ríos Piter, alias «El Traidor del Patria», como candidato a gobernador del estado; y el segundo, Parra Salgado, tiene como ordenanza buscar que Ángel Aguirre Herrera sea presidente de Acapulco al precio que sea, como pago por el sacrificio «voluntarioso» de Ángel Aguirre Rivero como gobernador del estado.
¿Y… las bases perredistas, qué papel juegan en este nuevo episodio de lágrimas y risas?
Pues, como siempre, ¡sin las bases no hay votos; sin las bases, Cesáreo y Parra no podrán entregar cuentas claras a sus jefes!
¡De ellas dependerá que Ríos Piter y Aguirre Herrera cristalicen sus sueños!
No obstante, las bases perredistas deben estar conscientes que una vez que se logren los objetivos de Cesáreo y Parra, estas volverán a su papel representativo en el montaje escénico de «Lázaro y el Hombre rico», es decir, a conformarse con los mendrugos de pan bajo la mesa.
La mala noticia es que con Armando Ríos Piter como gobernador de Guerrero, será mejor ir preparando las maletas… porque hagan de cuenta que estaría de regreso la «Santa Inquicision» instaurada por Zeferino Torreblanca en 2005, fecha que marco el trágico hito de decapitados, ejecutados, secuestrados y toda clase de desmanes perpetrados por el narcotráfico y el crimen organizado bajo el amparo paternal del gobierno estatal.
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El Santo Oficio: Se fue Aguirre, ¿ahora quién será el «asesino»?
El Santo Oficio
Ángel Miguel Blanco
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A las masas sedientas de «justicia», con máximo respeto:
Los mariachis callaron…
Guerrero amaneció de luto.
Hasta las voces disfónicas que coreaban «Aguirre asesino» están en silencio… ¿se acabó la exigencia de justicia; aparecieron los 43 desaparecidos, resucitaron los muertos?
¿Qué no deberían estar de fiesta los que querían la caída del gobernador?
Se los advertimos con mayúsculas y con letras negritas y hasta con comillas, para enfatizar el tema: «¡Debieron centrar sus demandas de justicia con más coherencia, inteligencia y con más fundamentos!.
¿Ahora a quién llamarán «asesino»?
¿Ahora sí reconocerán que a quien debieron llamar «asesinos» y exigir su presentación y castigo ejemplar es a José Luis Abarca Velázquez, alcalde con licencia de Iguala, y su esposa, María de los Ángeles Pineda Villa, autores intelectuales y materiales directos de la barbarie, según las investigaciones a la luz de los hechos?
Aguirre ya pagó sus culpas por permisivo, «noble» y paternalista… ¿y ahora qué?
¡Que se agarre el próximo o la próxima gobernadora, no sea que también les guste de «puerquito» para el ajdetivo infundado de «asesino» o «asesina»!
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«Día de Muertos», tradición tomada muy a pecho en Guerrero
Barbarie de Iguala | «Aguirre, ¿ángel o demonio?»
El Santo Oficio
Ángel | Blanco
massiosare@msn.com
] Twitter: MrPapazito
¿Es culpable el gobernador Ángel Aguirre de la muerte de los estudiantes de la Escuela Normal «Isidro Burgos», de Ayotzinapa, el 26 de septiembre pasado, en Iguala, Guerrero? Nos guste o no, la respuesta es, rotundamente, «¡No!».
¿De qué es culpable Ángel Aguirre?: De la tibieza, timoratez, de la desfachatez de delegar en ineptos (aunque la palabra correcta debería ser «estúpidos»), por meros compromisos políticos, la seguridad pública de los guerrerenses… además de gobernar caciquilmente un estado que anhela ya actualizarse con los cambios propios del Siglo 21.
Conforme a ley, Ángel Aguirre es responsable de todo lo que ocurra en Guerrero porque para eso se le confirió el derecho como gobernador del estado.
Conforme a ley, Ángel Aguirre –por ética política y sentido común- no debería esperar que el Presidente de la República o el grueso de la sociedad exija su renuncia, porque debería estar consciente que como gobernador le ha fallado a Guerrero, no ha sido capaz de garantizar la seguridad ni la estabilidad de los guerrerenses, más bien, ha privilegiado a los saqueadores de las riquezas del estado y se ha enriquecido, junto con su camarilla, a costa de los guerrerenses, contraponiendo los preceptos establecidos en la Carta Magna del Estado Libre y Soberano de Guerrero, lo que es suficiente para que, con valor civil, Ángel Aguirre Rivero, tome sus maletas y deje vacante «Casa Guerrero» para alguien que de veras le interesen los guerrerenses, no su camarilla ni solo los reflectores de la prensa, como bien le decía Zeferino Torreblanca hace casi dos décadas, cuando acuso a Aguirre de ser un «gobernante de papel», porque le gustaba gobernar a través de los medios de comunicación.
Este es el «pecado» de Ángel Aguirre, ser un gobernador suplantado, mediático, desobligado, nepotista, paternalista, soberbio, caciquil y obcecado…. la ‘masacre’ de los normalista de Ayotzinapa no convierten a Ángel Aguirre en asesino, solo exhibe el saldo de sus torpezas políticas.
Si de algo es ‘asesino’ Ángel Aguirre es de los sueños rotos y esperanzas truncas del casi el 80 por ciento de los más de 666 mil 294 guerrerenses que el 1 de abril del 2011 cifraron su confianza en un hombre que prometió transformar Guerrero en una tierra de oportunidades, promesa que solo el 20 por ciento restante de esos 666 mil votantes vio cristalizada, incluida su parentela, que realmente son quienes disfrutan las ‘oportunidades’ de enriquecerse a manos llenas mientras los guerrenses viven ‘a salto de mata’, huyendo de las balas y las injusticias, o como judíos errantes en su propia tierra.
Pero, por favor, «que no panda el cúnico», que no nos gane el fanatismo, tratemos de ser ecuánimes: «Cada individuo es responsable de sus actos» y «cada uno es responsable de su bien o su mal», dice acertadamente el dicho.
Ningún fin justifica un homicidio, y todo acto de sangre «inocente» es sumamente condenable.
Lamentable, en grado superlativo, la barbarie de Iguala; irrefutable solidaridad con los deudos de los jóvenes acribillados «por error» (entre comillas), pero… ¿criminalizar al gobernador por un «accidente» (también entre comillas) que solo quienes lo perpetraron sabían si había una base para frenar el arribo de los normalistas a Iguala, suponiendo que así fueron los hechos, tal como ocurrió en Aguas Blancas, el 28 de junio de 1995?
En aquel «incidente», los ‘ocesistas’ de la Organización Campesina de la Sierra del Sur (OCSS) ya tenían hastiado no solo al gobernador Rubén Figueroa Alcocer con sus desmanes, también la sociedad estaba harta de tantos bloqueos y marchas que perturbaban la estabilidad social.
En Aguas Blancas, municipio de Coyuca de Benítez, 17 campesinos murieron tras ejecutarse una orden mal interpretada. El «accidente» le costó el cargo a Ruben Figueroa, pero esas diecisiete vidas han sido, hasta el día de hoy, botin de propios y extraños pues de sus muertes y lucha ya casi nadie se acuerda: el «cuero» dio todo lo que tenía que dar, y solo unos cuantos rapíñeros sigue tratando de exprimir la última gota de sangre de la famosa «Masacre de Aguas Blancas», la ‘rifa del tigre’ que le cambio la vida, por cierto, a Ángel Aguirre Rivero, en 1993, y le puso «un nuevo horizonte» en su carrera política.
¿MIEDO, IMPOTENCIA, COMPLICIDAD?
Uno de los normalistas «se acababa de estrenar como padre, y llevaba apenas un mes en la normal de Ayotzinapa», leí en un artículo. Rabia e impotencia no son suficientes par devolverle la vida a un joven que nadie más sabrá si habría destacado como buen padre, buen estudiante o buen maestro, si las balas accidentales o bienintencionadas de Iguala no se hubieran cruzado en su camino.
Sin embargo, no está demás preguntar: «¿Estaría vivo Julio César Mondragón, «El Chilango», si se hubiese dedicado a estudiar en vez de ceder a las presiones de salir a secuestrar autobuses, bloquear calles y enrolarse en el vandalismo juvenil? No debemos olvidar que los muchachos de Ayotzinapa ya habían pretendido robar, secuestrar, unos autobuses en Chilpancingo para sus «mítines» en Iguala, pero la policía se los impidió; así que era obvio que la policía igualteca estuviera alerta sobre la presencia de estos buenos muchachos con antecedentes vandálicos, más si se trataba de prevenir una posible irrupción en el informe de labores de la presidenta del DIF Iguala, María de los Ángeles Pineda Villa. ¡No por algo temían a los ‘ayotzinapos’, todo mundo sabe cómo son sus mítines y cómo terminan!
(Entre paréntesis quiero preguntar enérgicamente, sin ambigüedades: ¿Dónde han estado los padres de estos jóvenes que hoy exigen justicia pero que nunca han sabido disciplinar a sus hijos o, mínimo, aconsejarlos, para que se alejen del peligro o de actos beligerantes, delincuenciales? ¿Qué no la educación comienza en casa?).
Leí también, con atención y buen juicio, la serie de comentarios, reportajes y reflexiones de todo tipo en torno a la ya conocida «Barbarie de Iguala». La mayoría está cargada de odio y rencor contra el gobernador Ángel Aguirre y unos pocos se rasgan las vestifuras a favor, no de la Escuela Normal «Isidro Burgos», de Ayotzinapa, cuna del guerrillero legendario atoyaquense Lucio Cabañas Barrientos, sino de sus estudiantes, a quienes casi tratan de beatificar pese a su accionar delincuencial, totalmente alejado del perfil de un verdadero estudiante, en el estricto sentido de la palabra.
Desde el inicio de la presente administración, los normalistas de Ayotzinapa hicieron saber a Ángel Aguirre su modalidad de diálogo y peculiar estilo de exponer sus demandas, muchas de las cuales, por cierto, les fueron escuchadas, aunque con un condicionamiento justo: que se portaran bien y que se pudiera a estudiar, cosa que pareció no ser del agrado total de los normalistas, que exigían canongías, plazas y privilegios, pero sin dejar sus actos delictivos.
Quizá exagero al hacer uso de palabras no propias tanto de una como la otra parte, pero en suma, para un periodista que ha seguido con especial atención el «Caso Ayotzinapa», puedo dar fe de que buen porcentaje de las exigencias de los estudiantes de esa escuela rural fueron correspondidas.
Con los «ayotzinapos» ocurre lo mismo que con los maestros de la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación de Guerrero (CETEG), que quieren incrementos salariales, privilegios, pero no someterse a una actualizacion educativa que benefecia a todos: a Guerrero (en el aspecto de los honrosos índices de analfabetismo que nos sitúan en los primeros lugares a nivel nacional), a los guerrerenses y a ellos mismos, en su prestigio de mentores, principalmente.
Pese a lo que argumenten quienes defienden a los nornalistas de Ayotzinapa, cuando referí que «cada quien busca su propio bien o su propio mal» no significa que concuerdo con el doble «escarmiento» que se le ha dado a los normalistas de la «Isidro Burgos» desde diciembre de 2011, no, ni de broma.
Solo aludo al hecho de que es posible que alguien en Iguala –y no precisamente la sociedad igualteca–, haya llegado al clímax de su tolerancia y, a falta de iniciativa municipal o estatal, decidió hacer justicia por su cuenta, salvo que se equivocó y se llevó entre su «justiciera» decisión a almas inocentes, dicho con toda claridad, tal y como fueron los hechos.
Al respecto, no hay argumentos para aceptar la estúpida excusa del procurador Iñaki Blanco Cabrera al pretender responsabilizar al crimen organizado de dicho crimen, aunque no ande tan errado. No obstante, si lo asegura es porque tiene pruebas. De ser así, ¿por qué sigue tan obcecado el gobierno de Ángel Aguirre en omitir sus responsabilidades para combatir las «fuerzas del mal»?
¿Miedo, impotencia, complicidad? Si es así, ¡entonces sí, Señor Gobernador, usted debe renunciar!
El contrato del 1 de abril del 2011 con usted incluía seguridad, paz social y progreso, no miedo, impotencia, complicidad, corrupción, injusticias, enriquecimiento ilícito, ni descarado nepotismo.
Iguala deja claro que tanto autoridades estatales como municipales son culpables de omisión, al suponer y/o conjeturar que la prevención del delito es exclusiva de la Federación, cuando la Constitución Política delega en las autoridades estatales y de los municipios la prevencion del delito y el resguardo de la seguridad de sus gobernados, jamás dice que en el apartado de seguridad pública al estado y municipio solo corresponde la cacería de «delincuentes menores», «borrachos que atenten contra la moral y las buenas costumbres» o la «persecución de periodistas ‘non gratos’ para el huéspede de ‘Casa Guerrero’ y sus esbirros».
¿DELINCUENTES ANORMALES O ALMAS EN PENA?
El 12 de diciembre del 2011, desde Casa Guerrero se emitió la orden de «limpiar» la Autopista del Sol de estudiantes que bloqueaban ambos carrilles de dicha arteria federal en demanda de una «audiencia con el gobernador».
Ángel Aguirre sabía que utilizar la palabra «detener» conllevaría a una matanza. «Aguas Blancas» le había enseñado que no era buena idea mandar a detener a ningun manifestante, pues si los campesinos de la OCSS «sacaron sus machetes y comenzaron a disparar» y así fueron abatidos, corría el peligro de que los normalistas sacaran sus piedras y se pusieran a disparar a las fuerzas del orden, por ello la palabra para desalojarlos de la autopista fue «limpiar», olvidando que en el léxico del crimen organizado, del cual forman parte muchos de los policías bajo su mando, limpiar significa «levantar», «asesinar», «no dejar huellas ni testigos», cosa que hicieron — al pie de la letra– los muchachos comandados por Alberto López Rosas, ex procurador de Justicia, y Ramón Almonte Borja, ex secretario de Seguridad Pública, quienes sirvieron de chivos expiatorios en el experimento de la orden «limpiar», mientras los super asesores del gobernador, Humberto Salgado Gómez y Jesús Ernesto Aguirre Gutiérrez se lavaban las manos, en tanto Ángel Aguirre sorteaba también fuertes críticas y regaños, tras la muerte de dos estudiantes que proyectaron gratuitamente al gobernador guerrerense a nivel mundial como ninguna campaña mediática lo había hecho antes, hasta ahora.
Desde entonces, Ángel Aguirre se convirtió en el villano de la tragicomedia «Ayotzinapa».
Los normalistas son los héroes, las víctimas, todo lo que les pase tiene un autor: Ángel Aguirre Rivero… desafortunadamente, nadie es más culpable que el mismo gobernador de ser rehén de los caprichos de estos «estudiantes» que solo manifiestan sus «inconformidades» porque «el estado no les hace caso», aún cuando el estado mismo les ha condonado órdenes de aprehensión, les ordenó una dieta mensual para la atención de sus necesidades básicas, les dotó de transporte propio para que no siguieran robando los autobuses del tranporte público, además de plazas y otras canongías que parece no sacian la naturaleza vandálica de estos estudiantes de «cuna humilde».
Alguna vez escuché decir a unos de los asesores del ex director general de Comunicación Social, Pedro Julio Valdez Vilchis, «El Litentiado», que al «Jefazo» le habían sugerido no actuar contra los peyorativamente llamados «ayotinapos» porque estos tenían el respaldo de la sociedad, y que lo mejor era ser «apapachador», «conciliador», sobrevellarlos con «píldoras» en tanto terminaba su mandato, no obstante que Ángel Aguirre tenía intenciones de tomar acciones en la famosa Escuela Normal Rural «Isidro Burgos».
Es posible que hoy más que nunca Aguirre Rivero lamente hacer tanto caso de los sabios consejos de sus flamantes, desquiciantes y despampanantes súper asesores, pero es tarde. Hoy los ojos de la Presidencia de la República, además del orbe, están puestos en Guerrero. En el aspecto político, la gubernatura del 2015 se halla en manos de Enrique Peña Nieto, de nadie más.
Es posible que Aguirre lamente como nunca antes haber dicho que aunque sabía de las latrocinades de su pandilla no podía hacer nada porque son sus «amigos, parientes y compadres». Ese paternalismo caciquil tiene hasta Ángel Aguirre Herrera, su heredero, hasta fuera de la silla presidencial de Acapulco.
Ayotzinapa, versión 2.0, fortalece a los enemigos de Ángel Aguirre y debilita a todos sus aliados congregados en la llamada Izquierda Progresista de Guerrero (IPG).
En tres años, los «ayotzapos» han ganado 2 de 2, pese a que sus actos delincuenciales del orden federal son suficientes para actuar con eficacia y plena actuación de la ley contra este nuevo «Cártel de los Ayotzinapos» que no decapita, no trafica con drogras, pero sí tiene a Guerrero y a su gobernador desde donde se controla la virilidad del más bronco sobre la faz de la tierra: los testículos.
De sobra se sabe que para tal efecto el gobernador en turno nombra un procurador de Justicia y a un secretario de Seguridad Pública para que pongan orden en el estado, pero pareciera que Ángel Aguirre buscó en la serie televisiva ochentera «Aventuras en Pañales» a los más inberbes «rugrats» para comisionarlos al resguardo del orden público y las áreas estratégicas de su administración. El único que actúa, dirige, exige y manda es el «rugrat» mayor, Ernesto Aguirre Gutiérrez, el usurpador consentido de Casa Guerrero, a quien Ángel Aguirre ha nombrado amo de todos sus bienes, incluído el Poder Ejecutivo del estado, lo que le ha llevado a tropezar con la misma piedra puesta en su camino –como a propósito– por su mismo séquito de testaferros.
Según los artículos 160 a 172 del Código Penal Federal, inclsuive, y 9 y 10 de la Ley General para Prevenir y Sancionar los Delitos en Materia de Secuestro, los «Ataques a las vías de comunicación«, el «Secuestro» y la «Delincuencia Organizada«, son delitos federales sancionados con cárcel (olvidémonos un momento de las sanciones económicas). Los muchachos de Ayotzinapa son culpables de estos tres delitos federales. Los abnegados estudiantes de Ayotzinapa, que en estos momentos tienen los reflectores y la solidaridad de medio México y el mundo a sus pies, sólo han sido víctimas pero de la compasión de un gobernador perdido entre el populismo y las cuotas de poder, pues en otras condiciones, en otro estado, bajo otro régimen, tantos los maestros de la CETEG como los normalistas de Ayotzinapa, incluido el «Forajido Justiciero» de la Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero (UPOEG), Bruno Plácido Valerio, estarían pintando las paredeces de algun penal de máxima seguridad, porque los delitos consumados de todo estos llegarían casi a la cima del cielo, irónicamente hablando, desde luego.
Desde que se tiene noción de ellos, los estudiantes de la Escuela Normal Rural «Isidro Burgos» han sido estigmatizados como vándalos, delincuentes juveniles y hasta terroristas, y no por el estigma o prejuicio de provenir de cunas humildes o la pobreza extrema y estudien en Ayotzinapa, no, sino porque sus actos delictivos han eclipsado sus buenas intenciones –que deben ser muchas, hay que darles crédito–, pero por algo dice el dicho que «quien con lobos anda a aullar se enseña».
Quizá necesiten guía, quizá necesiten comprensión, quizá necesiten orientación, pero quienes exaltan sus actos vandálicos, quienes los ven como víctimas, aunque porten con honor el ropaje de lobos, solo están fomentando sus actos delictivos, solo están incitándolos a mejorar sus tácticas delincuenciales.
Quienes les aplauden y vitorean solo están diciéndoles «¡van bien, que les valga madre el hartazgo de la sociedad por sus actos vandálicos, secuestros de unidades, robos a pasajeros y la toma de las vías de comunicación!». ¿Pero a la sociedad quién la respalda? ¿Quién se solodariza con quienes pierden sus empleos por llegar tarde? ¿Quién reemplaza el bebé que una madre pierde en un bloqueo? ¿Quién devuelve la vida al niño que muere en medio de un bloqueo, por no llegar a tiempo a que le apliquen el suero contra un piquete de alacrán? ¿Estas víctimas no cuentan?
Los «ayotzinapos», como el crimen organizado, mientras encuentren eco a sus fechorías, mientras haya medios que difundan sus ‘hazañas’, mientras haya periodistas ‘solidarios’ con sus ‘causas’, seguirán haciendo lo suyo.
En Iguala murieron varios jóvenes deportistas, ¿ya no cuentan?
¿Será porque no estudiaban en Ayotzinapa que no merecen voces extras para demandar justicia? ¿Será porque Ayotinapa genera más morbo, más audiencia, más golpeteos para el gobernador del estado?
Cual fuere el caso, Ángel Aguirre está a tiempo de sacudir el viejo traje Hugo Boss que le da clase, pero no lo exime de generar una imagen de nobleza excesiva que lo tiene al borde del cataclismo político y el ocaso de su carrera. Está a tiempo de ‘ponerse las pilas’, equiparse de valor civil, detectar el peligro y actuar, no dejar que germine.
Tras el escándalo del presidente de Teloloapan, Ignacio de Jesús Valladares Salgado, acosado por La Familia Michoacana, Ángel Aguirre había dicho que se investigaría a todos los presidentes municipales y que quien resultara con vínculos al crimen organizado o el narcotráfico sería sujeto a investigaciones.
Pero aunque se desataron fuertes ‘especulaciones’ (entre comillas) en torno a los nexos con el crimen organizado de los alcaldes de Iguala (José Luis Abarca Velázquez) , La Unión (Crecencio Reyes Torres), Tierra Colorada (Elizabeth Gutiérrez Paz) y hasta Chilpancingo (Mario Moreno Arcos), el gobernador bajó la guardia, se hizo el desentendido y optó por llevarsela tranquilo… y aquí están las consecuencias.
Muchos especularon sobre la tibieza de Ángel Aguirre ante las denuncias fundamentadas contra alcaldes vinculados al crimen organizado y el narcotráfico. En respuesta, el gobernador contrató los servicios de un forajido al que le dio una dieta mensual de 380 mil pesos para encabezar una camarilla de «justicieros» rurales y se avocara a la supuesta cacería de delincuentes del orden federal y, de paso, desviaran las ‘especulaciones’ sobre tu omisión de combatir a los grupos criminales asentados en el estado. Bruno Plácido Valerio, el «Forajido Justiciero», empero, se tomó las cosas muy a pecho y desató los demonios por todas partes; ahora es el enemigo número uno de quien lo creó.
A la luz de los hechos, Ángel Aguirre sabía, sabe, que compromisos muy fuertes le impiden meterse con el tema del narcotráfico y el crimen organizado, más cuando insistentemente se le ha acusado de proteger a uno de sus primos, Víctor Aguirre Grazón, jefe del denominado Cartel Independiente de Acapulco y de los grupos criminales «Comando del Diablo» y «La Barredora».
Peor aún, en noviembre del 2012 la dirección general de Comunicación Social del Gobierno del Estado fue alertada sobre un video donde la supuesta suegra del alcalde de Iguala, Leonor Villa Ortuño, acusaba a Ángel Aguirre de haber recibido financiamiento ilícito del Cártel de los Beltrán Leyva para su campaña para gobernador del estado en el 2011.
Personalmente aún recuerdo la reacción de Pedro Julio Valdez Vilchis, entonces vocero oficial del estado: «Son puras mamadas».
Esas «mamadas», lamentablemente para quienes malaconsejan al mandatario estatal, le están saliendo caras al gobernador de Guerrero, con severos daños colaterales para su grupo en el poder.
¡Que no diga que no tuvo amigos que le advirtieron de lo que sus fieles amigos, compadres, parientes y flamantes asesores no le decían para no «incomodarlo».
El «Caso Iguala», insisto, no criminaliza a a Ángel Aguirre, pero sí exhibe las verdades que Aguirre sabía y que no quiso admitir como fundamento para dar inicio a las investigaciones correspondientes contra los alcaldes con presuntos nexos con el narcotráfico, y eso lo hace culpable de omisión y desde esa óptica, como gobernador, sí es corresponsable de lo ocurrido a los estudiantes y deportistas acribillados en Iguala.
No obstante, no debemos perder de vista el hecho de que el responsable directo de esta barbarie tiene nombre: José Luis Abarca Velázquez, alcalde prófugo de Iguala, a quien el procurador Iñaki Blanco Cabrera evade involucrar por obvias razones que revela la suegra del edil igualteco, Leonor Villa, durante el interrogatorio presuntamente realizado por la Policía Federal, tras el arraigo que la PGR le hizo para profundizar las investigaciones, tras la captura de la familia política completa de Abarca Velázquez en la colonia Vista Hermosa de Cuernavaca, Morelos, el 5 de mayo del 2009, en su búsqueda de unos de los integrantes del Cártel de los Beltrán Leyva, Alberto Pineda Villa, «El Borrado», uno de los narcotraficantes más buscados por el Gobierno de México.
En un comunicado, la dependencia federal informó, sin embargo, que la captura de «El Borrado» había sido fallida, pero que el detenido era nada menos que hermano de Alberto, y respondía al nombre de Salomón Pineda Villa, «El Salo», hijo de Leonor Villa y cuñado del alcalde de Iguala, «El Salo», quien se hacía llamar Juan Carlos Hernández González a fin de evadir la justicia
«El Salo», junto con sus padres, Salomón Pineda Villa, «Don Salo» o «Don Salomón», y Leonor Villa Ortuño, suegros del José Luis Abarca Velázquez, fueron arraigados por la PGR por su presunta responsabilidad en los delitos de «delincuencia organizada, contra la salud, portación de armas de fuego sin licencia, y los que resulten».
LA PGR añadió que «también fueron sometidos a la medida cautelar de 40 días librada por el Juzgado Primero Federal Penal especializado en Cateos, Arraigos, e Intervención de Comunicaciones, otros 11 detenidos, entre ellos Conrado González Moreno; Luis Javier Torres González, «Ponchito»; Rafael Segovia López, «Don Rafa»; Quintín Diego Rogel y Humbertina Villa Ortuño, hermana de Leonor Villa», entre otros.
La Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO) señaló que esta célula de los Beltrán Leyva en Cuernavaca se encargaba de enviar armas a otros miembros de la organización delictiva que operan en Guerrero y Michoacán.
¡Así nomás!
Ahora comprenderán por qué quienes se metían con las personas equivocadas –léase José Luis Abarca Velázquez, María de los Ángeles Pineda Villa— le tocaba ‘levantón o ‘piso’.
Ahí está el caso de Arturo Hernández Cardona y los tres miembros restantes de la organización Unión Popular de Guerrero (UPG) que amanecieron muertos tras hacerle la vida «imposible» al alcalde de Iguala.
El Gobierno del Estado se rasgó las vestiduras y advirtió que realizaría investigaciones exhaustivas para dar con el paraderos de los asesinos de los luchadores sociales de la UPG. No obstante, ¿cual fue el veredicto? «Que lo mató el crimen organizado», concluyó también la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE) tras recibir la ‘ayudadita’ de los asesinos de Cardona, quienes dejaron una cartulina responsabilizando al bando contrario de su muerto: Los Rojos, enemigos acérrimos del cártel supuestamente comandado y protegido por el alcalde Abarca Velázquez, «Guerreros Unidos», el mismo a quien la PGJE ahora sí directamente responsabiliza del homicidio de los deportistas de Los Avispones de Guerrero y los estudiantes de Ayotzinapa, a quienes «voces desconocidas» ordenaron «frenar» para que no interrumpieran un acto de la presidenta del DIF, María delo Ángeles Pineda Villa, celebrado en la Plaza de Las Tres Garantías.
Siendo así los hechos, no veo al «Aguirre asesino» que proclaman los fervientes seguidores de los ‘buenos muchachos’ de Ayotzinapa, sigo viendo al Aguirre ausente, al gobernador suplantado, que pende de un hilo pero que puede salir avante si se pone las pilas y se quita los hilos de sus nefastos titiriteros, aunque una cosa sí es cierta: A Ángel Aguirre la hace falta una buena limpia con huevos de guajolote o una exhaustiva peregrinación de rodillas a la Basílica de Guadalupe, porque cada vez que detenta el poder le toca una masacre (El Charco, 7 de junio de 1998, Ayutla; Iguala, 27 de septiembre)… ¿será que una masacre apadrinó su suerte de ser dos veces gobernador de su estado?
LIMPIEZA SIN MALINTERPRETACIONES EN AYOTZINAPA
La Escuela Normal Rural de Ayotzinapa amerita una limpieza desde raíz, pero no una limpieza malinterpretada, sino real; devolverle la esencia de cuna noble de una generación de mentores preocupados por su patria sería el mejor legado que puede dejar Aguirre en la «Isidro Burgos». Pero ya la mision no es fácil, aunque tampoco imposible. Cuestión de enfoque, cuestión de valores, mejor dicho, de valor civil apegado a derecho.
Es válido el trasfondo de las exigencias de los normalistas, pero hay formas de exigir justicia. «En el pedir está el dar». Los muchachos de Ayotzinapa piden, exigen, demandan desde el ángulo opuesto del buen pedir: la anarquía, el caos, la coacción, el terrorismo, el secuestro, el vandalismo, la delincuencia organizada.
No es lo mismo pedir por favor que «a huevo».
Secuestrar, injuriar, amenazar, aterrorizar a inocentes, no es de luchadores sociales, de aspirantes a docentes o promotores del progreso, es de cobardes, de delincuentes organizados.
Cuando la exigencia se mezcla con amenazas, golpes, sometimiento, vandalismo y violencia extrema, se convierte en delito grave.
Los mentores de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa lo saben, muchos estudiantes de esa escuela deben saberlo.
Si Lucio Cabañas viviera estaría avergonzado de sus congéneres normalistas, pues aunque su lucha de justicia social y progreso no prosperó, al menos no murió en vano ni en el intento ni en un «accidente» orquestado entre el crimen organizado con el patrocinio del propio gobierno, tal como ‘sospechan’ que pasaron las cosas en Iguala.
A Lucio lo quería su pueblo, lo admiraba la gente y lo respetaba el gobierno, pero porque Lucio de veras ansiaba un cambio, detestaba las injusticias; Lucio Cabañas no solo simulaba ser un luchador social, actuaba como tal y murio como tal. Lucio actúo, luchó, murió sin poner en riesgo a inocentes. La sangre inocente fue derramada por el gobierno a modo de justificación para acabar con la insurgencia promovida por Cabañas contra la opresión guberamental contra los pobres.
¿Por qué idealismo luchan los ‘ayotzapos’, en honor a qué han ofrendado sus vidas, qué legado pretenden dejar a sus congéneres?
Mejor aún, ¿se han ganado el respeto de la sociedad? ¿Los respeta el gobierno, los admira la gente?
Por eso insisto, muy a título personal, que secuestrar, injuriar, amenazar, aterrorizar a inocentes, no es de luchadores sociales, de aspirantes a docentes o promotores del progreso, es de cobardes, de delincuentes organizados. Ángel Aguirre lo sabe, su caricaturesco procurador Iñaki Blanco también lo sabe, ¡pero sólo Dios sabe que esperan para actuar conforme a derecho y poner orden en casa!
Y antes de que se desrienden las disfónicas voces de los defensores de los ángeles de la «Isidro Burgos» confundidos con demonios, aclaro: este artículo es mi punto muy personal sobre el caso. Cada quien es libre de emitir sus propios juicios sin recibir de nadie sugerencias ni exigencias para normar sus criterios.
P.D. Sin daños a terceros… y con estricto apego a la libertad de expresión que el mismo gobernador juró respetar, sin represalias de ninguna índole, desde el inicio de su mandato.
A continuación, la noticia que el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) sacó a la luz pública sobre los nexos del alcalde de Iguala, José Luis Abarca Velázquez y su esposa, María de los Ángeles Pineda Villa, con el Cártel de los Beltrán Leyva y el grupo criminal Guerreros Unidos, comandados por un cuñado del presidente igualteco con licencia.
El alcalde de Iguala y su esposa, vinculados a los Beltrán Leyva
] MÉXICO * 7 de octubre.
Marco Alberto Pineda Villa y Marco Antonio Pineda Villa, liquidados en 2009, eran integrantes del cártel de los Beltrán Leyva; ambos eran hermanos de la esposa del alcalde de Iguala, José Luis Abarca Velázquez, María de los Ángeles Pineda Villa, indicó el periodista especializado en temas del narcotráfico, José Reveles.
En entrevista para Noticias MVS primera emisión, señaló que los Beltrán Leyva se fueron desperdigado en pequeños grupos.
De los Beltrán Leyva surgieron Guerrero Unidos y Los Rojos, que entraron a una constante disputa por territorio.
La hermana de los Pineda Villa, indicó, “estaba en campaña para quedarse con la presidencia municipal”, después de Abarca. Pero la violencia escaló a niveles insospechados en el municipio, el alcalde pidió licencia para separarse del cargo y hasta ahora no es localizado ni él ni su esposa.
“Aquí pareciera que la toma de la alcaldía se da por personas vinculadas a este cártel”, señaló Reveles.
Esta red incluye joyerías en Taxco y otros lugares; “son gente poderosa que habría obtenido sus recursos por acciones ilegales”, apuntó.
Respecto a las narcomantas que dicen que “ya empezó la guerra” en Iguala, el periodista las consideró “demasiado obvias, estridentes, como para que tengan un origen real”.
Lo que ocurre en Iguala, advirtió, podría extenderse, encontrando más fosas.
Lamentó que “todo mundo está llegando tarde”: la PGR, la Gendarmería, el gobernador…
“Esto se viene dando a conocer desde el 26 de septiembre… (ahora) se están tapando agujeros, valdría la pena una política integral, no se trata de Iguala, sino de todo el país”, sostuvo Reveles.
Los vínculos de la “primera dama” y el alcalde
En el mismo sentido, este martes El Universal dio a conocer un informe del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) el cual confirma que José Luis Abarca Velázquez, alcalde de Iguala con licencia, tiene estrechos vínculos con grupos del crimen organizado que operan en la zona norte del estado de Guerrero.
Gracias a los nexos de su esposa, suegra y cuñados con el extinto Arturo Beltrán Leyva, Abarca Velázquez, “quien sirvió a este capo de lavador y prestanombres, pudo levantar en pocos años una fortuna considerable”, dice el documento en poder del diario.
El informe está titulado “Avances en la investigación sobre los hechos de violencia ocurridos en la ciudad de Iguala, Guerrero”, fechado el 1 de octubre pasado.
El documento apunta que el alcalde logró sobornar a las dirigencias estatal y nacional del Partido de la Revolución Democrática (PRD), a través de diversos mecanismos, como la entrega de dinero en efectivo y apoyos en especie destinados a la operación de dichos comités.
Además, uno de sus cuñados, de nombre Salomón Pineda Villa El Molón, estuvo preso en el Cefereso de Matamoros, Tamaulipas, cumpliendo una condena por delitos contra la salud. Fue liberado en junio de 2013 y de forma inmediata retomó sus actividades criminales y se convirtió en el jefe de plaza en Iguala para el cártel Guerreros Unidos.
María Leonor Villa Orduño, la suegra de Abarca Velázquez, también se encuentra relacionada con Arturo Beltrán Leyva, dado que fungió como su operadora y prestanombres.
Sobre los hechos violentos del pasado 26 de septiembre, el documento establece que luego de realizar una movilización en Iguala, un grupo de alrededor de 100 estudiantes de la normal rural Raúl Isidro Burgos pretendía trasladarse a la Plaza de las Tres Garantías, ubicada en zócalo de esa población, donde a las 18 horas la esposa del alcalde, María de los Ángeles Pineda Villa, rendiría su segundo informe de labores como presidenta del DIF Municipal.
Por ello, señala que Pineda Villa le ordenó a su jefe de seguridad que le comunicara al director de Seguridad Pública Municipal, Felipe Flores Velázquez, que no debía permitir que los estudiantes de Ayotzinapa llegaran al lugar del evento, para lo cual debía de implementar un operativo que frenara su avance y los replegara.
Por ello, el jefe policiaco exigió el traslado de decenas de policías municipales con la tarea de frenar a los estudiantes, lo que cual derivó en un ataque directo, que hasta ahora deja 6 asesinatos y 43 desaparecidos. Y 28 cuerpos enterrados en fosas, cuyas identidades están por confirmarse. ] Aristegui Noticias
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