Perdimos al Presidente
» RAYMUNDO | RIVA PALACIO
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En defensa de sí mismo, el presidente Andrés Manuel López Obrador disparó ayer contra sí mismo. Ayer en la mañanera, el único espacio de gobierno verificable de su trabajo, siempre salpicado de folclor y amenazas, de ocurrencias e información, de propaganda y realidades alternas, realizó un control de daños bizarro ante múltiples críticas y observaciones que cuestionan su gestión política. Uno fue por el reconocimiento que le hicieron en el Colegio Militar al ex secretario de la Defensa, el general Salvador Cienfuegos, y otro fue por la inminente liberación de Mario Aburto, asesino confeso del ex candidato presidencial Luis Donaldo Colosio, defendido por abogados de la cuatroté.
El general Cienfuegos recibió un diploma de manos del Presidente y comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, como ex director del Colegio Militar, que este miércoles cumplió 200 años de existencia. El evento protocolar desató numerosas críticas, algunas muy severas que sintetizó el respetado Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Juárez, que lo responsabilizó, como cabeza de la Defensa Nacional, de “atroces violaciones a los derechos humanos que continúan impunes”, como en el Caso Ayotzinapa, y de “asuntos no resueltos en Estados Unidos”.
El Presidente, como suele hacerlo, divagó, se fue a la estratósfera y regresó.
Enfocó su defensa en las acusaciones de la DEA en contra del general, a quien detuvieron en Los Ángeles en 2020 con pruebas inverosímiles, y retomó su retórica de siempre, que las críticas tienen como origen la manipulación de los conservadores. Esto es irrelevante; siempre lo mismo, siempre hueco. Lo relevante fue cuando para atajar las imputaciones de que el Ejército era responsable de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, el presidente atropelló, como también suele hacerlo, a la Comisión de la Verdad que él creó, y desmintió su acusación que el Ejército obstruía y destruía documentos del período de la Guerra Sucia, y soltó una frase inaudita:
“Yo personalmente, en el caso de Ayotzinapa, como además no tengo duda que hay injerencia de… grupos conservadores, yo personalmente estoy conduciendo ya la investigación, yo la estoy dirigiendo y nos estamos reuniendo periódicamente todo el gabinete de seguridad para ir a fondo”.
En el bloque de “grupos conservadores”, como lo ha dicho antes, incluye al ex fiscal para el Caso Ayotzinapa, Omar Gómez Trejo, a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, al Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes, a las organizaciones mexicanas defensoras de derechos humanos, los abogados de las víctimas, la prensa, la oposición y toda aquella persona o ente que haya dicho algo distinto a lo que piensa López Obrador. La verborrea, en todo caso, es lo de menos. Lo de más es que informó en Palacio Nacional que estaba usurpando funciones.
López Obrador no puede conducir una investigación, porque es una invasión de esferas y atribuciones. La responsabilidad de investigar le corresponde al Ministerio Público, no al Presidente. El Ministerio Público, en este caso federal, depende de la Fiscalía General de la República, que se ha cansado de repetir que es autónoma. Al afirmar que él dirige la investigación de manera directa está violando la ley y pisoteando el estado de Derecho. Para efectos de argumentación, si fuera exitoso en llegar a la verdad verdadera de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, sus conclusiones no podrían ser judicializadas porque carece de representatividad, y por tanto, serían desechadas por un juez.
Cuando queda tan clara la intromisión en asuntos que no le competen, como en tantos a lo largo de su sexenio, se puede entender que el colapso de los casos y los amparos en contra de sus políticas, no tienen que ver con ese enfoque conspiracionista patológico que sostiene, sino con la incompetencia de su gestión. La declaración sobre el Caso Ayotzinapa es la rúbrica de su desaseo.
Lo que dijo ayer forma parte de una serie de declaraciones extrañas que ha hecho en las últimas semanas, donde no parece entender los temas ni ver la dimensión de las galimatías políticas y legales en las que incurre. Varias de ellas son contradictorias, que es lo que sucedió ayer sobre el Caso Colosio.
Comenzó aludiendo una columna en este espacio sobre lo que debería ser la inminente liberación de Mario Aburto -jurídicamente justificada, como se planteó en un segundo texto aquí-, donde se argumentó con información que ello formaba parte de una estrategia que eventualmente pudiera ser utilizado el asesino de Colosio para acusar al ex presidente Carlos Salinas de tortura y que fuera parte de su narrativa de campaña el próximo año. López Obrador apoyó su crítica a quien esto escribe, diciendo que él no era perverso, ni actuaba de esa manera.
Pero momentos después, dijo que cuando asesinaron a Colosio “llegué a la conclusión de que fue un crimen de Estado, y en esos casos, si no hay voluntad, lleva mucho para esclarecerse”. Un crimen de Estado es cuando lo cometen las autoridades de un Estado o por particulares que actúan en complicidad con ellas, por lo que, agregó, deberían de ampliarse las investigaciones porque “ese tipo de casos no prescriben”. Vaya desorden en la cabeza del Presidente.
Aburto recuperará su libertad porque fue juzgado indebidamente en un tribunal federal, pese a que Colosio no era funcionario en el momento del asesinato, que lo condenó bajo el Código Penal Federal. Su defensa alegó que era un homicidio del fuero común que debió juzgarse bajo el Código Penal de Baja California, cuya pena máxima concluye el próximo 24 de marzo. Ignorando lo que dice la ley, dijo que cuando se trata del asesinato de un candidato presidencial, no puede tratarse como un delito del fuero común, dejando abierto el camino de la persecución de Salinas.
El sabor de boca que deja la mañanera de ayer es que hemos perdido al Presidente, al enseñar una brújula desorientada, asumiendo funciones y decisiones que no le competen, donde viola la ley pero, sobre todo, estableciendo una cadena de mando sobre ilegalidades que terminan en él, lo que en un momento futuro, le podrían traer serios problemas de orden penal.
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Fiscal carnal para el «caso Iguala»
El Asalto a la Razón
Carlos Marín
cmarin@milenio.com
] LD Digital
Lo que resulte del caso Iguala no será decidido por las instancias mexicanas constitucionales.
De Omar Gómez Trejo, titular de la Unidad Especial de Investigación y Litigación para el caso Ayotzinapa (dependiente de la Fiscalía General de la República), cabe confiar en que cumple los requisitos (son ocho) para ser desde antier agente del Ministerio Público Federal. El principal: es licenciado en derecho (“expedido y registrado legalmente, con la correspondiente cédula profesional”, como establece la Ley General del Sistema Nacional de Seguridad Pública en su artículo 52, reglamentaria del 21 constitucional) por la Facultad de Estudios Superiores Acatlán de la Universidad Nacional Autónoma de México. También tiene maestría en derechos humanos y democracia.
Su experiencia en investigaciones penales y procuración de justicia no es la de su licenciatura, sino la que tomó en su posgrado (Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales) y que ha practicado en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, las oficinas de México, Honduras y Guatemala del Alto Comisionado de las Naciones Unidas en este tema y como secretario ejecutivo del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes.
La responsabilidad que asumió es cuestionable porque carece de experiencia en asuntos penales, investigaciones criminales y procuración de justicia (el caso Iguala no solo es de desaparición y asesinato tumultuario, sino de delincuencia organizada), pero sobre todo porque su actividad profesional ha sido más que nada política, lo que hace dudar de la imparcialidad y buena fe que debe guardar como Ministerio Público.
El GIEI al que sirvió, vale recordar, se fue de México después de no aportar algo significativo al esclarecimiento de los hechos; sembró sospechas y aventuró conjeturas y presunciones sin sustento a partir de descalificar lo verificado por peritos de la extinta Procuraduría General de la República, del Equipo Argentino de Antropología Forense y de la Comisión Nacional de Derechos Humanos; en síntesis: negar que hubo quema de al menos 21 cuerpos en el basurero de Cocula.
Con su designación se satisface una de las principales demandas de los familiares de los normalistas, quienes han exigido el nombramiento de un fiscal más bien a modo, y qué mejor que alguien que trabajó para la única instancia en que confían. En otras palabras, la reactivación del caso Iguala se pone en manos de los padres y familiares (víctimas secundarias), de las organizaciones rolleras que los representan, de lo que fue el GIEI (cuyos miembros regresan a formar parte de la llamada Comisión de la Verdad luego de haber fracasado en la investigación) y de la CIDH.
A lo que se llegue, pues, lo habrá decidido una estructura supranacional, frente a la cual todas las instancias nacionales que según la Constitución tienen las facultades para investigar tanto los crímenes como las violaciones a los derechos humanos (Fiscalía General de la República y CNDH) quedan valiendo poquitito más que un cacahuate.
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Omar Gómez, Fiscal Especial para caso #Ayotzinapa
] CIUDAD DE MÉXICO * 26 de junio de 2019.
Esta tarde la Fiscalía General de la República (FGR) eligió a Omar Gómez Trejo para desempeñar el cargo de Fiscal de la Unidad Especial de Investigación y Litigación para el caso Ayotzinapa.
El titular de esta unidad especial tendrá a su cargo “el conocimiento, trámite y, en su caso, resolución de las averiguaciones previas o carpetas de investigación, procedimientos judiciales y administrativos, medidas precautorias o cautelares, medios de defensa ordinarios o extraordinarios, juicios de amparo, u otros que se encuentren relacionados con los hechos”, de acuerdo a lo publicado en el Diario Oficial de la Federación (DOF).
Gómez Trejo “arriba a esta responsabilidad tras desempeñar funciones en organismos internacionales, como la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en México y en oficinas similares en Honduras y Guatemala, así como en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos”, indica un comunicado de la FGR.
Durante la jornada la FGR creó mediante un decreto dicha unidad para el caso Ayotzinapa y se publicó en el DOF.
El decreto indica que Gómez Trejo será el “responsable de investigar, perseguir los delitos y, en su caso, concluir los procesos penales vinculados con los eventos de la desaparición de 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos, de Ayotzinapa, acaecidos en septiembre de 2014 en Iguala, Guerrero”.
Mientras esta designación se realizaba los familiares de los 43 normalistas desaparecidos marcharon por las principales vialidades de la Ciudad de México para exigir verdad y justicia.
Cada día 26 los padres y madres de los estudiantes de Igual salen a manifestarse para visibilizar el caso.
] Vanguardia / SUN
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