Editorial l ¿Enemigo en casa?
Las peliagudas sospechas del dominio público que giran en torno al Gobernador del Estado, producto de sus melosos espaldarazos mutuos con AMLO y el ‘proteccionismo descarado’ brindado a Félix Salgado, a quien se le ‘congeló’ una orden de aprehensión en 2018 por mandato emitido desde Casa Guerrero, según el ex fiscal Xavier Olea –que aún sostiene su versión–, colocan a Héctor Astudillo como el enemigo más fuerte a vencer en las elecciones del próximo 6 de junio, no Morena ni su candidato, a quien ‘presuntamente’ se le sigue favoreciendo con ‘inexplicables demoras’ en la investigación que por abusos se halla aún en poder de la Fiscalía General del Estado, como señaló recientemente en artículo de su autoría Alberto López Rosas, ex procurador estatal de justicia.
¿Miedo a desagradar a su amigo, el Presidente?
¿Línea directa desde Palacio Nacional hasta Casa Guerrero?
¡Sólo el Gobernador sabe!
Lo único cierto es que cada vez es más grande la polvareda que levantan las inexplicables sospechas del inquilino de Casa Guerrero en torno al Caso Félix Salgado, que según el ex fiscal Olea pudo quedar resuelto desde el 8 de marzo de 2018, cuando quedó perfeccionada la denuncia por abuso sexual dolosa contra el entonces aspirante a Senador y se le liberó una orden de aprehensión basada en la Carpeta de Investigación 12030270100002020117, la cual sorpresivamente fue archivada por órdenes del gobernador Héctor Astudillo, según reveló el ex fiscal de Guerrero, Xavier Olea, quien en diversas entrevistas de prensa sostuvo que se le pidió no seguir más con el procedimiento.
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‘Affair’ Olea | Los nombres de la traición
Tercera Vía
] Ernesto Rivera Rodríguez.
La confabulación armada desde las sombras por Manuel Añorve Baños y Pablo Amilcar Sandoval Ballesteros, para sacar a Félix Salgado Macedonio, de la candidatura al gobierno de Guerrero, resultó peor que un tiro por la culata, exhibiendo de manera grotesca y aberrante a quiénes de paso «embarrraron» la figura del gobernador del estado, Héctor Astudillo Flores, quienes utilizaron como peon de brea, para lanzar la denuncia al exfiscal Javier Olea, quién no tuvo ningún empacho en arquilarse para detonar el más ruin de los arrebatos e imputaciones en el sentido de que él impidió la detención de Félix Salgado Macedonio por el delito de violación.
Félix Salgado paso a segundo término, y convirtieron al gobernador Héctor Astudillo, en el centro de sus desnelables ambiciones. Manuel Añorve Baños rompió una regla de oro, no escrita de la política mexicana: «no tocar a su superior jerarquíco», en este caso el gobernador.. y se ha puesto la soga al cuello, políticamente hablando.
La «traición del brazo de la corrupción» es la imagen que hoy han labrado a pulso Manuel Añorve Baños y Pablo Amilcar Sandoval Ballesteros, quienes desde la casa del Notario Alfonso Guillén Quevedo, acompañados por el exfiscal Javier Olea, y el escudero de Amilcar, Luis Enrique Ríos Saucedo, urdieron el objetivo Único de esa reunión, al precio que fuere: tumbar la candidatura de Félix Salgado Macedonio, a la gubernatura de Guerrero.
La ambición de estos dos actores políticos les impidió ver lo irreparable de sus sucios acuerdos, desde el punto de vista jurídico, que frente a la postura del gobernador es única, al puntualizar públicamente, «que son delitos contra la administración de la Justicia cometidos por servidores públicos el abstenerse de ejecutar acción persecutoria, cuando sea procedente conforme a la Constitución y las leyes en la materia». Olea faltó a su juramento de cumplir con la Constitución al no realizar una función que le correspondía como Fiscal y No al gobernador, y abundo el ejecutivo del estado, quién además está obligado a demostrar que yo no le instrui, que la motivación del exfiscal es más hábil para el escándalo que para el derecho y está metido en un escándalo y alguien lo está contratando».
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