Ernesto Rivera | Bety Mogica: izquierda a la derecha
] Tercera Vía.
» Ernesto Rivera Rodríguez.
El caso de «Bety» Mogica Morga hoy en el PT, es sin lugar a dudas la marca del reacomodamiento de fuertes grupos del otrora fuerte partido de la Revolución Democrática, PRD en Guerrero, y por no hablar del mismo en el país, desdibujado y destrozado desde sus históricos principios…hoy como escribió Jorge Ibarguencoitia, solo quedan, «estás ruinas que ves» por ello el tender puentes es más que inevitable, necessrio, vital, poca atención obtuvo hace meses en Morena, por ello busca a través de del PT un aliado desde donde tejer las redes que le permitan blindar una poderosa posición…buscar atención y mayores alianzas, para construir su candidatura PT-Morena.
Alberto Ayala, líder y patrono del partido del Trabajo, PT, (1991) ha sido un fiel servidor del sistema, ayer del PRI al que le debe que no perdiera su registro, léase Enrique Peña Nieto, (Aguascalientes 2015), hoy a AMLO, que no a Morena, a quien le debe sus privilegios y posición política actual.
En Guerrero, Victoriano Wences Real más que ser el Comisionado Político en la entidad, es un cacique costumbrista… cómo todo cacique sureño. Hace meses, ambos anunciaron la adhesión a ese partido del ex líder estatal del PRD, Sebastián de la Rosa Peláez, y líder hasta ese momento de la Coalición de Organizaciones Democráticas, Urbanas y Campesinas (CODUC), quién desde 2018 había renunciado al PRD…y desde ese momento su entrada al PT, a CODUC.
«Bety» Mogica cuenta con una larga y firme carrera política, no sólo por si misma sino de tradición familiar y de profundas raíces afroamericanas que han construido un fuerte núcleo político con claridad sin entorpecer ni dañar ni por competir en su quehacer político…ni su paso en la administración pública, que le ha forjado experiencia sin perder contacto ni sensibilidad.
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Tercera Vía: Héctor Astudillo, cuatro años de gobierno
] Ernesto Rivera Rodriguez
El gobierno de Hector Astudillo Flores, se caracteriza por transitar entre dos regímenes de gobierno, polarizados no sólo ideológicamente, sino en la concepción del estado por si mismo, andenes entre los cuales Hector Astudillo, supo y continúa gobernando Guerrero, asunción hecha bajo las más difíciles circunstancias en que se encontraba la entidad, que tras un interinato el Doctor Rogelio Ortega, logra mantener a flote la gobernabilidad después de la licencia solicitada por el gobernador Ángel Aguirre Rivero, por la desaparición de los 43 estudiantes de la Normal de Ayotzinapa, la noche del 26 de Septiembre de 2014, en la ciudad de Iguala.
La promesa de «Orden y Paz» ofrecida en campaña habrá de convertirse en el punto de inflexión permanente de su gobierno, cuyo principal objetivo era y es mantener la gobernabilidad de una entidad sumida en el coraje, la desesperación que estuvo a punto de colapsar el tejido social que se iba entre los dedos de una mano, y que tuvo que contener con el puño cerrado y con los mejores argumentos y capacidad política como gobernante, pese a los malos augurios que tras bambalinas se cocían desde la misma clase política, y la tormenta electoral del 2018, que se convertiría en la «madre de todas las batallas para el octagenario sistema político mexicano».
Hector Astudillo sin traicionar sus principios políticos, dio el primer paso, con lo que mostró no sólo madurez política, imaginación e institucionalidad ante el depositario del nuevo régimen, con lo que ganó no solamente confianza sino cierta empatia del presidente urgido de evitar que las fracturas provocadas por el gigantesco resultado a su favor colapsara las instituciones de por si débiles, ante una nueva clase emergente ansiosa de poder y de venganza.
Los focos rojos del «Leviatan» de la inseguridad, la violencia en todas sus expresiones se convirtieron en el Talón de Aquiles, que con las policías comunitarias y el desplazamiento de habitantes de las zonas serranas mantuvieron en tensión la aplicación de las políticas de seguridad pública convirtiéndose en factor de riesgo institucional y social, que no llegaron a desbordar las aguas ante la principal fuente generadora de divisas, el turismo. La mala nota No paso de la nota roja, ante los números, las estadísticas, la movilización de las fuerzas públicas como los cambios profundos en la administración de la justicia coadyuvaron a mantener a flote el por momentos zigzagueante gobierno astudillista. Astudillo logró atravesar El Rubicón.
Convertido en la voz de la Conago, Hector Astudillo, jugó un papel relevante y definitorio en el manejo de las relaciones con el nuevo régimen qué sus representantes, desde el delegado especial como la mayoría en el Congreso Local, no parecían entender y continúan en el mismo derrotero de confrontación alejados de los grandes intereses sociales, económicos y políticos de los guerrerenses. La firmeza del liderazgo mantuvo la institucionalidad ante las adversas circunstancias provocadas por la inexperiencia, la novates y el infantilismo de los nuevos actores, versus la entrega de fertilizante, terminaron escabulléndose ante la contundencia de la realidad sureña y sus instituciones.
Los nuevos retos ante la disminución del presupuesto federal, para este quinto año trae en su vientre la cimiente de la inconformidad y más que ello la incertidumbre de cómo sostener los equilibrios logrados y que en esté quinto año de gobierno un año político por excelencia se mantengan firmes dirección y mando, con un equipo que sigue firme ante su autoridad, al que no le ha negado espacio, autoridad y confianza, por lo que el cabildeo, las relaciones y el quehacer político son fundamentales para lograr un mayor presupuesto cuya definición la dará el Senado de la República, en un año que muchos daban por descontado y que hoy por hoy, pese a las adversidades nacionales, el duro golpeteo de la misma clase política local por el tiempo preelectoral que se avecina, será lo que ha mostrado desde el primer día de su gobierno, garante de las instituciones que juró sostener y defender.
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