Félix | Leyendas de ‘estupro’, ‘pederastia’ y ‘pedofilia’ del ‘toro sin cerca’
— Félix Salgado Macedonio.
Sin Daños a Terceros
» Ángel Blanco.
] Acapulco Press.
Si a la luz del contexto penal la «pederastia» es «abusar de un menor de 18 años, aprovechándose de la confianza, subordinación o superioridad física que se tiene sobre la víctima», como dice el Libro Segundo, Título Octavo, Capítulo VIII del Código Penal Federal vigente, Artículo 259 Bis, sobre «Delitos contra el Libre Desarrollo de la Personalidad», en su modalidad de «Pederastia», Félix Salgado Macedonio es culpable de este delito, en virtud que la víctima de la Carpeta de Investigación 12030270400032070121, en poder de la Fiscalía General del Estado (PFG), cuya acción penal ha prescrito, era «menor de edad», como detalla con precisión la denuncia del delito ‘imposible’ de perseguir por haber ocurrido en 1998, hace ya 22 años.
De igual modo, si la «pedofilia» es –según los expertos mundiales en el estudio psicológico de esta conducta sexual delictiva– un «trastorno psiquiátrico en el que el afectado tiene excitación o placer sexual a través de actividades o fantasías sexuales con niños o jóvenes», Félix Salgado también es culpable de este abominable delito.
Ahora bien, si el «estupro» es «copular con una persona mayor de doce y menor de dieciocho años de edad, obteniendo su consentimiento por cualquier tipo de engaño», según el Artículo 187 del Código Penal del Estado de Guerrero, de nuevo el aspirante de Morena al Gobierno de Guerrero, José Félix Salgado Macedonio, es responsable de estupro, si se toma como base la declaración de la víctima del delito prescito que pidió 100 pesos de ayuda a Félix Salgado para irse a su casa, pero este con engaños la introdujo a su casa y la violó con uso de violencia física.
En ambas denuncias, el «abuso sexual» no está a discusión, aunque corresponde a las autoridades judiciales la tipificación del delito. No obstante, el presente artículo no pretende juzgar a Félix Salgado de ningún delito, debido que ese hecho corresponde a las autoridades judiciales encargadas de ejercer acción penal o deliberar la exoneración de los inculpados. Aquí, más bien, se pretende arrojar luz a los incidentes en poder de la FGE, con dos casos más descubiertos donde las presuntas víctimas también eras menores de edad, a fin de que la misma sociedad cree conciencia, asuma sus propios criterios y valore sus valores sentimentales en torno a este escabroso caso, del cual el aspirante a Gobernador de Morena es el ‘ojo del huracán’.
¿FÉLIX ‘EL TORO’ ES INOCENTE?
Muy independientemente de los dos casos de presumibles delitos de abuso sexual –uno ya prescrito– por los que la Fiscalía General del Estado (FGE) abrió investigaciones contra el precandidato de Morena al Gobierno de Guerrero, José Félix Salgado Macedonio, el libro «El Gran Farsante», de Eduardo Evaristo Longares, aunque jurídicamente no aporta bases jurídicas para acreditarle otros abusos de carácter sexual, al menos arroja más luz a las parafilias sexuales de ‘el Toro sin cerca’, al descubrirse entre sus páginas relatos de al menos dos actos de flagrante pedofilia, estupro y pedofilia’ cometidos por el ‘Toro sin cerca’: El primero, en la casa de Félix de la colonia Marroquín, durante su campaña en Acapulco, justo donde ocurrió otro de los casos oficialmente denunciados ante FGE, el de la «víctima de identidad reservada»; el otro, en un hotel de Chilpancingo, durante el lapso de plantones realizados después de perder la gubernatura ante el priísta René Juárez Cisneros, el 7 de febrero de 1999.
Si de los casos oficialmente denunciados se centra la atención en que en el ocurrido en 1998 la víctima asegura haber sido «menor de edad» –expediente FED/FEMDH/FEVITRA-GRO/0000341/2020, radicado por la Fiscalía General de la República (FGR) y turnado el 11 de enero pasado, a la Fiscalía General del Estado (FGE, el pasado 11 de enero, y asentado en la Carpeta de Investigación 12030270400032070121–, la conclusión es que suman tres los incidentes denunciados y exhibidos que encajan en el perfil que los especialistas psicológicos en abuso de menores denominan «parafilias delictivas o actos de trastorno sexual que derivan en abusos sexuales contra menores de edad». Sobra recordar que en México la mayoría de edad está estipulada en 18 años. Las ‘víctimas’ de Félix Salgado –cuidado con las comillas– oscilaban entre los 16 y 17 años, según relatos del autor de «El Gran Farsante» y la protagonista del suceso jurídicamente prescrito por haber ocurrido hace 22 años.
EL LOBO Y LAS CAPERUCITAS «EN EDAD DE MERECER»
Tal como narra la víctima de ‘identidad reservada’ de la Carpeta de Investigación 1203027010000202017, aún en proceso de revisión por parte de FGE, a quien supuestamente Salgado dijo «todo va estar bien, chiquita», con aparente fin de apaciguarla tras de haber abusado de ella, Eduardo Evaristo Longares precisa en su libro «El Gran Farsante» –publicado en 2008 por Editorial Sagitario, mientras Félix Salgado Macedonio era presidente de Acapulco (2005-2008)–, que el «lobo» (como describe a Félix) también se valía del uso palabras sutiles para entrampar a las jovencitas «en edad de merecer» que se hallaban con sus padres en los campamentos improvisados de sus seguidores que lo acompañaron durante los 28 días que duró el plantón realizado a René Juárez Cisneros en el zócalo de Chilpancingo, tras perder la gubernatura, de la cual se reveló tiempo después que «vendió» anticipadamente a cambio de «una maleta repleta de dólares», ya que los pesos mexicanos le valían ‘madre’.
Caso Uno: Acapulco
«Un hecho que quiero comentar es el suscitado en una colonia de la periferia (mientras Félix realizaba campaña en Acapulco)», narra Evaristo, al hablar de un matrimonio con sus tres hijos, dos niños y una jovencita, que se integraron a la campaña.
Al terminar el acto público, Félix les presentó al matrimonio a sus allegados, entre ellos Evaristo. Les dijo que eran sus compadres. «La jovencita tendría como 16 años y se notaba su inocencia ya que, en los actos en que anduvimos se ponía a jugar con sus hermanos a la matatena y otros juegos típicos de su edad». El autor cita por nombre a la jovencita –nosotros lo omitimos por cortesía periodística–, pero en lo sucesivo se le mencionará con la inicial de su nombre: «V».
«Esta jovencita se llamaba «V»; era delgadita, de muy buen ver. Pero como todos andábamos en campaña (y se trataba de una niña) no le prestamos atención a lo que estaba por suceder».
«¡Desgraciadamente, el ‘Lobo’ llamado Félix Salgado Macedonio le estaba ‘echando los ojos’, ¡y la acechaba para comérsela!»
Y no tardó mucho tiempo.
«Un día, llegué temprano a la casa de Félix, en la colonia Marroquín; como (yo) era de confianza entré y le grité, diciéndole: ‘¡Félix, ya estoy aquí!’. De arriba (segundo piso de la casa) él me contestó: ‘¡Ahorita bajo!’. A los poco minutos bajó «V», vestida de blanco, como las enfermeras, y se fue».
«Cuando bajó Félix no le hice ningún comentario. Sólo platicamos del trabajo que estábamos haciendo, (pero) este tipo de situaciones con «V» en la casa de Félix las seguía observando. Sin embargo, en los actos públicos, cuando la jovencita estaba con sus papás, ¡(ella y Félix) ni siquiera se dirigían la palabra!»
«Se notaba el entusiasmo del matrimonio –sus ‘compadres’– en la campaña de Félix y, este, con su cinismo, aparentaba lo que no era».
Evaristo precisa que, «al poco tiempo», la pareja dejó de asistir a los actos de Félix, pero a «V» sí se le siguió viendo en casa del ‘Lobo’.
¿Qué pasaría con el matrimonio?… «quizá los señores se dieron cuenta y se ‘quebró el plato’. De «V», no se supo más.
Caso dos: Chilpancingo.
Transcurrían los días en el plantón que Félix Salgado y el PRD había trazado en el zócalo de Chilpancingo, a fin de montar su faramalla llamada ‘Expo Fraude Electoral 1999’ contra René Juárez y el PRI por haberles robado a Félix su segunda gubernatura. La primera fue contra «El perro chato», como bautizó el ‘toro’ a Rubén Figueroa Alcocer, quien solo duró en el poder tres años (1993-1996), tras la masacre de «Aguas Blancas», perpetrada el 28 de junio de 1995.
El 7 de marzo, unos 15 mil perredistas se sumaron al llamado ‘Éxodo por la Democracia’ liderado por el propio Andrés Manuel López Obrador, entonces presidente nacional del PRD, cuyo objetivo era llegar a pie a la Ciudad de México para exigirle al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) y al presidente Ernesto Zedillo ‘limpiar la elección’ en Guerrero y legitimar a Félix Salgado como Gobernador.
Nadie imaginaba que ‘El Toro sin cerca’ había vendido la causa antes de las elecciones (en este link la historia de este caso: Candidato bajo sospecha)
Narra el «Gran Farsante» que la última negociación se dio fuera del país, en Miami, donde Félix Salgado reclamó que le pagaran con ‘puros billetes verdes’ y rechazó el fajo de billetes mexicanos que iban dentro de la maleta que le habían entregado los emisarios de René Juárez y el PRI.
«¡Yo no quiero pesos mexicanos! Ahora que se vaya su papá Zedillo estos van a valer madre. ¡A mi tráiganme ‘verdes’, porque esos, aunque se vaya Zedillo, van a seguir valiendo!”, exigió.
En Chilpancingo, mientras AMLO, diputados federales, locales y cientos de luchadores sociales de diversas partes del país, que se habían sumado a la causa, participaban activamente en el ‘Éxodo por la Democracia, desconociendo las argucia del ‘Toro’ con respecto a la gubernatura, en el zócalo de la capital del estado ocurrían cosas siniestras en los campamentos de cobijas y cartón que un grupo de seguidores de Félix habían instalado, mientras realizaban las protestas de la ‘Expo Fraude’ contra René Juárez Cisneros, quien con toda tranquilidad tomó posesión como Gobernador en Casa Guerrero el 1 de abril de 1999.
En el lapso que duró el plantón indefinido en el zócalo, Eduardo Evaristo, entonces patrocinador financiero y coordinador de campaña –por segunda vez– de su gran amigo, a quien había conocido años atrás cuando era un ‘don nadie’, se encargaba de suministrar comida y agua a los ‘plantonistas’ que aguantaban de día el incandescente sol y calor y por las noches algunos chubascos intermitentes.
Algunas veces era acompañado por Félix Salgado Macedonio, pero no porque le interesaban sus seguidores, sino por otros intereses aviesos.
«Desgraciadamente, Félix iba ‘echando ojo’ a las chamacas que estaban ‘buenonas’. Cuando veía alguna que le parecía bien, la señalaba con los ojos a su chofer, Tomás».
«Yo bauticé este acto como ‘la carne para el lobo'», aclara el autor, quien no habla en singular de los casos que atestiguó, sino en plural, aunque en el libro solo cita el modus operandi del ‘Lobo’ en el caso de dos ‘caperucitas’ que finalmente se ‘comió’.
«Creo que VARIAS (las mayúsculas son propias) de estas muchachas fueron ‘señoritas’ (vírgenes)», enfatiza Evaristo, «pues sus padres, para cuidarlas, las tenían con ellos en los plantones, ¡pero no se imaginaban que el ‘Lobo’ estaba cerca, buscando la carne fresca».
Siguiendo con el relato de la jovencita ‘buenona’ a la que Félix había señalado con los ojos a Tomás, su chofer, Eduardo continúa: «Ya de regreso, en el hotel noté que Félix le dijo algo a Tomás y, presto, este se encaminaba al plantón. Al ver esto le dije que, si lo acompañaba, y él me dijo que mejor me quedara en el cuarto por si al Senador se le ofrecía algo».
— No, Tomás; estoy aburrido, y si no quieres que te acompañe yo le doy por mi lado y ahí nos vemos (en el plantón) –, dijo Evaristo para disimular sus sospechas de saber hacia dónde se dirigía Tomás.
«Le di por otro lado –continúa Eduardo–, pero de lejos, con la mirada, lo seguí, y cuando llegó donde yo me imaginaba, me le acerqué» a distancia, dice Evaristo.
Tomás se le acercó a la muchacha y le dijo: «Oye, niña, te llama el Senador Félix».
— ¿Me habla el señor Félix a mí? ¡Si acaba de estar aquí y no me dijo nada! –, respondió animosa, pero precavida, la jovencita.
—Mira, me mandó a decirte que por favor fueras.
«Ahorita…», pausó la niña, pero luego de unos segundos, repuso: «¡Le voy a pedir permiso a mi mamá!».
— ¡No pidas permiso! Para que no vayan todos… a ti nomás quiere verte el Senador.
–¿Para qué?–, insistió la muchacha.
–¡Yo no sé! Pero, ándale, vamos, ahorita te regresas.
Y ya con esto la muchacha accedió.
Cuando (ambos) pasaron junto a Eduardo, este le dijo a Tomás: «Tom… Tom», en señal de que supiera de que estaba viendo lo que ocurría. «¡Y le eché una sonrisita cínica, como la de Félix!”, complementa Eduardo.
Respondiéndolo solo con un gesto, Tomás le llevó la mucha a Félix al hotel… donde «el lobo se la estaba saboreando».
«¿Cuándo las soltaba?», se autocuestiona de nuevo en plural, Evaristo. Y él mismo se responde: «¡Eso no lo descubrí!, pero así las cosas con la pobre gente del plantón con sus hijas «en edad de merecer». Jamás pensaron que el ‘Lobo’ andaba allí».
EDUARDO EVARISTO
Félix Salgado Macedonio y Eduardo Evaristo Longares, transportista y líder de una organización social con matices políticos, se conocieron en la famosa «Cabaña» de Rodolfo Ortiz Peralta, donde se reunían cada semana los promotores de la llamada Corriente Democrática que fundaron Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo, entre otros, que más tarde dio pie a la integración del ‘partido de la esperanza’ (PRD), al cual AMLO se integró posteriormente.
Evaristo se hizo gran amigo de Félix. Fue su escudero de andanzas, compañero de mil batallas, confidente y le patrocinó financieramente sus campañas, tanto para Diputado, Senador y las dos gubernaturas que perdió ante Rubén Figueroa Alcocer y René Juárez Cisneros.
«El Gran Farsante» surge tras la ruptura provocada por los agandalles, farsas y traiciones que Eduardo Evaristo vivió al lado de su gran amigo, quien no le importó la hambruna ni la penuria económica en quedó Eduardo, tras haberle dado todo a Félix, quien le terminó por darle la espalda cuando finalmente la fama alcanzó al legendario ‘Toro sin cerca’. Evaristo jamás fue diputado, regidor o funcionario gracias a las batallas al lado de Félix. Lo poco que consiguió fue a título propio.
«Escribo esta parte de vida por haber vivido de cerca el desarrollo y la formación de la carrera política de Félix Salgado Macedonio, y por dignidad, y por fe en mi partido, el PRD, en el cual confié, creí y tenía esperanza de que sería, en realidad, un instrumento del cambio en ese momento».
«Lo que descubrí, al paso de los años, fue una cruda y dolorosa realidad: Félix Salgado Macedonio pasó toda su vida política utilizando al partido y a los perredistas para su beneficio personal, haciendo el negocio de su vida. Los plantones y bloqueos que hicimos, confiando en el cambio, en el futuro de gobiernos perredistas, fueron esfuerzos y sacrificios de los que el único que sacó ventaja fue Félix Salgado», cita Eduardo Evaristo en el prólogo de su libro, del cual Félix Salgado intentó comprarle toda la edición y darle, finalmente, un cargo en su gobierno de Acapulco. Cosa que jamás tampoco ocurrió.
Evaristo se mantuvo digno y jamás confió de nuevo el amigo traidor.
Félix Salgado fue diputado, senador y presidente municipal, pero dio cargos a manos llenas a todos… menos a su ex gran amigo del alma.
Evaristo Longares fue reportado desaparecido el 25 de diciembre de 2013 en el municipio de Arcelia, región de la Tierra Caliente, donde el ex gobernador Ángel Aguirre Rivero le había dado una subdelegación de Transportes complicada, ya que la zona era asediada por narcotraficantes y el crimen organizado. Según últimos reporte del propio Eduardo, varias veces fue amedrantado por los ‘malosos’ del transporte que se negaban a someterse a la autoridad, gracias a la protección que recibían de grupos de la delincuencia organizada de la región.
MORALEJA
A modo de reiteración, el autor del presente artículo reitera que el objetivo no es enjuiciar a Félix Salgado
Macedonio, ni culparlo de los presumibles delitos de pedofilia, estupro y pederastia narrados en el libro de Eduardo Evaristo Longares, porque los casos citados son solo referentes, no conducentes; la misión de juzgar corresponde a las autoridades judiciales.
Como se mencionó al principio, los casos ventilados en el «Gran Farsante» coinciden en sutileza y argucia con los denunciados ante la Fiscalía General del Estado.
Aunque «El Gran Farsante» no es una fuente jurídica de datos, sí arroja un poco más de luz al hecho de que el aspirante de Morena al Gobierno de Guerrero pudiera padecer una aparente parafilia o tipo de trastorno sexual de fantasías pedófilas recurrente, lo cual ameritaría ser sometido a tratamiento psiquiátrico, como la misma ley que se encarga de estos tipos de casos determina.
Si los relatos ventilados por Eduardo Evaristo fueran oficiales y se sometieran al análisis judicial, cosa que –lamentablemente– es imposible, quizá podrían poner en aprietos la presumible inocencia de Félix, sobretodo, su candidatura, la cual tampoco corresponde a la sociedad feminista agitada que aclama se le retire, sino a los veredictos que emita la Comisión Nacional de Justicia de Morena (CNHJ), a partir de veredictos emitidos por las autoridades investigadoras y judiciales, aunque –de antemano– el daño político a su partido y a su persona es irreversible. Félix Salgado es, hasta ahora, escarnio de propios y extraños… en tanto no se confirme su delito o inocencia.
Sin daños a terceros…
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